Capitulo XXXII : No puede ser

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Salí de la habitación y comencé a bajar las escaleras.

 No podía respirar, la vista comenzó a nublarse, mi corazón  latir fuertemente, tanto que sentía que va a salirse de su lugar. 

Llegué al final de las escaleras donde Iris y Micaela se encontraban esperando, seguro habían escuchado todo.

—E... era ella —logré decir.

Iris se acercó a mí y me abrazó, sosteniendome mientras me desmoronaba y lloraba  desconsolada entre sus brazos.

—¿Qué sucedió? —preguntó Octavio llegando a mí.

—Jerónimo y Renata están juntos— respondió Iris.

—¡Oh!... joder.

—Debemos sacarla de aquí — expresó Micaela. 

Comienzan a arrastrarme por la casa, pero antes de llegar a la salida, escuché que alguien dijo mi nombre algo lejos.

—¡Sophia!

—Déjala tranquila, ya hiciste mucho —pronunció Micaela.

—Por favor Sophia.

—Aléjate —expresó Octavio.

—Solo quiero saber como se encuentra.

Me giré hacia ella rápidamente.

—¿Cómo estoy? ¿qué crees? Estoy feliz de la vida, saltando de alegría, es más... iré a buscar un servicio de catering para su casamiento —ironicé—. Ya que seguro seré una dama de honor.

—Tu no entiendes —expresó secamente.

—¿Yo no entiendo? —comencé a reír.

—Me enamoré.

—Genial, felicitaciones —comencé a aplaudir.

—Sophia, solo escuchala —habló el idiota de Jerónimo.

Mi cabeza giró como la niña del exorcista hacia el susodicho que se animó a hablar. Me acerqué rápidamente hacia él solo dejando unos centímetros de distancia entre nosotros.
 
—Tu solo cállate, nadie te ha pedido opinión.
 
Apreté mis manos en un puño, conteniendo mis ganas de golpearlo. No lo iba a hacer porque él no merecía nada de mí, ni una lagrima, ni un maldito puñetazo. Nada, absolutamente nada.
 
—Nos enamoramos —volvió a hablar Renta—, tu no sabes lo que es desear algo tan fuerte, que harás lo posible por conseguirlo y cuando lo tienes en tus manos harás lo posible por no perderlo.

>>Sin importar lo que se cruce en tu camino lo obtendrás. Tu tienes una familia perfecta. Que te ama, que se preocupa por ti, amigos que darían todo por ti, un trabajo soñado, una vida soñada... yo no no tengo nada de eso. 

—¿Y eso es mi culpa acaso? ¿quieres que sienta lástima por ti? —cuestioné sin poder creer lo que oia.

—Solo quiero que entiendas... tengo mi marca pero gracias a mis padres que me lo dieron para cumplirme un capricho, pero ellos no están ni estuvieron para mi. Soy hija única, pasaba mi vida criada con niñeras, ellos nunca me prestaron atención y cuando llego alguien que de verdad me miraba y me prestaba atención, lo quise para mí y lo obtuve. No me importará perderte a ti porque lo prefiero a él.

—¿Es broma? —la voz de Octavio resonó en todo el lugar. 

—¿Todo esto es por envidia? —no podía creerlo—¿Querías tener todo lo que yo tenía? Mi hermano, mi familia, mis amigos, él, todo y cada parte de mí.

—Todo pero lo que más te enloquecía era él y lo obtuve, disfruto cada parte y cada momento de él —sonrió triunfante—. Es más quieres saber cuando comenzó todo. 

¿Es posible no reconocer a una persona?
Creí que la conocía, que ella era una persona increíble, que nunca me lastimaría.
Pero me equivoqué y lo entendí de la peor manera.

—Es suficiente cariño— expresó Jerónimo.

¿Cariño?
Sentía que estaba en un mal sueño, en una pesadilla o en uno de esos programas donde te juegan una broma de mal gusto.

—No. Déjame continuar, todo comenzó en tu fiesta de cumpleaños mientras tú bailabas con tus amiguitas, yo le practicaba sexo oral y el gemía mi nombre satisfecho —rió.

Imaginé esa situación y mi estómago comenzó a revolverse, las nauseas me desestabilizaron completamente.

—Juro que voy a golpearla— agregó Iris.

—Eres una perra —expresé acercándome aun más a ella.

—Lo soy y no me arrepiento de serlo —en un rápido movimiento me empuja, sin embargo no caigo al suelo gracias a Micaela que estaba detrás de mí.

—¿Acabas de empujarme? —la situación ya se había salido de control.
 
Rápidamente me acerqué a ella y golpeé su cara con una bofetada que resonó en todo el lugar, intentó volver hablar pero no la dejé y comencé a golpearla muchas veces más.

Sabía que estaba mal reaccionar de aquella manera, pero me había cegado la ira, escuchaba que ella lloraba y gritaba que no la golpee, mientras Micaela intentaba que la soltara. Iris miraba la situación divertida y Jerónimo solo se cruzó de brazo observando todo sin hacer ningún moviendo.
 
—¡¡Estás loca!! —expresó cuando Micaela logró separarnos.

—Llévala lejos de aquí Jerónimo— ordenó Octavio.  

—Si, estoy loca y no sabes lo que soy capaz de hacer, ¿creías que podrías lastimarme y que no haría nada al respecto? —reí—Estás completamente equivocada, tú conociste solo la parte buena de mi pero no conociste a la parte perra de mi.

Dicho eso, salí de la casa con Micaela e Iris siguiendo mis pasos.

—¿Dónde irás? —preguntó Micaela.

—Voy a hacer una llamada, dame un minuto —respondí tomando mi móvil.

Comencé a buscar su nombre en los contactos, era la unica persona que me alejaría de ese estúpido lugar.

—¿Sabes la hora que es? — respondió Miranda.

—Ellos... ellos —la voz me temblaba, no lograba hablar.

—¿Qué sucede? —preguntó preocupada Miranda.

—Ellos están juntos.

—¿Ellos quienes?

—Renata y él, Jerónimo —logré responder.

Cada vez que lo repetía, sentia que mi corazón se agrietaba cada vez más.

—Mierda, mierda. ¿Dónde estás?

—En su casa.

—Iré por ti.

—No, no hace falta, tengo mi auto.

—No puedes conducir en ese estado —pronunció.

—No te preocupes, alguien lo hará por mi —expresé.

—De acuerdo aquí te espero.

Terminé la llamada y me acerqué a Iris.

—¿Puedes llevarme a un lugar? —pregunté.

—Sí claro, dónde quieras.
 
Me despedí de Micaela y subí al auto, Iris subió en su lugar y puso en marcha el vehículo.

—¿Dónde te llevo? ¿tienes sangre en la ropa? —cuestionó observándome.

—A la casa de Miranda, ¿que?

Comienzo a mirarme la ropa y si tenía sangre, me miro las manos y más rabia se apoderó de mí, ¡me había roto una uña!

—Maldita perra hija de puta —murmuré.

El viaje fue en silencio, solo me limité a recostar mi cabeza en la ventanilla mientras caían lágrimas por mi rostro, aún continuaba si poder creerlo. Me preguntaba repetidas veces, que fue lo que había hecho mal para que me sucediera algo así, algo tan doloroso.

Estaba completamente segura que no podría levantarme fácilmente de eso, que algo en mí se había roto para siempre y que ya no volvería a ser la misma.

Una parte de Mi (Libro 1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt