Él trataba de no gritar, por lo que lanzaba gruñidos y jadeos. Como pudo, habló: —Tú y tus amigos creen que ganaron, ¿no? Pero esto...

—¡Silencio! —ordenó Jane.

Y luego, pasó.

Once concentró todo su poder en destruir a Vecna, mientras él gritaba y gritaba de dolor. Ronnie cayó al suelo, comenzó a sangrar por ambos orificios de la nariz, por los ojos y los oídos. Estaba siendo consumida por Once. Aún así, casi inconsciente, se aferró a la mano de Jane con sus últimas fuerzas. Vecna empezó a desintegrarse en pequeñas partículas con luz blanca, y ahí fue cuando Once supo que había funcionado. Uno estaba muriendo.

En un último impulso de energía, Once acabó con él. No quedó nada.

Y al mismo tiempo, el espacio a su alrededor comenzó a desintegrarse en un polvo espeso de color gris. Dejándola en la oscuridad de nuevo.

Once miró hacia abajo, sólo para darse cuenta que Ronnie seguía ahí con ella. Pero algo andaba mal.

La ojiazul sangraba por todos lados y, lo peor, era que no respiraba.

—¡RONNIE!





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Todo había terminado, o eso creía Dottie. Estaba en el ático con Lucas y Max, la cual, acababa de despertar de su trance y había contado todo lo que alcanzó a ver. El plan había funcionado y Vecna estaba muerto.

Dottie suspiró aliviada. —Es increíble —masculló, mientras bajaba hasta el baño del primer piso para ver el estado de Ronnie.

Sin embargo, al entrar a la habitación, vio a la chica inmóvil en el agua y con sangre saliendo de sus orificios.

Soltó un grito bastante fuerte, que alertó a los chicos de arriba. —¡Ronnie!

Dottie alzó la cabeza de la ojiazul y le quitó los goggles, pero se asustó al ver sus ojos: las pupilas estaban completamente blancas, lo único que le daba color era la sangre que salía de sus lagrimales.

En ese momento, Max y Lucas llegaron corriendo para ver qué había pasado. Quedaron paralizados al ver la escena.

—¡Ayúdenme a sacarla! —exigió Dottie, todavía asustada.

La colocaron afuera del baño, donde el piso estaba seco, y se arrodillaron junto a ella. Max y Dottie comenzaron a buscar sus signos vitales.

—¡No tiene pulso! —chilló Max.

—¿Qué hacemos? —preguntó Lucas, con la voz temblorosa.

—¡Una ambulancia! —gritaron las dos chicas, al unísono.

NICE TO MEET YA  || Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora