— ¿Clientes? ¿Quieres decir que sois... —dejo la pregunta a medias.

— Prostitutas cielo, somos prostitutas.

— Pero... —no lo entiendo.

— Ninguna estamos aquí por que queramos —dice una de las más rubias de todas—, todas llegamos cómo tú.

— ¿Os raptaron? —le digo de repente.

— Raptadas, compradas, vendidas... ¿qué más da? Todas acabamos aquí, al fin y al cabo.

— Pero ¿por qué yo?

Todas se encogen de hombros. Ninguna parece saber cómo funciona esto realmente.

Raluca, aparece frente a mí con un plato de fruta, otro con huevos y zumo.

— Come pequeña —me dice.

Comienzo a comer bajo la atenta mirada de todas las chicas, tengo hambre, a pesar de la cena de anoche.

— Buenos días muchachas —Oana aparece por la puerta. Va vestida con un traje muy elegante—. ¡Vaya! —dice con sorpresa— Me alegra verte aquí —se dirige a mí y me toma el mentón con su mano—, disfruta del desayuno. Luego tienes que asearte y el médico se pasará por tu cuarto en poco tiempo.

Se mira el reloj y se sirve un café.

Es extraño sentir que parecen una familia normal, nadie parece estar retenido aquí y la verdad es que esto es una maldita cárcel. ¿Por qué ninguna parece querer abandonar este lugar? Yo quiero salir corriendo. ¿Ellas no?

Poco después estoy lista para la famosa visita del médico. Estoy nerviosa, no sé lo que pretenden hacer conmigo después. Pero he llegado a la determinación de que confiar en Oana es mi mejor baza. Las chicas que viven aquí, sí venden su cuerpo, pero, parecen contentas, al fin y al cabo. Y Oana ya me ha advertido sobre mis padres. Si no me quedo aquí, ellos están en peligro. Y antes de pensar en huir, debo trazar un plan que sea decente. Además, debo averiguar donde se han llevado a mi hermana. Me han dado a entender que está viva, debo localizarla e intentar llegar hasta ella para volver a casa y escondernos todos juntos, aunque sea el resto de nuestra vida.

Unos golpes suenan en la puerta y me pongo nerviosa. Nadie abre la puerta y vuelven a llamar. Recuerdo que no está cerrada.

— Adelante —digo en voz alta.

Oana aparece con un hombre que lleva una bata blanca.

— Hola preciosa —me sonríe—. Este es el Doctor Andrei, él va a hacerte un riguroso examen médico.

— Vale —asiento con la cabeza.

— Estaré fuera si me necesitas —me dice y se va dejándome a solas con el doctor.

No parece muy mayor, algo regordete y con cara de buena persona.

— Hola —se esfuerza por hablar en ruso—, necesito que te quites la blusa... —me mira incómodo— el vestido.

Hago lo que me dice sin pensarlo demasiado. Es un médico, no creo que me haga nada malo ¿no?

— Bien, quiero que te tumbes boca arriba en la cama.

Asiento de nuevo y me tumbo como me indica en la cama. Él se coloca una de esas cosas que se ponen en los programas de la tele, otestocopio... ostecopio... mmm... no estoy segura. Me pide que inspire y espire varias veces y lo coloca en distintas zonas de mi pecho.

Asiente con la cabeza y apunta unas cosas en una libreta que lleva.

— Esto puede parecer raro, pero necesito que te bajes las braguitas para revisarte bien.

Le miro frunciendo el ceño. ¡Claro que suena raro! Nadie tiene que mirar ahí abajo. Pero no voy a discutirle, creo que no estoy en la mejor posición.

Una vez lo he hecho, me coloca las piernas abiertas y dobladas y me introduce un bastoncillo por mi zona intima. Es bastante desagradable.

— Tranquila, esto ya casi está.

Lo saca y lo guarda con cuidado en una cajita. Sigue anotando cosas en su libreta. Me cojo las manos con nerviosismo y me las aprieto fuerte.

— Vale, ya puedes ponértelas otra vez.

Después de un rato, me ha palpado el vientre, me ha mirado los ojos, los oídos, me he vestido y varios análisis más.

— Ha sido un placer Bianca —me tiende la mano y se la doy.

Es agradable ver que la gente al menos me sigue tratando como a una persona humana.

— Lo moratones que presentas se irán rápido, si te molestan o te duelen pídele algunas pastillas a la señora Bogdan, ella sabe qué debe darte.

— Gracias —le digo.

Observo como sale de la habitación. La puerta la deja entreabierta y me acerco corriendo. Oigo la conversación entre el doctor y Oana, pero no entiendo nada. Hablan en Rumano. Cuando la conversación finaliza, vuelvo corriendo a la cama y me siento con las manos en el regazo.

— Bien —Oana aparece de nuevo por la puerta—, ya ha pasado todo, preciosa. Pronto tendremos los resultados. Por el momento son... —agacha la mirada, no parece positivo— favorables.

— ¿Favorables? —pregunto.

— Sí, al jefe le gustará saber que eres virgen cómo pensaban.

— ¿Eso qué... —me muerdo el labio inferior— significa?

— Eso significa qué estarás poco tiempo aquí. Pronto vendrán a por ti.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Preciosa, yo... no puedo decirte más de momento. Vamos a esperar unos días a ver qué pasa. Estate tranquila.

— Necesito que me digas qué va a ser de mí.

— Eso nadie lo sabe preciosa —sus manos acunan mi cara y limpian una lágrima que no sabía que tenía—, pero es bueno. Al menos no te prostituirán.

— ¿Y eso es bueno? —la mujer se encoge de hombros. Me abraza fuerte y me besa la coronilla.

— Vendré a recogerte a la hora de la comida.

Oana se aleja de mí y me quedo sentada en la cama. Cómo si algo terrible acabase de pasar. No entiendo bien qué sucede. Pero tengo claro que no es nada bueno. Quizá sí deba escapar.

Pero, estoy en Rumanía. No tengo pasaporte, no tengo papeles, no tengo dinero. ¿Cómo hago algo así? 

Este capítulo ha sido cortito

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Este capítulo ha sido cortito. Pero quiero contar las cosas poco a poco. Espero que sepáis esperar y le deis tiempo a Bianca para dar a conocer su historia. 

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now