O5. NaHyo → Nayeon G!P → Omegaverse → Híbridos AU → Mención de parejas secundarias
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[NA✓HYO]
Los murmullos no eran para nada disimulados al igual que pequeños suspiros que se dejaban oír en el pasillo. Algunas Omegas reían tímidas o coquetas, viendo con ojos atentos a cierta Alfa de cabellera negra que caminaba por el lugar de forma imponente y marcando su paso para demostrar dominio.
Su perfecta sonrisa contagiosa junto a sus bonitos ojos de Bambi hipnotizaban a cada híbrida de menor rango a ella que la veían con ojos de corazón y sonrisas tontas, mientras que algunos híbridos de sus misma jerarquía la observaban con admiración y cierta envidia.
Jihyo sonrió de esa manera que lograba conquistar corazones y ser reina de ellos, y no solo de uno, si no de muchos. Su leona meneaba su melena tan blanca como la nieve con orgullo, encantada con la atención que sabía debía recibir, haciendo que la humana dejara relucir sus afilados colmillos en esa blanca dentadura. El exquisito aroma a canela y miel embriagaba a casi todos por la potencia del olor, sumandole que las feromonas de Alfa eran fuertes.
Su perfecto y glorioso momento se vió interrumpido por otra persona, persona que conocía y detestaba como a ningún otro ser.
La cabellera rubia se meneaba de lado a lado mientras sus pasos resonaban y detonaban por todas partes una presencia intimidante y temible. Esa perfecta sonrisa con dos tiernos dientes delanteros hicieron que la pelinegra tuviera un pequeño tic en el ojo y torciera su propia curvatura de labios, descontenta y algo fastidiada.
Su animal interior soltó un gruñido de forma disgustada cuando conecto miradas con la rubia, sus manos se volvieron puños y un tenso ambiente se dejo caer como un balde de agua fría en la cabeza de todos en el pasillo.
Ahora los suspiros no solo iban dirigidos hacia la leona de cabellos negros, sinó también para la Alfa mayor de encantadores ojos grisáceos.
Jihyo tensó la mandíbula.
―Tú, maldita rata. ―Habló entre dientes, acercándose a paso decidido a Nayeon. La rubia rió con gracia y solo se quedó parada en su lugar, viendo como la más baja se acercaba a ella con esa carita de cachorrita berrinchuda.
―Buenos días, Zyozyo. ―Saludó con alegría cargada con un poco de burla, rodando los ojos al ver como la Alfa menor se paraba frente a ella y la encaraba poniéndose ligeramente de puntitas y asi alcanzar su rostro, viéndola con ojos determinantes.
―Ya te he dicho que no me digas Zyozyo, dientes de rata.
―Para tu información, son de conejo, Zyozyo. ―Sonrió burlona.
―Maldita fastidiosa. ―Soltó en un gruñido, apretando los puños y sin querer, sintiendo la respiración contraria mezclarse con la suya al estar cerca. ―Estaba en mi momento de gloria, Im, ¿por qué vienes a arruinarlo?. ―Lloriqueo bajito, tratando de no sonar muy infantil al reprocharle.
