Yang lo interrumpió.— Una de vainilla y otra de chocolate, lo tengo —dijo sin siquiera anotarlo, sabía los gustos de sus novios, así que no necesitó que le dijeran nada más.

Cuando se giró y fue en busca del pedido, Minho quiso golpear ese traserito tan mal, esos pantalones le quedaban jodidamente bien. El más alto lo miró con una ceja alzada, haciendo que se ruborizara.

— Recuerda, Nini está trabajando —recordó, golpeando su pierna bajo la mesa.

Ambos mayores comenzaron hablar de temas triviales, del trabajo, de los estudios, la relación de Soobin, hasta que el tierno meserito llegó hasta ellos con su orden.

Jeongin dejó lo que ordenaron en la mesa y se retiró para atender las demás mesas; el pelimorado notó como algunos chicos miraban de más a Yang, quien les daba una sonrisa amable, y no pudo evitar sus celos.

Minho nunca se consideró una persona celosa, pero después de que se mudaron a Seúl, no podía evitar sentirse molesto cuando algún chico o chica se acercaba a Jeongin o a Hyunjin. El azabache llamaba mucho la atención de los chicos, con su complexión delicada y pequeña, hasta su personalidad alegre y carismática; y al rubio le llovían las chicas, por ser tan educado, encantador y confiado, sin mencionar que en los últimos años había crecido algunos centímetros más y su cuerpo estaba más trabajado. El mayor por su parte también recibía muchas propuestas tanto de chicas como de chicos, pero su corazón ya le pertenecía a dos personas.

Terminaron de comer y vieron como Jeongin corría hacia ellos hasta sentarse al lado de Hyunjin, casi encima de su regazo. Tomó la mano de Minho que estaba sobre la mesa y la acarició, sonriéndole dulcemente.

— ¿Ya se van? Es mi hora libre —habló, formando un pucherito que Hwang no tardó en besar. El menor se sonrojó y ocultó su rostro en sus manos.

— Eres tan adorable —musitó Hyunjin, apartando las manos de su rostro y comenzando a besar repetidamente su mejilla.

Lee sólo pudo mirarlos. Como amaba a esos dos.

— Yo quiero decirles algo antes de volver al trabajo.

Ambos menores lo miraron con atención, Minho aclaró su garganta y comenzó a jugar distraídamente con el brazalete que Hyunjin les había obsequiado hacía cinco años en el campamento.

— Quiero invitarlos a un lugar —soltó algo nervioso, habían tenido muchas citas, pero esa en particular era muy especial para el pelimorado—. El sábado en la noche.

— ¡Por supuesto, hyung! Será tan divertido, extraño pasar tiempo juntos, ¿quién diría que ser un adulto responsable sería tan difícil? —soltó Jeongin, inflando sus mejillas.

— Aún eres un bebé —le dijo Minho apretando su mejilla.

— ¿Y a dónde nos llevarás? —pregunto esta vez Hwang.

El mayor negó divertido.— Es una sorpresa.

¡ ☁︎ !

Minho había preparado todo para que ese fuera un día especial, de una manera tenían que celebrar por todos esos años que habían pasado juntos. Él aún no podía creerlo, cada día que pasaba amaba más a esos dos chicos. Sonrió con nostalgia al recordar los viejos tiempos, desde que se conocieron en el jardín de niños hasta que se volvieron a reencontrar en la universidad, todo había sido obra del destino. Y estaba muy agradecido, no sabía que hubiera sido de él si no tuviera a Jeongin y Hyunjin en su vida.

— ¿A dónde crees que nos llevará? —preguntó Hyunjin, sentado en el sofá esperando a que el mayor pasara por ellos.

— ¡Al parque de diversiones! —dijo el otro emocionado, terminando de retocar su maquillaje.

── magnet !Where stories live. Discover now