Lo miró por un momento sorprendido por la explosión. Desde niños supo que para Nal el tema de su madre era difícil, algo que lo carcomía, y es que Gerna murió por traerlo a él a la vida y, luego, a medida que fue averiguando cosas sobre la ciudad de los lobos, sobre los fieles, entendió hasta qué punto aquello era un tema delicado para Nalbrek por todas las sórdidas circunstancias que llevaron a una niña de once años a elegir quedarse embarazada para huir de su destino. Lo que nunca imaginó fue que, en realidad, la razón de aquel dolor era la culpabilidad al saberse el arma que su madre eligió para morir y, lo que era peor, saber que cumplió con su cometido matándola. Ahora la petición de Andros cuando le dijo que ayudase a Nal a asimilar la muerte de su madre, que lo que ocurrió no era culpa suya, tomaba más sentido. No se trataba de ayudarlo a aceptar que su madre murió al nacer él, sino a aceptar que su madre pudo amarlo a pesar de que fue concebido como una forma de suicidio.

—Como si hiciese falta que me lo dijese —murmuró disgustado—. Así que mataste a tu madre —le dijo mirándolo desde arriba—. Tú, un bebe recién nacido tan débil que incluso los alfas de la ciudad lo desecharon. A una loba de once años. A eso se le llama sobrevalorarse.

—Tú no lo entiendes.

—No, no lo entiendo —admitió—. Los alfas de tu ciudad son unos locos enfermos y tu madre demostró tener mucho carácter a pesar de su edad deshaciendo sus planes. ¿Qué tiene eso que ver contigo? Fue tu madre la que lo hizo, no te apropies del mérito.

—Pero al quedarse embarazada de mí...

—¿Al quedarse embarazada de ti qué? —lo interrumpió molesto—. Eso era lo que ella quería y lo logró. Si yo fuese tú, estaría muy orgulloso de haber tenido una madre así. No todo el mundo habría tenido tanto valor a esa edad, mucho menos tanta inteligencia.

—Pero si se hubiese quedado embarazada de mí, estaría viva.

—No. Habría sido convertida en lobo y obligada a tener una camada tras otra hasta su muerte por agotamiento tan solo para que los alfas de la ciudad pudieran presumir de un accesorio sacrificable. No sé tú, pero yo pienso que tu madre hizo lo correcto.

—Pero debe odiarme.

—¿Odiarte? ¿Odiarte por qué? Ella eligió a su pareja, ella eligió quedarse embarazada, ella eligió seguir con el embarazo, ocultar quién era el padre, tenerte. Si te hubiese odiado, ¿habría preparado cosas para tu nacimiento? ¿Le hubiese pedido a Andros que te pusiese a salvo? ¿Habría pasado tantos meses pensando tu nombre y negándose a aceptar que otros lo decidiesen? ¿Te hubiese cuidado durante los últimos días de su vida manteniéndote a su lado? Dime cuál de todas esas cosas te hace pensar que te odiaba —le pidió—, porque yo solo veo a una niña que consiguió burlar a su destino y a una madre que logró poner a su hijo a salvo. Nada más.

—Pero yo la maté —repitió Nalbrek.

—Deja de decir tonterías, lobo estúpido —le advirtió golpeándolo furioso. ¿Cómo podía ser tan idiota?— .Tú solo naciste, no es culpa tuya que el embarazo fuese así, que tu padre fuese ovíparo y tu madre vivípara, que el huevo se quedase dentro hasta que tuviste que salir. Tu madre eligió quedarse embarazada de alguien incompatible y seguir adelante con el embarazo, tu padre eligió estar cerca de alguien de otra especie, ¿pero tú? ¿Qué elegiste tú? Fuiste quien tuvo menos elección en esta historia. Fue tu madre la que eligió su destino, alégrate por ella. Y si quieres culpar a alguien de lo que ocurrió, culpa a esos alfas enfermos de la ciudad de los lobos que, en nombre de la "manada", obligaron a una niña de once años a hacer algo así. Nalbrek, en la habitación de tu madre había ropa para ti, ¿de verdad crees que ella la hubiese preparado si te odiase?

—Pero eso pudo traerlo la gente de la ciudad.

—Claro. Pudo burlar una férrea vigilancia y quedarse embarazada delante de sus narices, pero no pudo deshacerse de un par de trozos de tela. Muy creíble. Si ella no las hubiese querido allí, habría encontrado la manera de que no estuviesen allí. Nalbrek, tal vez al principio tu madre no pensase más allá de quedarse embarazada para morir, pero cuando supo de tu existencia te esperó, te dio un nombre, uno que pensó durante meses y que te unía con tu padre, con otra parte animal, y se aseguró de que escapabas al destino de tu familia. Si eso no significa que te amaba, no sé qué puede hacerlo.

Cambiantes Libro III TrascendenciaWhere stories live. Discover now