♤40♤UNA ESPERA AGITADA

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Ese día me encontré con Harold que le vendaba la pata a un lobo pequeño. Le pedí al juno que me guiaba un descanso y me acerqué a observar el Cansdirus de pelaje negro con una mancha blanca en la frente que aullaba de dolor.

—Alteza. —Harold se puso de pie inmediatamente en muestra de respeto—. Tenga paz.

—Ten paz Harold Hakwind. ¿Qué le sucedió al cachorro?

—Se cayó de una pendiente Alteza. Sucedió mientras su madre descartaba cría.

—Oh..., entiendo.

El «descarte de cría» era algo común entre los animales salvajes de Irlendia que crecían en manadas. Consistía en que el progenitor sometiera a su prole a un tipo de prueba y el que no pudiera pasarla quedaba descartado de la familia, aislado, recluido al olvido.

En Jadre era sabido que la loba madre probaba la destreza y valor de sus cánidos desde que eran bien pequeños y al parecer la del cachorro hacía lo mismo cuando este fatalmente se resbaló del pico de la pendiente. Crecería como un lobo aislado y no se le permitiría entrar dentro de los selectos que entrenaban junto a los guerreros a no ser que demostrara su valía.

—No deja de ser un cachorro valiente por ello —aclaré—, tan solo dio un paso en falso.

—Tiene razón Alteza, la verdad es que es muy valiente —dijo él con cierta melancolía en la voz.

—¿Piensas entrenarlo como tú aliado personal? Cada guerrero de élite tiene uno. Estoy segura que el Cansdirus probará que tiene sangre de acero.

—Bueno, no pensaba hacerlo. No he terminado mi entrenamiento y ni siquiera me han nombrado caballero. Además no estoy seguro que Nox desee enlazarse conmigo.

—¿Nox? ¿Cómo la noche?

Era lo que significaba 'Nox' en Káliz. Harold asintió y se agachó a acariciar al pequeño Cansdirus en la cabeza. Este respondió favorablemente a su tacto.

—Al parecer le gustas —noté y fui a agacharme a su lado para acariciar al lobito. La mancha blanca tenía forma de diamante—. Creo que en este caso se han invertido los papeles Harold.

—¿Disculpe Alteza?

—Una vez un buen amigo me dijo que los animales son los que te escogen, y no al revés.

—¿Hablaba de Cansdirus?

—Eh... no. —Sonreí—. De caballos. —Harold alzó las cejas—. Pero el punto es el mismo. Nox ha encontrado a su aliado Fayrem. —Señalé al cachorro—. Y tú ya tienes a tu lobo.

Harold se puso a meditar en mis palabras. Agarró el ocico de Nox y este gruñó y lo intentó apartar con la pata que no estaba vendada. Se quedaron jugando así que decidí apartarme y seguir mis lecciones. Me di cuenta que fayremse y lobo daban una imagen preciosa aún en la distancia. Harold con sus ropas limpias de lino, con esa delicadeza que emanaba de sus movimientos y el Cansdirus a gusto con el compañero que había escogido.

No vi a la hija del general por los alrededores ese día, por lo que supuse que estaría entrenando.

Ginebra era todo lo contrario a su hermano. Se mostraba fuerte, ágil con la lanza e intrépida con el aire. La vi par de veces en sus entrenamientos con los demás jóvenes del clan en ocasiones posteriores. Ni el mismísimo elemento que dominaban los fayremses hacía justicia a su eficacia, por segundos, era más rápida que el viento. Su cabello era negro por completo, y le caía lacio hasta la cintura; tiras de cuero y mallas constituían los accesorios en este, porque lejos de adornar los usaba para guardar dardos envenenados o nueces metálicas que hacían boom cuando ella las lanzaba a la nada con el arte de su pensamiento. Dichas armas diminutas se las había obsequiado Ret Li, hijo de sir Yasaiko y eran las únicas en Irlendia. Ginebra tenía una loba adulta llamada Luz de Luna, con un pelaje blanco que desprendía un fulgor lunar en la oscuridad, haciendo honra a su nombre.

LEGENDARIOS2️⃣MIENTRAS TE LLEVO CONMIGOWhere stories live. Discover now