Capítulo 5

1.4K 143 28
                                    

Mientras Tignari pensaba cómo resolver su problema con las mochilas, se dispuso a realizar un poco de medicamento con lo que tenía, no sería tan eficiente como le gustaría pero al menos serviría para estabilizarlo lo suficiente para su viaje.

-Nari... - Llamó él debilitado general.

-Estoy aquí, necesito que tomes esto... te ayudará un poco, no tengo los materiales para hacerte un medicamento en forma- Murmuró acariciando su rostro con suavidad a lo que Cyno abrió la boca para poder tomar aquel medicamento.

Pensaba que sería amargo pero al parecer la guarda forestal que hacía el papel de su doctor personal se había tomado la molestia de endulzarlo aunque sea un poco para él.

-Es pero que sepa bien, te ayudará a descansar y con suerte te sentirás mucho mejor cuando despiertes- Aseguró la de cabellos negros sonriéndole en un intento de ocultar su angustia.

-Gracias Nari...

Apenas susurro esas palabras las lágrimas invadieron aquellos ojos carmesí que solía ser amenazantes y fríos ante los ojos de la mayoría de personas, Cyno sabía que su camino era solitario y muchas veces tenía que arreglárselas con lo que tuviera en mitad de la nada en una zona desértica pero en ese momento no solo la calidez de Tignari y su esfuerzo por mantenerlo bien le conmovieron, eran años de soledad y cansancio los que ya hacían acumulados sin poder mostrar una sola pizca de debilidad por su bien y el bienestar de sus allegados,  de algún modo se sintió en plena confianza para dejar escapar todo eso que ocultaba.

-Está bien Cyno, estoy aquí para ti y haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte, protegerte y no solo eso... siempre que me lo permitas ayudare a llevar esa pesada carga sobre tus hombros, no estás sólo- Murmuró abrazando al mencionado en un intento de darle consuelo.

Quizá pasó un rato cuando el efecto del medicamento por fin durmió al cansado Gran juez, Tignari lo recostó nuevamente y limpio las lágrimas que habían quedado y aunque se hubiera querido quedar junto al albino, debía preparar las cosas para poder moverse a su nuevo destino, la aldea Aaru.

Esculco la mochila de Cyno encontrando un mapa, podía darse una idea de dónde ir y para su suerte había aprendido un poco sobre cómo guiarse con las estrellas que pondría en práctica está ocasión, por suerte era de noche.

Aparte de  deshacerse de cosas que consideraba innecesarias movió las cosas más pesadas a la mochila del de tez morena pues parecía de mejor calidad además de más grande que la suya y lo ligero lo colocó en su respectivo bolso la cual colocó en Cyno, en un intento de buscar balance y no caer fácilmente durante su caminata.

-Bien, será un largo viaje Tignari, debes estar preparado para todo, tormenta de arena, enemigos, no tomar agua por una horas aprovechando que es casi de noche no será tan necesario pero sobre todo proteger a Cyno cueste lo que cueste.

Una vez preparada mental y físicamente se las arregló para acomodar la mochila del albino en la parte delantera de su cuerpo, una vez seguro de que no se caería con facilidad luchó por subir al gran juez sobre su espalda al cual ya le había colocado su usual capa, su largo y agotador camino acababa de comenzar.

Lento y muy atenta a su en torno salió de Caravasar Ribat, agradecía su agudo oído que le daban margen a esquivar enemigos con antelación, sin embargo su lento andar comenzaba a pasarle factura, ¿Doloroso? Por supuesto ¿Dispuesta a detenerse? Para nada, no iba a poner en riesgo ni a Cyno ni a ella misma, aunque si estuvo por caer algunas veces por la arena que no era tan firme como la tierra.

-Por favor llevo horas caminando ya no siento mis brazos ni mis piernas ¿Dónde está la aldea? ¿Me equivoqué de camino? por los siete que no sea así.

El secreto de TignariWhere stories live. Discover now