Él se alejó de mí y después de eso no dijo nada más para dejar la habitación. Cerré la puerta a mis espaldas y me tumbe sobre la cama.

—Creo que tu padre está nervioso desde nuestra conversación en el hospital. No sé qué hacer —rodé los ojos y me levanté de golpe despeinando mis cabellos—. ¡Ahg! Odio estar confundida.

Me levante de la cama y para distraer mis pensamientos decidí acomodar mis cosas en los cajones del armario, descubrí conjuntos de ropa que no había visto antes allí, al igual que algunas cosas para bebé. Alessandro se estaba esforzando por darme mi espacio y respetarlo.

Incluso había agregado libros para cuidado de los recién nacidos. Y era lo más adorable del mundo pensar en que se había pasado todas las noches en el hospital leyendo sobre eso.

—Se está ganado el que le dé una segunda oportunidad, pero aun no estoy segura...

Me aleje del armario para ver mi figura frente al espejo de la peinadora, con cinco meses el embarazo empezaba a notarse más, así como los cambios en mí, ya no tenía tantas nauseas, pero ahora los problemas se habían trasformado en otros.

Necesitaba hacer con urgencia una lista de cosas para comprar, y entre ellas estaban incluidas los sostenes porque ya no podía llevar puesto ninguno sin que este me tallara la piel, mis pechos e habían vuelto muy sensibles y esa era la razón por la que en ocasiones no usaba. Y en cierta forma me costaba decírselo a Alessandro, era extraño acostumbrar a que ahora las cosas entre ambos habían cambiado.

Aquella misma noche decidí bajar a la cocina producto de mis antojos, en mi camino pude notar la luz de la oficina de Alessandro encendida, era un poco tarde ya y él no acostumbraba a quedarse a tan altas horas terminando trabajo así que me pareció extraño aquello. Sin embargo no le di mucha importancia y continúe con mi camino hasta llegar a la alacena en la que se guardaban los dulces.

Busque allí algunas golosinas que Alessandro había comprado para mí y antes de regresar pensé en que sería una buena idea acercarme a él y llevarle un vaso de leche tibia para que pudiera ir a dormir. Sabía que ahora había decidido dejar de ir a las empresas por quedarse en la casa y no quería que se enfermase de agotamiento físico.

—Gracias Lory, lamento mucho que este escribiéndote a estas horas, pero era bastante urgente —escuché que dijo antes de colgar el móvil.

—¿Alessandro? —pregunté antes de entrar.

Él quito su vista de la laptop y la fijo en mí.

—Es muy tarde ya, deberías descansar.

Me acerque hasta él y deje a un lado el vaso con leche tibia. Sus ojos se centraron en mi blusa y en la piel al descubierto de mis pechos. Me acomode enseguida las tiras de mi blusa subiéndola.

—He traído esto para que te vayas a la cama —le dije y aquello lo saco de su trance.

—Leche tibia —sonrió—. Igual que a los niños cuando no pueden conciliar el sueño.

—Me funciona a mí —le regrese una sonrisa—. ¿Todo bien?

Él bufo.

—He decidido cancelar las cuentas bancarias que había puesto a nombre de Carina y una propiedad que había adquirido en Milán, ella la utilizó para pasar esos seis meses con su amante. ¿Cómo pude cegarme tanto con una mujer como ella?

—Creo que de los errores se aprende, mírame a mí, no pensaría hace dos años que algo como lo que sucedió me sucediera a mí.

Él permaneció en silencio y después enlazo su mano a la mía.

FrágilWhere stories live. Discover now