12. Palabras hirientes

1.3K 115 25
                                    

—No-no vuelvas a acercarte tanto —mi voz sonó más débil de lo que me hubiese gustado.

Se levantó del sofá y asintió. Se quedó estático enfrente de mí.

—No sé lo que me ha pasado por la cabeza; sólo sé que no volverá a ocurrir nunca más. A mí sólo me gusta Samira y...

—Entonces, ¿por qué has tenido la intención de besarme?

No recibí respuesta por su parte. Se mantuvo en silencio.

—Quiero saber porqué Hugo —insistí.

—No hay una razón.

—Querías seguir viéndome pero no había un porqué; querías besarme, pero tampoco existe motivo. ¿Qué es lo que haces entonces? ¿Jugar conmigo a tu antojo?

—Si quieres un porqué, entonces tómatelo como que estoy jugando contigo. Ódiame de una jodida vez. Aléjate de mí, Lisa.

—¿Disculpa? —no podía creer lo que oían mis oídos—. ¿Qué me aleje yo de ti? ¡Eres tú!

—Yo no he ido hoy a tu casa. Estás tú en la mía.

Del enfado que tenía, mi respiración se hizo más irregular y mi pulso se disparó.

—No sé qué hago aquí.

Él alzó sus hombros como respuesta. Y fue entonces, cuando me miró de nuevo. Su mirada entró en contacto con la mía durante una fracción de segundo. Necesitaba que ese fuese el último instante que sus ojos azules entraran en contacto con los marrones que me pertenecían. Necesitaba alejarle de mí de una vez.

—Eres el idiota más incomprensible del mundo. No sé cómo pude creer que... ¡bah! —me levanté rápidamente, y cuando iba a marcharme obstruyó mi paso a la altura de la puerta.

Nuestros cuerpos entraron en contacto unos segundos, pero velozmente me alejé una distancia considerable.

—Déjame ir —mi voz tembló.

Sabía que iba a llorar. Pero jamás lo haría delante de él. Más no.

—Te conozco lo suficiente como para saber que, después de dar un fuerte portazo, tus preciosos ojos empezarán a llorar.

Me repetí decenas de veces que aguantase, pero sus brazos me rodearon y no pude contener el llanto.

—¿Ves? Estar contigo no me hace bien —dije como pude entre sollozos.

Desplazó una de sus manos a mi cabeza, y empezó a acariciar mi cabello.

—Lo siento Lisa.

Chisté y llevé mis manos a su pecho. Instantáneamente le empujé.

—¡No me pidas disculpas! —limpié mis lágrimas con fuerza—. Siempre estamos igual. ¿No te cansas? Sueltas palabras que obviamente me afectan, y después me pides perdón. Es un círculo vicioso que nunca termina.

—Ódiame —mordió su labio inferior y por último, volvió a abrazarme.

Mantuve mis brazos pegados a mi anatomía, y en ese momento reprimí las ganas que tenía de abrazarle como él hacía conmigo y llorar en su hombro. ¿Por qué quería devolverle la muestra de afecto si él era el motivo de mis lágrimas?

¡Bah! ¿Qué importaba? Cuando me encontraba entre sus brazos, no podía sentirme mejor. Claramente, Hugo Sánchez conseguiría llevarme a la locura.

—No entiendo por qué quieres que te odie. Aunque bueno... ésto es como todo lo que últimamente sucede entre tú y yo. No comprendo absolutamente nada.

Sabía que volverías (SA, LP#2)Место, где живут истории. Откройте их для себя