II

4.5K 372 104
                                    

Kinn había entrado a darle su almuerzo a Pete, esta vez algo que si podía comer sin chistar, fideos instantáneos. Pero como Porsche estaba vigilando el barrio de Pete, y Vegas estaba resolviendo otros asuntos de negocios, él quedó a cargo del rehén. No era bueno cocinando nisiquiera una simple sopa de fideos en microondas, pero no le importaba, de todos modos, el comería pizza y unas latas de cerveza.

Entró a la habitación y vio a Pete dándole la espalda. La sonrisa se le había borrado, y sus ojos ya no tenían el brillo que tenían hace unos días, porque sí, no había pasado nisiquiera una semana desde que Pete estaba ahí encerrado. El sólo quería ir a darle un beso a su madre, y un abrazo de despedida a Chay, pues no sabía si las quimioterapias le estaban resultando efecto, ya que Tong le había dicho que las quimioterapias lo debilitaban.

- Hola Pete. -dijo dulcemente. - ¿Cómo estás?

- No tengo hambre.

- Bien, como quieras. -sonrió y acarició su mejilla. - Eres muy bonito ¿Sabes? -Pete volteó su rostro, pero Kinn lo hizo mirarlo otra vez. - Juguemos algo.

Kinn tenía su celular. Estaba revisando todo.

- Tu mami es muy trabajadora. Sería una lástima que alguien pierda su empleo ¿No? -dejó un beso en su mejilla.

- No por favor -murmuró a penas.

- ¿O que tal tu mejor amigo? -Le mostró la foto de Tong y lamió su mejilla. - ¿No querrás que le pase nada. ¿O que me dices de su hermanito Chay? Solo tiene seis años. Escuché por ahí que está sometido a quimioterapias porque tiene leucemia ¿Me equivoco? -bajo con besos en su cuello.

- No, a Chay no le hagan nada por favor. -Pete estaba llorando, pero no sabía si por su familia, o por lo asqueroso que se sentía en estos momentos.

-Tu decides cariño... te portas bien conmigo y me obedeces, o tu mami pierde su empleo, y Chay sufre viendo morir a su hermano y luego lentamente su enfermedad lo va consumiendo. -Pete se mordió el labio con fuerza mirando hacia arriba, buscando fuerzas.

- Haré lo que diga. -dijo finalmente y Kinn sonrió.

- ¿Ves que fácil es cuando obedeces? No te atrevas a hacer un solo ruido.

Kinn se acercó a Pete y besó sus labios, él no le correspondió pero no le importaba. Metió su lengua y profano toda su boca con ella. Los ojos de Pete estaban fuertemente cerrados, no quería ver el rostro de ese hombre. Dejó sus labios y dejó chupetones por todo su cuello y hombros. Lo despojó de todas sus prendas inferiores, y mojó sus dedos con su propia saliva, y los metio uno por uno en su entrada. Se sentia completamente estrecho. Miró el rostro del chico y no emitía ningún sonido. El sólo lloraba en silencio, el no lo estaba disfrutando en lo absoluto. Poco a poco fue metiendo dos dedos, luego tres y cuando sintió que sería suficiente, se bajo el pantalón junto con la ropa interior,tomó a Pete con fuerza y le dio la vuelta.

- Ahora se un buen chico y usa esa hermosa boquita que tienes. -acarició su cabello y le dió una cachetada.

Pete iba a negarse pero vio que Kinn le mostró la foto de Chay y le hizo una seña como diciéndole "el sufrirá las consecuencias" y Pete no tuvo más remedio que obedecer. Pero Kinn no esperó a Pete. Le abrió el mismo la boca y sin más metio toda su extensión en ella. Lo sostuvo del rostro, inmobilizandolo y follo su boca. Pete sentía arcadas y quería vomitar pero a Kinn no le importó, y siguió hasta que acabó en lo más profundo de su garganta. Sacó su miembro de la boca de Pete y lo colocó en cuatro. Metió lentamente toda su extensión y nisiquiera esperó a que se acostumbrara, simplemente embistió en el con fuerza, inmovilizo sus manos y colocó su mano libre en su cuello, casi ahorcandolo. Hasta que finalmente se corrió dentro suyo y salió de él.

Síndrome De Estocolmo | VegasPete Donde viven las historias. Descúbrelo ahora