|𝖁𝖎𝖓𝖔𝖘 𝖞 𝖓𝖔 𝖇𝖆𝖑𝖆𝖘|

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Nada se igualaba a aquellos tonos impecables de billetes verdes. 

-¿Exactamente qué es y por qué no estamos dentro?- Venezuela, el siguiente después de México, mantuvo una postura recta y paulatina aún cuando sus demás hermanos les había causado gracia tal comentario. No sugirió ningún tipo de chiste, pero el tono en el que se escuchaba su sureño acento, era realmente encantador. 

-Su dueño es un poco...celoso. No robaremos chocolates, robaremos armas de extraña naturaleza y posiblemente armamento que se ensambló para la primera guerra mundial, mejorado y calibrado- reparó. Sin embargo, a muchos de sus hijos los notaba todavía muy inseguros. Sabía de antemano que cuando preguntaran quien era el dueño no tardarían en echarse para atrás. 

-¿Y quién es el propietario?- 

-Bézucov, Rusia. Como quieran llamarle- México intervino por su padre, robándole cualquier oportunidad para darles el tipo de sermón inspirador que necesitaba para que cedieran. 

Recargó los codos en el escritorio, hundió el rostro entre sus dedos, y se preparó para recibir cualquier tipo de queja acompañada de un mar de groserías. 

<<Ese chabón nos va a matar>> rezongaban, <<¿¡El marica culicagado gonorrea de Bézucov!? ¿No podía ser otro pues?>> se quejaban, <<¿A vos se te ocurrió esta idea? ¿Y cómo chucha le vamos a sacar la plata a ese gil?>> incluso algunos se entusiasmaban; pero estaba de por medio aquel sentimiento de incertidumbre que les generaba el robarle a alguien tan poderoso como Rusia, o como se le escuchaba habitualmente, Bézucov, el apellido de su familia. 

-USA nos ayudará- una voz suave, sin problema alguno, se distinguió entre todo ese panal de abejas, apuntando con sus aguijones a los cabales de su padre. 

-¿Y ese weón qué?, ¿Acaso ya pagó todo lo que debe o seguirá enviándote chucha y media?- comentó fresco, con un aire de odio hacia el pobre estadounidense. 

-Él fue quien se enteró de la embarcación, y su información es verídica: hay registros en el puerto de dos buques que llegarán el próximo lunes entre 7 y 11 y media- México, castigada entre sus hermanos con la mirada de un león furioso; permaneció reacia entre el círculo de hombres que la atestiguaban darle crédito a palabras de una boca en la que ya no creía. O eso parecía ser hasta ahora. 

-¿Desde cuándo te consta algo que haya dicho Estados Unidos? ¡Es un embustero! le robó mucho a esta familia y no merece siquiera ser escuchado otra vez. Sin importar lo bueno que fue antes, ahora, sólo es una vil rata de alcantarilla- la única mujer ahí escuchó aquellas palabras con un nudo en el corazón, pues a pesar de su tan cruel verdad; le sigue trayendo los recuerdos del campo de buganvilias, o la peña rosada directo a la imaginación. 

-Te mintió. Nos mintió. ¿Qué crédito le podemos dar?- 

-El único para salvar a esta familia- reconoció la mexicana después de darse mil ensayos mentales de como no caer en la discordia. -El único que nos puede sacar de este desastre. Somos pobres, papá está en banca rota y el restaurante ya no puede cubrir las necesidades de todos nosotros. Robarle a la gente ya no es algo que me esté gustando, ni a mi ni a ninguno de ustedes...- España levantó el rostro y fijó sus ojos en la figura cansada de su hija. -Perú quiere ser pianista, Colombia quiere estudiar en bellas artes y Chile terminar la universidad. Muchos de nosotros ni siquiera terminamos la prepa y nos dedicamos a negocios fraudulentos, en los que no ganamos ni una quinta parte de todo lo que robamos. Ese, es el único crédito que yo le daría a USA. Salir de aquí, y largarnos de esta pocilga

𝕺𝖓𝖊𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 || RusmexWhere stories live. Discover now