—Le dije que yo me encargaba de todo así que no se preocupe por su padre, y sobre el asunto de sus amigas no puede dejar que se salgan con la suya.

—Ya ha hecho suficiente por mí, y si decido seguir con las heridas de mi corazón, es decisión mía no suya. No quiero deberle más nada a usted.

Él furioso se levantó de la silla y encaminó sus pasos hacia la puerta.

—Has lo que quieras entonces Chiara, pero no olvides que has firmado un acuerdo conmigo y que tienes que cumplirlo.

Él cerró con fuerza la puerta a sus espaldas, me devolví a la cama con un nudo creado en la garganta.

Tienes razón Alessandro, hay un acuerdo, uno que yo misma he firmado, pero me encargaré de destruirlo. No dejaré que te quedes con mi hijo. Hare trizas ese papel.

**

Me llevé a la boca algunos frutos secos mientras veía un programa de televisión. Los decoradores habían llegado desde muy temprano en la mañana a poner el sin fin de adornos por toda la casa. Al parecer todo debía estar listo antes de las cinco de la tarde.

Carina tenía un buen gusto en la decoración lo admitía, lo que si no sabía era si todo su trabajo valdría la pena porque desde muy temprano por la tarde había escuchado muchos relámpagos. Lo que pronosticaba una fuerte lluvia.

—Carina, creo que lo mejor es dejar la cena para otro día —escuche a Alessandro mientras dialogaba con ella por el teléfono—. Podemos pagar nuevos decoradores, no está haciendo un buen clima.

—¿Lo escuchas? Está encaprichado con ella —susurré masajeando mi panza.

—No estoy diciéndote esto por no querer formalizar nuestro compromiso, no seas necia y entiende lo que te estoy diciendo. ¿Hola? ¡Carina! Me ha colgado —se quejó y yo me reí.

Alessandro después de eso se guardó el móvil en el bolsillo y se acercó al mueble en el que me encontraba.

—¿Vas a estar toda la tarde ahí?

—¿Quiere que me regrese a la habitación señor Marchetti?

—Creí que te estarías cambiando de ropa, ya sabes, arreglándote.

—¿Por qué tendría que preocuparme por arreglarme? Es su cena de compromiso con la señorita Carina, no la mía.

Alessandro se pasó los dedos por el puente de la nariz.

—Te dije que había dispuesto un guardarropa para ti, usa un vestido bonito esta noche, recuerda que mi padre cree que eres mi esposa, tampoco pienso dejar que uses cualquier cosa.

Rodé los ojos.

—Si necesitas a alguien que te ayude con el maquillaje, me lo dices.

—Puedo arreglarme sola señor Marchetti, ya le dije, es su compromiso no el mío.

Me alejé de la sala para subir las escaleras rumbo a la habitación, me metí allí adentro y rebusque de nuevo en el extenso armario algo que fuera acorde a la ocasión, mis ojos se fijaron en un bonito vestido de lentejuelas rosadas con algunos adornos de plumas en la parte de la falda.

Era bastante bonito y se veía muy cómodo.

—¿Te gusta? No creo que sea tan bonito como el que de seguro usará Carina. Pero es mejor, o si no se pondrá histérica.

Aprovecharía aquella cena y la distracción de Alessandro con sus asistentes para poder meterme a su oficina y buscar el documento con el acuerdo, luego de ello me encargaría de destruirlo sin dejar evidencia alguna.

FrágilWhere stories live. Discover now