—Hola. —Pasó el pulgar por una de las comisuras de mis labios y luego se lo llevó a la boca para lamerlo. Tuve que obligarme a ignorar el apretón que eso provocó en mi vientre bajo—. Te estabas comiendo mi pudín.

Me encogí de hombros y me repetí lo obvio: «no te apendejes».

—Dijiste que hablaríamos y ha sido lo que menos hemos hecho. —Lo miré seria y él bajó la vista—. En cambio, me metiste en tu cama. ¿Eso es lo único que quieres de mí? —le pregunté con ansias de que me convenciera de lo contrario, de que me dijera que me amaba.

—Pelirroja, yo contigo lo quiero todo.

—Lo que quieres es cogerme... —solté de mala gana, pues su respuesta me pareció insuficiente.

Suspiró en ese gesto de cansancio que yo odiaba y me ponía automáticamente de mal humor.

—Sí, te quiero coger —contestó serio—. Claro que te quiero coger, pero te quiero coger porque te amo. Esto no va sobre sexo, va sobre que yo te amo y quiero todo contigo.

Lo miré perpleja, escuchar como lo decía de nuevo sin el atontamiento del orgasmo lo hizo todo más real.

—Incluso dejé abierta la posibilidad de que tuviéramos hijos en un futuro, cuando tú quisieras, aunque es algo que me aterra y tú en cambio me diste a entender que podía hacerlo con cualquiera.

—¿Yo? —pregunté confundida.

—Sí, ese día en la universidad... En la escalera. —Eché la cabeza hacia atrás sin comprender a qué se refería.

—¿En qué momento?

—Me dijiste que si mi exalumna insistía tendríamos algo y hasta le haría un hijo.

—Solo fue una manera de hablar... —Pensé en decirle que estaba siendo demasiado dramático, no obstante, recordé que era un tema delicado para él y no quería invalidar sus emociones. Además, él no sabía que yo estaba al tanto de lo ocurrido con su bebé y eso me mostró que estaba siendo honesto—. Lo siento, no fue mi intención. Pero no te desvíes del tema, nunca hablas conmigo de nada. Entonces ¿cuál es la solución? ¿Quitarme la ropa?

—No, aunque no puedes negar que nos entendemos bien cuando estamos desnudos.

—Pero eso no resuelve nada.

—Lo sé, pero me cuesta hablar... Yo te voy a contar las cosas a mi manera, porque me imagino que ya... Ramiro —dijo el nombre de mala gana—, te comentó algo, sin embargo, como te dije en la cama, necesito que me des tiempo para hacerlo y así podamos solucionar lo nuestro. Con mi exnovia todo está bajo control y espero que continúe así para siempre.

Había una parte de mí que deseaba creerle todo, otra, permanecía belicosa y llena de rencor.

—Supongo que tu padre te aconsejó que me dijeras que me querías, ¿no? Se quedó muy sorprendido esta tarde cuando le conté que nunca me lo habías dicho. —Nos miramos serios y ante su mutismo no pude evitar echarle más leña al fuego—. Me pides que vuelva contigo cuando me ves con otro y me dices que me quieres cuando tu padre te lo aconseja. Tú sí que eres un hombre con determinación propia.

Sus ojos adoptaron esa mirada de displicencia que ya había visto en un pasado.

—Carajo... —dijo alzando la voz—. Mi papá nunca debió meterse, te pido disculpas por eso. —Negó con la cabeza—. Yo sé que me merezco todos tus malos tratos, pero...

—Pero nada —le interrumpí—. ¿Tienes idea de cuánto esperé escucharte decir eso? Yo con las piernas alrededor de tu cintura mirándote, ¿no te dabas cuenta?

A la Máxima (completa)Where stories live. Discover now