—¿Carina? ¿Qué hace aquí? —dijo él mientras bajaba del auto.

Esperaba solo que no hubiera de nuevo problemas con ella por mi culpa. Vi como Alessandro cruzaba algunas palabras con la rubia y luego regresaba al auto.

—Ha dicho que viene a hablar conmigo —dijo él.

—Eso es bueno.

—No lo sé, de ella podría esperar cualquier cosa.

Alessandro me ofreció su mano para bajar de su auto, la rubia nos siguió con la mirada hasta que entramos en la casa.

—Ponte cómoda Carina —le pidió él mientras ella dejaba a un lado su bolso de mano.

—Gracias amor —respondió ella y se sentó en una de los sillones.

—Iré a cambiarme de ropa, ¿deseas tomar algo? —le preguntó a la rubia primero a lo que negó—. ¿Y tú Chiara?

Negué.

—Estoy bien así señor Marchetti.

—De acuerdo, no tardo.

Alessandro subió las escaleras rumbo a su habitación, quise irme lejos de aquella mujer a otra parte de la casa, huir quizás para no tener que sentirme incomoda a su lado, pero su voz me detuvo.

—Veo que aún sigues aquí, ¿acaso no me escuchaste ese día? Tú no eres necesaria en esta casa.

—Es el mismo señor Marchetti quien me ha pedido quedarme, no crea que me hace muy feliz estar viviendo aquí.

—Claro, y tú eres tan obediente que aceptaste. Te diré algo, no pienso dejarte el camino libre con Alessandro, no voy a sacrificar todos estos años, yo me casaré con él y tu saldrás de su vida como el error que eres.

—Le deseo entonces mucha felicidad en su matrimonio señorita Carina.

—¿Sabes que él solo te tiene por ese bebé, verdad? Eres para él una maquina nada más, o tal vez una mascota.

Apreté mis manos. Temblé de la ira.

—Usar un hijo como excusa para estar con un hombre es lo peor a lo cual puede rebajarse una mujer. Pobre, debes de estar desesperada.

Tome fuerzas para enfrentarla.

—Estoy aquí por petición de su prometido, pero no voy a dejar que use palabras para ofenderme. Y no necesito de rebajarme para tener la atención de un hombre, menos la del señor Marchetti. Tampoco estoy interesada en lo que usted piense de mí, y se equivoca, el peor error no he sido yo en la vida de su futuro esposo, el peor error fue haber aceptado quedarme aquí con el trato que me propuso.

Escuche los pasos de Alessandro acercarse a nosotras.

—Ahora, usted puede seguir con su idea de casarse con el señor Marchetti, quédese tranquila no intervendré en nada.

Ella se quedó sin decirme nada, luego cuando vio a Alessandro atravesar la sala se le pego al lado.

—Cariño, he venido a decirte que te perdono todo lo que ha pasado. Yo también he cometido errores después de todo, y no quiero que lo nuestro terminé. Por eso he venido aquí a decirte que deseo que la cena para anunciar nuestro compromiso se haga lo más pronto posible. Tal como lo habíamos planeado.

Alesandro fijó su vista en la mía.

Me sentía como una tonta escuchando aquello.

—¿Qué dices? —insistió ella.

—Creí que querías dar por terminado todo.

—Estaba enojada, pero ya he entendido que tú y..., Chiara no tienen nada. Cuando nos casemos podremos decir que el bebé es nuestro y que lo hemos adoptado.

FrágilWhere stories live. Discover now