Cuestionó agobiada y con ganas de soltarse a llorar, el viento comenzaba a soplar amenazando que en cualquier segundo podría comenzar una tormenta de arena y Tignari solo observaba el desértico paisaje ¿Debía continuar su caminar? ¿Y si los llevaba a una muerte segura? Las ráfagas de viento cada vez eran más fuertes y como pudo apresuró su paso, al menos debía buscar un refugio.

Sin embargo no pudo evitar sentir terror cuando escuchó una especie de gruñido... bueno no solo uno, varios gruñidos, se giró levemente y pudo divisar lo que parecían enormes lobos de pelaje oscuro muy amenazantes, probablemente sus intentos de supervivencia y adrenalina le dieron la oportunidad de correr aún con todo lo que llevaba, desesperada de alejarse por fin divisó la aldea, sonrió aliviada y con lágrimas en los ojos pero antes de que pudiera poner un pie sobre el puente que le haría llegar a su destino uno de esos lobos apareció frente a ella apunto de darle un zarpazo.

Por reflejo alcanzó a detenerse pero con un material tan resbaladizo como la arena perdió el equilibrio y cayó al suelo junto Cyno, se quitó la mochila tan rápido como sus cansadas y entumecidos brazos y manos se lo permitieron y rápidamente se colocó sobre el albino en un intento de protegerlo, sin embargo el ataque nunca llegó.

Al levantar la mirada se encontró con una chica que bloqueaba el ataque con un escudo y con su otra mano portaba una lanza con la que se defendía.

-En cuánto tengas oportunidad toma al chico y corre con él a la primera casa, ahí estarán a salvó, me haré cargo de estás cosas- Ordenó sin mirarlos.

-Son al menos 5 resguardarte también y deja que se vayan después de la tormenta podré ayudarte a deshacernos de ellos- Sugirió el de cabellos negros cargando nuevamente a Cyno, no iba a perder el tiempo en esa situación.

-...Bien

Tignari logró lanzar uno de sus frutos para poder distraer a los lobos y una vez se distrajeron corrió a la primera casa como se le había dicho, la chica tomó la mochila y rápidamente los siguió apenas se encerraron la tormenta se desató, como si hubiera tenido piedad de ellos y esperado a que se refugiaran, la de cabellos negros nuevamente se encontraba en el suelo junto a Cyno que seguía inconsciente, su cuerpo al fin había cedido al cansancio, todo le dolía.

En cambio la chica amablemente le acercó un vaso con agua aunque le hubiera gustado tomarlo por cuenta propia le fue imposible, ella no dudó en ayudarle a beber, dándose cuenta que sus labios estaban súper secos por el clima al que estaba tan poco acostumbrado.

Pronto cruzaron la mirada y se encontró con unos ojos peculiares, uno dorado y el otro azul "Es fácil de reconocerla, ella tiene heterocromía" esas palabras provenientes de Cyno regresaron a su mente ¿Cuál era el nombre?

-¿Candace?- Balbuceo entre sorprendido y dudoso, pues esperaba no equivocarse.

-Si ¿Cómo sabes mi nombre?

La ahora conocida Candace le observó curiosa a lo que Tignari apuntó al inconsciente Cyno, pronto y con dificultad lo sujetó acomodándolo en sus piernas.

-Cyno me habló un poco de ti, puedo explicar qué está sucediendo pero primero ¿De casualidad tienes medicamentos? Los repondré después pero ahora necesito tratarlo- Expresó ambiguamente sin embargo Candace no hizo más preguntas y fue en busca de los medicamentos de los que disponían.

En cambio Tignari explicó su viaje y como en Caravasar Ribat el de tez morena se sintió peor pero sus opciones eran limitadas así que debió tomar una decisión y su única alternativa era la aldea Aaru para buscarla a ella, por supuesto Candace estaba más que sorprendida ¿Cómo era posible que alguien como él pudo cargar al gran juez y dos mochilas que se veían pesadas? No solo eso, el largo camino y las inclemencias del desierto, sin duda eran protegidos por la arconte.

-Entiendo, nunca espere ver al gran juez en ese estado pero aunque sea una persona excepcional en su trabajo no hay que olvidar que también es humano, quédense el tiempo que sea necesario y no duden en pedir lo que necesiten, no hay habitaciones disponibles pero haré lo posible porque tenga un lugar cómodo

Candace fue a buscar algunas cobijas y colchas para que pudieran acomodar mejor al general aunque sea en una habitación improvisada en un espacio libre de la casa, mientras tanto Tignari se duchaba rápidamente para quitarse el sudor y la arena, dentro de poco caería rendido.

Al salir Candace ya había incluso acomodado a Cyno en el pequeño espacio que les había adaptado como habitación también había acomodado algunas telas que funcionaban como cortina/ puerta para darles privacidad.

-Muchas gracias por todo y lamento las molestias, si hay algo en lo que pueda ayudar durante mi estancia dímelo, soy guarda forestal pero también funjo cómo doctor así que si hay algún enfermo puedo revisarlo y con suerte podré preparar algo- explicó sonriendo pero evidentemente agotado.

-Descuida debes descansar mañana será otro día, durante la noche les echaré un vistazo por si necesitan algo- Aseguró Candace a lo que Tignari asintió sonriendo.

Una vez la de cabellos azules se retiró, la guarda forestal cerro la cortina y se dispuso a checar las heridas de Cyno, sus ojos ardían y comenzaba a ver un poco borroso por el cansancio y probablemente lo seco del ambiente pero no podía descuidar al albino, afortunadamente sus heridas parecían sanar sobrehumanamente rápido, asumió que en parte era por el espíritu que poseía el gran juez y una vez seguro de todo por fin se acurrucó a su lado y cayó profundamente dormida.

El secreto de TignariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora