12. Palabras hirientes

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Fue entonces cuando sonó el teléfono de Hugo. Lo sacó de su bolsillo, y leyó seguidamente el nombre de Samira en la pantalla.

—Contesta. Es ella la que realmente importa, no yo.

—Ahora estoy hablando contigo —me sonrió.

—En unos minutos me voy a ir, y no volverás a verme en mucho tiempo.

—Eso decimos siempre y continuamente volvemos a encontrarnos casualmente.

Asentí.

—Pero ya no hay más lugares donde tú y yo podamos coincidir. Ya sé que sitios no frecuentar para no verte.

—La ciudad es muy grande.

—No tanto.

Desvió la vista de nuevo al aparato que seguía sonando, y entonces descolgó.

—Hola cariño —saludó ella apresuradamente—. Siento haberme enfadado por esa tontería. Te amo sobre todas las cosas, y no quiero que lo nuestro termine nunca. Voy a tu casa y dormimos juntos, ¿vale? —habló tan rápido que me costó entenderla.

—Está bien. Adiós.

Y siendo así de breve colgó.

Carraspeé, y seguidamente Hugo volvió a guardar su móvil en el bolsillo trasero.

—¿Cuánto tiempo lleváis juntos?

—Tal vez un mes y medio.

—¿Y ya siente que te ama? —cuestioné sorprendida.

—Me conoces. Sabes que no creo que sienta amor, porque no veo posible que sólo estando juntos tres horas a la semana durante un mes y medio pueda sentir eso por mí.

—Entiendo.

—Pero también he de decir que empecé a sentir algo muy fuerte por ti desde el inicio de nuestra relación. Así que... podría ser.

Asentí.

—Bueno... No quiero meterte en problemas cuando Samira vuelva. Me marcho ya.

Esa vez asintió él, y tuvo la intención de acercarse para darme un abrazo como despedida, pero me retiré y procedí a salir de su casa a paso ligero.

Antes de desaparecer, le miré una última vez. Tenía sus manos sobre la cabeza, y dio media vuelta para volver a su cuarto. Cerré de un portazo y me alejé lo más rápido que pude del lugar.

Transcurridos cinco minutos, llegué a mi casa y me dirigí a mi cuarto.

Me duché y me vestí cómodamente: con un pantalón de pijama y una camiseta ancha.

Preparé mi comida, algo ligero ya que no me apetecía cocinar, y cuando lo tuve hecho fui al comedor y me dejé caer en el sofá. Puse la televisión y fui pasando canales hasta que encontré una película que parecía interesante.

A los pocos minutos, golpearon a la puerta varias veces. Me extrañó, ya que no esperaba visita, y me dirigí hacia allí parar abrir.

Delante de mí quedó un chico de unos veinte años con una sonrisa forzada.

—Hola —saludé.

—Hola, soy Mario, el vecino de arriba, y se me ha caído una camiseta de mi madre por el patio que ha acabado aterrizando en tus cuerdas de tender la ropa. ¿Podrías devolvérmela, por favor?

—Por supuesto, en un segundo te la traigo.

Me dirigí hacia el lavadero y efectivamente, había una camiseta de color morado encima de las cuerdas. La cogí y volví con el chico. Le cedí la prenda y la puso sobre su brazo.

—Te lo agradezco. Es su camiseta favorita y si se la llego a perder me mata.

—No hay problema.

—Como agradecimiento, un día podrías subir y pasamos la tarde jugando a videojuegos o algo así. No sabía que vivía alguien tan joven. Pensaba que todo sólo vivían en este edificio señoras de cincuenta años o más.

—Yo también, la verdad. Me ha sorprendido verte a ti.

—Pues ya sabes, un día te espero.

—Claro, un día de estos subiré y jugamos a videojuegos.

—Genial. Hasta pronto entonces.

—Adiós.

Continuará...

Hugo y Lisa siempre están igual. Parece que "el mundo" les quiere juntos, porque siempre terminan encontrándose o aquí o allí.

Peeeero... como bien ha dicho Lisa, no volverán a verse en mucho tiempo, porque sabe que lugares no frecuentar. Después de esto, ¿quién realmente cree que no volverán a encontrarse? A mí me cuestra creerlo...

Gracias por leerla <3 Votad y comentad que os parece. Como bien sabéis, me encanta leer vuestra opinión en los comentarios.

Nos leemos pronto, queridos lectores. Sois geniales *_*

Sabía que volverías (SA, LP#2)Where stories live. Discover now