Azumi estaba sentada sobre su cama, observando perdidamente la foto de su hijo Eijiro. Había pasado demasiado tiempo fuera y tan solo había hablado con el unas cuantas veces; aquella foto era una con su hermosa esposa Kyoko cuando su hijo cumplió los quince años, estaban en un viaje a playa y su niño tenía el cuerpo bajo la arena. Verlo y recordar ese momento la hacía feliz. Según Hanta su hijo ya estaba de camino a su hogar, por lo que para perder el tiempo, decidió ver el álbum de fotos. Si no se equivocaba, el pelirrojo llegaría esa noche. No podía esperar a verlo.

Escuchó la puerta abrirse, sin embargo, no fue necesario ver quien era, puesto que el caminar de su amada era inigualable. Un peso extra se acentuó a lado de ella y el calor de los brazos la envolvieron con amor.

- Ya quiero verlo. - comentó Azumi.

- También yo. - Ambas se sonrieron y vieron un par de páginas más hasta llegar a la fotografía del infante y ella. - mis dos amores. Mi mujer y mi niño.

La sonrisa de la pelinegra se fue deshaciendo de a poco por el comentario, no obstante al notar que la pelirroja la miraba, compuso su reacción. Fingió aquella mueca de felicidad por unos minutos hasta que Kyoko se retiró, besándola ante de desaparecer por la puerta.

La miro marcharse con el corazón triste; un sentimiento constante en ella. La amaba y amaba Eijiro, estar con ellos era ser feliz, pero sus memorias, por mucho que deseaba, no desaparecían, aun recordando las mentiras y la traición.

Dejó el libro de fotos en su lugar, para después sacar el cofre debajo de su cama. Pensó en repetidas ocasiones: tirar dicho contenedor, quemarlo, deshacerse de él, sin embargo, no era posible; fingir que algo nunca paso, no haría desaparecer sus errores. Recordarlo, por lado, era el castigo que ella merecía, por Kyoko, por Eijiro, por su hijo... por Masaru. una lagrima cayó en silencio mientras observaba la foto de su bebé a lado de su viejo amigo. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Cómo fue capaz de hacer tanto daño? ¿Cómo pudo matarlo?

Para suerte de todos, descifrar los archivos de los Monoma no le fue difícil a Jirou y a Kaminari

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Para suerte de todos, descifrar los archivos de los Monoma no le fue difícil a Jirou y a Kaminari. Gracias ellos se dieron cuenta que todo lo que habían descubierto no era algo reciente, pues llevaban años haciendo de las suyas. Lo que le preocupaba más que nada era Katsuki, quien se había encerrado con sus amigos por más de una hora en la habitación, pensaba una y otra vez que había hecho o qué había pasado para frialdad del rubio. La llegada de Todoroki fue la excusa perfecta para ir a buscarlo, dado que la veces que tocó para verlo termino con un azotón de puerta a la cara.

Llamó un par de veces, hasta que mina, con una expresión de espanto le abrió.

- Todoroki, está aquí.

Rápidamente el pecoso salió en su ayuda. Buscó a Katsuki con la mirada, pero pronto la pelirrosa se colocó en su campo de visión; esta se veía nerviosa y, a su parecer, un poco triste. Trató de volver a mirar dentro y nuevamente la chica se movió.

Un pequeño trato   [kiribaku]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ