— No me lo puedo creer —escucho a mi padre asomado a la barra.

Miro en la dirección de sus ojos y veo una mesa con cinco hombres trajeados. Parecen los típicos tipos malos de las películas. Miro a mi padre y le veo fruncir el ceño.

— ¿Qué pasa? —le pregunto.

— Nada, cielo. No me gusta esa gente nada más. Vete a atender la mesa siete, también acaban de llegar. Yo me encargo de la otra.

— Vale —salgo y me adecento el mandil.

Llego a la mesa con mi mejor sonrisa y me percato de que hay tres hombres. Parecen altos, bien vestidos, se nota que tienen dinero y me sonríen nada más verme.

— Buenas tardes ¿En qué puedo servirles? —les digo con energía.

Mi hermana se acerca por detrás de mí y me susurra.

— Te ha tocado la mesa de los guapos ¿eh? —me da un leve cachete en el culo y le sonrío.

— Preciosa ¿Qué nos recomiendas? —me habla uno de ellos. Es rubio, muy rubio, tiene una sonrisa carismática. Con dos hoyuelos que le salen al sonreír.

— Hoy te recomiendo el pelmeni o la ensalada Olivier. La carne a la stroganoff también está deliciosa.

Miro a los tres hombres que se miran entre sí y asienten.

— Ponnos unos de cada y así los probamos todos —me dice otro de ellos. Este es algo más bajito, también muy rubio y con los ojos verdes muy impresionantes—. Y para beber agua.

Apunto la comanda y me dirijo a la ventana de la cocina donde está Anuska, la cocinera.

Atiendo otras dos mesas y cuando el pedido está listo acerco los platos a la mesa de los guapos. Ellos me sonríen.

— Perdonad, no sois de aquí ¿verdad? —los tres se miran de nuevo y el único que aún no ha hablado me contesta.

— Somos de Moscú, pero llevamos mucho tiempo fuera del país.

— ¿Negocios? —les sonrío.

— Tú lo has dicho, hemos venido a hacer negocios. Nos han dicho que este pueblo puede tener cosas interesantes... —se ríen

— ¿A qué se dedican? —me pongo la bandeja apoyada en la cadera.

— Sector... mercantil. Somos mercaderes. Dinos qué quieres y nosotros te lo conseguimos a un precio inmejorable.

— ¡Vaya! Eso suena bien —les guiño un ojo y termino de servirles.

***

La noche ya ha caído, aún tengo que terminar algunas tareas, termino de recoger las dos mesas que quedan y me voy a la trastienda. Mi hermana ya se ha cambiado y está lista para irnos a casa. Nosotras nos vamos ahora juntas y mi padre termina de cerrar y luego se va para la casa.

Salimos juntas cogidas del brazo riéndonos y planeando la quedada del sábado para ir de compras. Quiero comprarme un modelito bonito para mi noche con Vladimir.

— Pues yo creo que el encaje rojo es mejor que el negro —dice mi hermana— ¿Has visto las modelos? Quedan mucho mejor.

— No lo sé, es que el negro me gustó mucho más.

— Tendremos que vértelo puesto —me río.

— Yo soy más de encaje rojo también... —de repente, de las sombras de la calle, aparece una sombra.

Parece un hombre con sombrero. Siento como tiembla el cuerpo de mi hermana. Me aferro a ella fuerte.

— Si quieres nuestro dinero, toma —le tiro las pocas monedas que me quedan en los vaqueros—. No queremos problemas.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now