Epílogo.

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Sábado, 12 de julio de 1996.

Ronnie estaba en su habitación, arreglándose para una fiesta. Había conseguido un bonito vestido de color rojo, ceñido de las caderas y suelto en la parte de la falda, el cual, ya tenía puesto. Su maquillaje era discreto, no quería que la atención se concentrara en su rostro, solo en sus labios rojo carmesí y en el vestido que acentuaba su figura.

De un alhajero, sacó unas arracadas de oro, que sus padres le habían regalado en su cumpleaños anterior, sin embargo, al intentar ponérselas, se escuchó un grito agudo en la habitación al final del pasillo, haciendo que sus arracadas cayeran al piso.

—No puedo creerlo —refunfuñó, y se levantó dispuesta a lanzar amenazas.

No obstante, al entrar a la habitación, se encontró con Eddie, su esposo, buscando algo debajo de la cama, mientras decía "Caballito, caballito".

—¿Eddie? —lo llamó.

Él se levantó de un salto al escuchar su voz, pero al darse la vuelta y verla con detenimiento, quedó embelesado. —Dios mío —susurró, admirando su figura en ese vestido rojo—. Te ves... perfecta.

Ronnie alzó una ceja.

Eddie se acercó a ella. La tomó de la cintura delicadamente y la miró a los ojos. —En realidad, siempre has lucido perfecta —añadió, con una sonrisa ladina—, pero con ese vestido... siento cosas.

—¡Eddie! —exclamó Ronnie, fingiendo enojo, aunque su sonrisa la delató—. ¿Dónde está Jack?

El castaño miró a todos lados y al darse cuenta que Jack no estaba ahí, vaciló. —Él está en... Por aquí. Cerca.

—Te pedí que lo cambiaras. ¿Qué estaban haciendo?

—Buscando su caballito —admitió Eddie, sonriendo.

Ronnie iba a replicar, pero en ese momento, escuchó el grito de su padre, Frank Diop, abajo: —¡Jack!

Ambos salieron de la habitación inmediatamente, con intenciones de bajar, sin embargo, se detuvieron en seco en el pasillo. Subiendo las escaleras, apareció su hijo, Jackson, montando un caballo de tamaño real, solo que el animal no era real, estaba hecho de una extraña energía que emitía luz azul.

El matrimonio abrió los ojos con sorpresa.

—Creo que lo encontró —murmuró Eddie.

El caballo se paró frente a ellos. —¡Mami, mami! ¡Mira, caballito! —exclamó Jack, con alegría.

Ronnie, aún con gesto de sorpresa, le sonrió a su hijo y alzó las manos para sacarlo de encima del caballo. Eddie quiso tocar al animal, pero al hacer contacto con su dedo, éste se desintegró.

Al mismo tiempo, Frank llegó muy agitado mientras decía: —¡Jack! ¡En un caballo azul! Estaba en un... Oh Dios mío. ¿Qué fue eso?

Eddie se encogió de hombros, y señaló a Ronnie. —Fueron sus genes.

La ojiazul rodó los ojos, mientras Frank, Eddie, e incluso Jack, se reían.

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A las tres en punto, todos fueron citados para celebrar el cumpleaños número tres de Jack. Sus padres le habían organizado una sencilla fiesta con familia y amigos cercanos, aunque, claro, sólo con ellos la casa estaría repleta.

El timbre sonó, anunciando los primeros invitados. Ronnie, con Jack en brazos, abrió la puerta, encontrándose con el tío de Eddie, Wayne.

—¡Abuelo «Ayne»! —gritó el niño, con emoción. Él lo adoraba. No importaba que fuera su tío antes que su abuelo, seguía llamándolo solo "Abuelo".

NICE TO MEET YA  || Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora