Setenta, segunda parte.

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Respiró profundo, colocó ambas manos a los lados de mis muslos sobre la mesada y se acercó más a mí.

—Sabes que lo nuestro no empezó con buen pie... —continuó con un tono más amable—. Creí que no era buena idea decirte, a la primera, que te quiero desde hace más tiempo de lo que es adecuado admitir. Pero lo hago ahora, yo te quiero desde que hablábamos por teléfono. —Acercó el rostro al mío—. Te acuerdas aquella noche, cuando estabas en casa de tus padres, teníamos horas hablando y Natalia te empezó a llamar y tuviste que colgar... Aún no había empezado el semestre. ¿Recuerdas? —Asentí—. Ese día tú no querías colgar, ni yo tampoco, pero tuviste que tomar la llamada...

—Sí, Nat quería que fuera a su casa, para que nos bebiéramos algo.

—Ese día me di cuenta de que estaba jodidísimo. Lo mejor de mi puto día era que conversáramos... Y me podía estar muriendo de cansancio y de sueño, pero no quería dejar de hablar contigo... —Exhaló con fuerza—. No te quise asustar. No quise ser el tipo intenso que dice te quiero a la semana de estar saliendo. —Inhalé en busca de aire, porque a fin de cuentas, ese también había sido el motivo para que yo no se lo dijese tampoco—. No te quise abrumar, como cuando te pedí que formalizáramos nuestro noviazgo, aún recuerdo muy bien la cara que pusiste ese día.

»Nos tomamos las cosas con calma para el sexo, asumí que para eso también, aunque la verdad es que yo siempre te decía que te quería, pero tú no te dabas cuenta. —Apreté el ceño y me crucé de brazos cuando dijo eso—. Me gustas tanto. Tú lo dijiste por primera vez y luego yo te lo dije un montón de veces.

Bajé la vista y negué con la cabeza, pues había copiado mi manera de decirle que lo adoraba. Me llevé la mano al rostro conmocionada y él me tomó por la barbilla para hacer que lo mirara.

—No te lo dije cuando terminamos porque me pareció que no te iba a gustar, conociéndote, me ibas a acusar de manipulador.

—De todas maneras. Esperaste meses... Meses, para proponerme que volviera contigo. Meses en los que me ignoraste como en el colegio de ingenieros...

—Estabas con tu amiga Brenda, no sabía si te iba a molestar que te hablara delante de ella.

—¿No será más bien que no quisiste hablarme, porque estabas con tu exnovia que te abrazaba de lo más contenta?

—No, ella y yo somos amigos... De verdad que no supe si querías que te saludara.

—Está bien... Y por teléfono ¿qué? ¿Cuál es la excusa? Te llamé el día de tu cumpleaños y alguien te llamó y fuiste corriendo a tomar la llamada.

—Claro que no, yo me quejé de que me estaban llamando mientras hablábamos. Era mi papá...

—Que conveniente... Pero ese no es el detalle, es que me diste a entender que había sido un error salir conmigo.

Negó con la cabeza.

—Nunca dije eso. Entiende esto, tú me dejaste a mí, yo nunca quise que termináramos. Yo sabía que tenías todas las razones para hacerlo e intenté resignarme. Intenté todo lo que me pediste. Sin embargo, verte con el imbécil... —Lo miré de mala manera, así que tuvo que reformular lo que iba a decir—. Verte con... Otro, me hizo entender que no podía más. Es que no puedo más...

—O sea, no te importa en lo más mínimo que yo tenga novio.

Se llevó la mano al tabique de la nariz y exhaló con fuerza.

—No es que no me importe, es que... —Hizo una mueca—. Es verdad, no me importa —admitió serio—. Yo te quiero para mí.

—Eso es bastante egoísta.

A la Máxima (completa)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz