Capítulo 13

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Los meses pasaron, año nuevo paso y  cada día en el que te visitaban los chicos, estabas peor y peor, las pastillas no hacían más que acumularse, gracias a eso tu apetito fue desapareciendo día tras día, dejándote en los huesos. Pero aún con todo eso, siempre mostrabas una encantadora sonrisa a los chicos, porque ellos eran tu cura del día a día.

–¡Dijiste que aún le quedaba un año!– dijo el rubio tatuado mientras agarraba al doctor del cuello de su uniforme.

–Tranquilicese señor –contesto para luego zafarse –lo que pasa es que el señor _______ tiene una salud física pésima, la medicina que le damos ya no es tan efectiva como lo era al principio.

Los gritos de todos en los pasillos y el médico alzando la voz para explicarles llegaron a tus oídos mientras tu mirada se dirigía a la ventana buscando una distracción.

–Ruidosos...

[...]

Tu único deseo cuando ni siquiera conocías a los chicos.

Era morir

No te sentías capaz de sobrellevar las cosas, "¿Qué haré?¿Qué pasara después?¿Qué debo hacer con mi vida?", Eran los pensamientos que siempre rondaban en tu cabeza sin fin, tenías miedo y no lo negaste, miedo al futuro, miedo al pasado y miedo al presente.

Tu única solución fue el suicidio pero Aki siempre estaba para impedirlo, sea donde sea, Aki te encontraba y te detenía entre lágrimas mientras te regañaba, así que la única opción que tenías y que pasaría desapercibido por Aki fue, comer comida basura que deteriorarse tu salud. Comías y vomitabas, esa era la rutina...un chico de no más de 12 años empezó a tomar como rutina el vomitar y comer, doloroso, muy doloroso. Y un día en la escuela tu cuerpo entero no pudo más y te despayaste en medio de clase.

–¡Tú! –el enojo de Aki era más que justificado, levanto la mano, cerraste tus ojos esperando la bofetada pero ahí se quedó la mano, en el aire.

En cambio lo que recibiste fueron los cálidos brazos de aquella mujer pelinegra mientras soltaba cascadas de agua salada, aún sin ser su culpa, aún sin tener algo de sangre en común o siquiera parecerse, aquella mujer que trabajaba en la segura social, había tomado sin darse cuenta a este niño como su hijo, y dolía, porque este niño solo podía pensar en morirse.

Aferrado al pasado, temeroso ante el presente y dudoso ante el futuro. Doloroso, muy doloroso

[...]

Al día siguiente saliste del hospital, llevabas una sudadera y unos pantalones, caminando hacia el chico enfrente tuyo y agarrándose de su brazo.

–¿Listo para nuestra cita?– preguntó Draken.

–¡Claro que sí!

Los dos se dirigieron primero a comprar ropa, bueno, más bien Draken entro y te prohibió entrar, al salir te arrastró a una peluquería y ahí lo entendiste.

–Draken...– lo miraste con ojos de cachorros regañado.

–Estoy aquí para ti– después beso tu frente –la opinión de gente puede chupármela.

Soltaste una risa leve antes de entrar ahora con más confianza. Al terminar te miraste al espejo, te gustaba tu corte a capas, se veía bien en ti aún cuando habías perdido mucho peso por tu condición médica.

–Hacen muy bonita pareja– dijo la peluquera al ver como tu novio te rodeaba por la espalda con sus brazos –serian****** yenes.

Salieron de ahí felices después de pagar, el resto del día fueron de lugar en lugar hasta por la noche terminar en la banca de un parque mientras hablaban y comían la cena que habían comprado hace nada.

–Si yo tuviera una hija contigo, le rezaria a los dioses para que se pareciera a ti– comento el rubio.

–Jaja, eso es imposible, somos chicos– respondiste mientras jugabas con su mano entrelazada con la tuya –si eso, podemos adoptar a una niña.

Dejaste de sentir el calor de Draken alado tuyo y viste como se levantaba poniéndose delante de ti, se secaba las manos pareciendo nervioso al hacerlo.

–_________, tengo algo importante que pedirte– trago una bocanada de aire ante tu mirada interrogativa –Casate conmigo.

Se arrodilló ante ti mientras sacaba unos anillos de pareja.

– Se que aún somos jóvenes pero realmente te quiero y quiero que seas mi compañero de vida, quiero que seas mi prometido– la voz de aquel hombre enfrente de tus narices era claramente la voz de alguien que tenía los nervios a 100 –Esperare lo que tenga que esperar, aún si es una vida o si son dos, esperare a que podamos estar juntos y tomar tu mano hacia el altar.

Bajaste la cabeza, sin decir ni hacer nada, haciendo que el rubio se pusiera nervioso, a lo mejor lo pidió en un mal momento o debería haberse quedado callado desde un principio...o el chico enfrente suyo no compartía esos sentimientos.

–¿No te arrepentirás en un futuro? –Draken miro tus ojos cristalizados que estaban apunto de brotar gruesas lagrimas– sabes que me voy a morir pronto y, yo...yo.

Agarraste tu pecho del dolor, ¿Por qué ahora?¿Por qué ahora que se iba a morir? Esto debía ser una mala broma de Dios.

– Jamás me arrepentiría –los ojos determinados del chico te sorprendieron haciendo que tus ojos se cristalizaran –Si eres tú, jamás me arrepentiría.

–¡Si, mil veces si!– giraste para tirarte a sus brazos, los dos lloraron mientras se abrazaban entre si como si en algún momento uno de ellos se fuese a ir.

–¡Felicidades!– los chicos saltaron de detrás de un arbusto asustando te.

–Valio la pena esperar aquí toda una tarde– sollozo Takemichi.

–Animo Aibo.

–¡Mañana boda chicos, fiesta en mi casa!– grito Mikey.

Esa noche fría de invierno, fue calentada por las risas de aquellos amigos celebrando un acontecimiento memorable, al menos, para ellos lo era.










Se terminó el primer trimestre de Insti pero empezará el segundo, feliz pero no mucho 😔.

Curame [Draken x male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora