𝐱𝐢𝐢. arvid/ el sacrificio

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—𝘛𝘶 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘳𝘤𝘪𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘮𝘪́𝘢. —Artemis le dice, buscando en los pliegues de su capa para producir una manzana roja brillante. Se la ofrece a la niña con una sonrisa, observando con satisfacción como ella la agarra sin dudarlo.

—𝘏𝘦𝘭𝘨𝘢 𝘦𝘴 𝘢𝘮𝘢𝘣𝘭𝘦. 𝘌𝘭𝘭𝘢 𝘵𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢𝘳𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯 —Artemis habla lo mejor que puede. Helga sonríe ahora que Tanaruz está más calmada.

—Entonces, ¿puedes hablar otros idiomas? —Ivar pregunta, tirando con delicadeza de uno de los rizos de Artemis para llamar su atención. Ella frunce el ceño, volteándose para mirarlo y a su pequeña mueca.

—No muy bien —ella murmura—. Apenas puedo pronunciar el tuyo correctamente.

Ivar se ríe, asintiendo con la cabeza.

—Tu acento es terrible —el responde, sonriendo cuando ella vuelve a fruncir el ceño, pero fue solo para molestar.

Tanto Floki como Helga observan su intercambio con los ojos muy abiertos, sorprendidos por la naturaleza juguetona que tenían el uno con el otro.

Artemis aparta los ojos de los burlones de Ivar para volver a mirar a Tanaruz. Ella se inclina hacia adelante, tendiéndole las manos alentadoramente. Tanaruz duda pero finalmente baja la manzana a su regazo para agarrar sus manos. Eran tan pequeñas y frías, y ella se estremecía como un conejo asustado.

—𝘕𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘢𝘴 𝘮𝘪𝘦𝘥𝘰 —Tanaruz parpadea ante la declaración, girando su cuerpo para mirar hacia Helga y Floki antes de mirarlos.

—𝘌𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘢 𝘮𝘪 𝘮𝘢𝘥𝘳𝘦 —ella comienza—. 𝘠 𝘮𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘭𝘦𝘫𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘩𝘰𝘨𝘢𝘳

Artemis se quedó atónita en silencio por un momento. Se lame los labios y suspira, bajando la cabeza en tristeza por la niña. Tanaruz estaba traumatizada y tenía todas las razones para sentir resentimiento.

—¿Que fue lo que dijo? —Floki pregunta con los brazos cruzados. Se estaba cansando de la interacción. Esto debe haber sido lo que quiso decir acerca de perder la paciencia.

—Ella está angustiada. Dice que mataron a su madre —Artemis responde, sus ojos nunca dejaron a la chica que tenía lágrimas en los ojos de nuevo.

Ella aprieta sus pequeñas manos para consolarla antes de volverse para mirar a Ivar. El no estaba en absoluto interesado en la situación, pero su interés sólo alcanzaba su punto máximo cada vez que Artemis dejaba que el idioma extranjero saliera de sus labios.

—¿𝘛𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘥𝘪𝘰𝘴? —le pregunta a Tanaruz, y la niña asiente, alejándose de Helga para ver mejor a la chica que hablaba su idioma.

—𝘈𝘭𝘭𝘢𝘩 —ella responde.

—𝘖𝘳𝘢 𝘢 𝘦́𝘭. 𝘌𝘭 𝘵𝘦́ 𝘥𝘢𝘳𝘢́ 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘻𝘢𝘴 —Tanaruz solloza, mirando a Artemis a través de sus gruesas pestañas.

Después de un momento asiente, volteándose para enterrar su cabeza en la suave lana del corpiño de Helga.

—¿Que le dijiste? —pregunta Helga frenéticamente, sus grandes ojos azules inquisitivos.

—Le dije que eres una mujer amable —Helga sonríe ante esto—. Y que debería encontrar consuelo en su Dios.

—Su Dios no la ayudará —Ivar resopla, echando un último vistazo a Tanaruz antes de arrastrarse hacia la puerta.

𝐅𝐎𝐑𝐆𝐈𝐍𝐆 𝐀 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 ━ 𝐢𝐯𝐚𝐫 𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐨𝐧𝐞𝐥𝐞𝐬𝐬  Where stories live. Discover now