V

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Con los doscientosmil que tenían recaudado, más los cien mil de los ahorros de Chay, cincuenta mil que los vecinos hicieron en una colecta ya tenían trescientos cincuenta mil. Eso fue lo que le dijeron a Kinn cuando llamó.

- Es todo lo que pudimos juntar -dijo la mujer. - Por favor, perdimos a una persona importante para nosotros hace dos días. -su voz salía quebraba.

- No me importa quien se les haya muerto. Los diez millones en tres días o verá a su hijo en un video siendo devorado por los leones. -dijo y cortó la llamada.

- Kinn, Vegas dijo que llamaras, no que amenazaras. -dijo Porsche. - Ya te estás pasando, de verdad. -golpeó la mesa y se levantó.

- ¿A donde vas ahora? ¿Por qué te molestas?

- Voy a llevarle el desayuno a Pete.

Porsche entro a la habitación de Pete con su comida, y encendió la luz, dejó el plato en la mesita de siempre. Pete estaba sentado abrazando sus rodillas. Ahora sus moretones se veían peor que antes. Estaba seguro de que Vegas preguntaría como se los hizo. ¿Qué maldita excusa pondría para cubrir a su hermano? Vegas regresaría a lo mucho el día siguiente, o el día siguiente al siguiente. Los moretones, y chupetones pasarían a ser de color morado. Si era sincero, sentía lástima por Pete, salió de la habitación y volvió momentos después con un botiquín de primeros auxilios.
Mojó con alcohol un poco de algodón y se acercó a Pete.

- No me toques. -dijo serio.

- Quiero curarte, tu labio se ve muy mal -acerco el algodón a su labio y Pete se quejó. - ¿Te duele?

Pete dio un manotazo al frasco de alcohol que tenía Porsche en su mano, arrojandolo lejos, se acostó dándole la espalda y se cubrió con la cobija.
Porsche rodó los ojos y salió de la habitación, y se dirigió a la sala donde estaba Kinn tomándose una cerveza.

- ¿Por qué esa cara hermanito? -le sirvió un vaso de la bebida y el la aceptó.

- Nada, quise curar las heridas que tú dejaste a Pete, o al menos parte de ellas, para salvar tus pelotas de la colección de navajas de Vegas. -Rodó los ojos. - Ni siquiera aceptó mi ayuda. Como sea ¿Vegas no te dijo cuando venia?

- No me avisó nada, asi que no creo que venga tan pronto. -Kinn sonrió. - Que oportuno.

Pete estaba acostado mirando al techo, recordando a Vegas, en lo bien que éste siempre lo trató, en las sonrisas que solía darle desde que llegó, jamás le había levantado la mano o la voz. Debía aceptar que Vegas, era atractivo, su ropa olía bien, o al menos esto pudo comprobar cuando terminó con su baño y se vistió con sus prendas.
Recordó que Porsche bromeó acerca de su alergia a la pizza y Vegas pensó que era alérgico al peperoni. ¡El realmente iba a sacarle el peperoni a la pizza!
Pensó en la vez que cenaron juntos en la habitación, le había comprado su comida favorita. Le contó lo que le pasó a su hermano, y le dijo que le recordaba mucho a él. Pero ... ¿entonces por qué lo tenía encerrado? No le importó mucho.
Recordó en cambio, cuando llegó, le contó de la muerte de su pequeño amigo y luego la manera en la que lo apretó contra su pecho y acarició su cabello, mientras oia el palpitar de su corazón muy cerca de su oreja, hasta que se quedó dormido.

Rápidamente se golpeó la cara. No podía pensar en eso. Se sentía totalmente incorrecto. Vegas era uno de ellos, no podía estar tan enfermo para pensar en el de esa manera. El no se enamoraba de las personas por la manera en como las trataba, ¡por supuesto que no!, el no estaba sonriendo al recordar a su secuestrador dándole el cálido y reconfortante abrazo que tanto necesitaba, no, claro que no.

Síndrome De Estocolmo | VegasPete Where stories live. Discover now