La pelinaranja sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo entero al sentir la lengua de Lisa en su cuello, lamiendo la zona morada que había dejado en su rápida sesión en el coche. Se estremeció por el contacto, y un gemido se escapo de sus labios.

Todo se quedo en silencio, al parecer el sonido no paso desapercibido por los Licántropos en la sala. La mirada de Marco hacia su hija reflejaba la ira que sentía, parecía que a Lisa comenzaba a gustarle causarle muchas rabietas.

-¿Compartirás a esa chica? -el jadeo del hombre le causo repugnancia a la pelinaranja. Su mano parecía ejercer presión en su entrepierna para calmar su notable erección.

Las lamidas en su cuello pararon repentinamente, y debía admitir que quería quejarse por ello. Los fulminantes ojos de Lisa se detuvieron en el Alpha, parecía querer saltar sobre él en cualquier momento.

-Si tu le pones un solo dedo encima, te arranco la mano.

Esa maldita voz, era la voz que había usado cuando estaba con Kai. Nada bueno saldría de ahí.

El hombre rió divertido.

-Eres una niña, ¿que acaso tu papi no te enseño para que sirve tener humanas aquí?

El profundo gruñido de alguien robo la atención de todos en la mesa, a excepción de Lisa, pues ya sabía que se trataba de su padre. Marco no permitiría que alguien vea débil de alguna manera a su manada, pero Lisa no podía evitar sacar su lado territorial. Y el olor de tantos Alphas alrededor de su mate no le agradaba en lo absoluto.

Al fin todo pudo continuar con tranquilidad, y al momento de salir: Lisa sujetaba la mano de Jennie, manteniéndola cerca de ella. Cuando una voz las detuvo.

-¡Lisa! -era su tío.

Él y Ten se acercaban con determinación, su tío en especial con una amplia sonrisa.

-¿Entonces era cierto? ¿Lisa Manobal encontró a su mate? -la chica se vio envuelta en un cálido abrazo, la sensación de tener una figura paternal en quien confiar le traía alivio.

-Así es tío -la sonrisa en su rostro comenzaba a ser contagiosa para Jennie.

-¿Y con quien tengo el placer? -el hombre se dirigió a la pelinaranja.

Lisa le dio una sonrisa a su mate, demostrando que el hombre no mostraba una amenaza.

-Kim Jennie.

Se tenso un poco al escuchar su apellido, pero lo oculto bastante bien con una amigable sonrisa.

-Soy Alexander, y el es mi hijo Ten -el chico no apartaba la mirada de Jennie-. Soy hermano Marco -aclaró.

-Un gusto.

-Me alegra verlo tío Alex, pero mi Luna y yo debemos irnos -dijo Lisa, regalándoles una sonrisa de disculpa.

Jennie notó como Lisa ignoraba a su primo, pero no le tomo mucha importancia. ¿Porque habría de importarle?

Jennie siempre se mantuvo detrás de su mate, sosteniendo su mano, hasta que al fin Lisa le abrió la puerta del auto. Se deslizo con agilidad dentro de este y observo como todos se marchaban por la desolada carretera. Una chica le llamo la atención, pues se encontraba en el asiento de pasajero en un coche frente a ella. Se veía demacrada, su piel de un tono grisáceo, y su cuerpo casi en los huesos. Sus ojos reflejaban el miedo y terror que sentía en ese momento, pues Licántropos le dirigían lujuriosas miradas.

Era una humana.

Y ahora un juguete sexual.

-Lisa... -llamo a su mate cuando esta se sentó junto ella frente al volante.

-¿Que sucede?

Sus ojos marrones no se despegaban de la humana en el otro auto, y Lisa siguió su mirada. Su corazón se apretujo en su pecho.

-La usan para la satisfacción de la manada, pero no esta permitido -contó-. Mi padre y mi tío Alex tienen muchas influencias, y por ello Ten piensa que puede hacer lo que quiere.

Ahora lo entendía, Ten era un idiota.

-¿Que pasará con ella? -preguntó con miedo.

-Y-yo... no lo sé -Jennie sabía que mentía, su tono de voz la traiciono. Aunque una parte de ella prefería no saberlo.

-¿Eso pasará conmigo?

Lisa la miró con una expresión de horror, y a la vez dolor.

-¿Tu piensas que yo te haría daño?

Jennie no respondió, y ambas miraron como Ten subía al coche con la chica, y el miedo y asco que reflejaba ella al saber a donde iba todo.

-¿Me tienes miedo? -Jennie mantenía la mirada puesta en sus manos, jugueteando sobre sus piernas-. Esto... esto no debe ser así. Tú no debes temerme, yo... ¿Soy mala? ¿Te he lastimado? No se que hice mal. ¿Hice algo mal? -la angustia en su voz era palpable, y cada palabra la golpeaba con fuerza.

-No Lili, no hiciste nada malo...

-¿Entonces qué es Jennie? -parecía desesperada-. ¿No te sientes segura a mi lado? ¿Por qué no puedes darme una oportunidad? ¿Por qué no puedes quererme...?

-¡Porque ya te quiero!

Una vez que las palabras brotaron de los los labios de la pelinaranja, se llevo ambas manos a la boca. Estaba arrepentida, no debía haber dicho eso. Lisa se quedo en shock unos segundos, con un intenso brillo en sus ojos. Una sonrisa nació en sus labios, y con ella la esperanza.

-¿Me quieres?

Jennie ni siquiera tuvo la oportunidad de contestar, pues Lisa ya se encontraba llenando su rostro de besos.

-Basta -rió divertida, pues comenzaba a hacerle cosquillas.

-Quiero llevarte a un lugar especial -la alegría en su voz no podía ser mas grande.

Y sin esperar más, encendió el auto y arrancó.

☾ * ☽

-¿A donde se supone que vamos? -Jennie se encontraba totalmente confundida.

Lisa se salió de la carretera, y guió el auto un par de kilómetros entre los arboles del bosque. Parecían estar en medio de la nada. No importa a donde mirarás, encontrarías lo mismo.

-Tú sólo sígueme, este no es parte de mi territorio. Así que mantente cerca.

Caminaron de la mano casi diez minutos, fue cuando Jennie lo vio. Ese lugar era perfecto, parecía una clase de paraíso. Había un pequeño lago con una cascada. El agua era tan pura, podías ver con claridad el fondo y los pequeños peces que lo habitaban.

-Papá nos solía traer a mamá y a mi aquí antes -contó Lisa, y cuando Jennie menos lo esperaba, la chica ya se estaba desvistiendo-. Solía decir que era una cascada mágica, y que cumplía deseos...

Deslizo con lentitud sus jeans por sus torneadas piernas, y a Jennie cada vez le costaba mas recordar como respirar. La pelinegra se encontraba solo en ropa interior, y caminaba de espaldas hacia la cascada para mirar a su mate, seduciéndola, tentándola con la mirada.

-¿Qué es lo que deseas Kim Jennie? -su voz sonaba angelical, y la pelinaranja no perdió tiempo en deshacerse de su ropa y seguir a Lisa.

La pelinegra se sumergió en el agua sin previo aviso, causando una sonrisa en el rostro de Jennie. Los segundos transcurrían y la chica no salía, lo cual alerto a su mate.

-¿Lisa? -llamo una preocupada Jennie, recibiendo un silencio ensordecedor a cambio-. ¡¿Lisa?! -habló mas alto.

Nada.

Un poco de burbujas salió del agua, y Jennie no perdió tiempo en sumergirse para buscar a la chica, pero al no contener la respiración por mucho tiempo: salía a la superficie a tomar aire.

-¡Lili!

Una cabellera negra surgió de entre el agua, y con ella su mate, que se encargo de escupir un chorro de agua en el rostro de Jennie, llenando el lugar con una suave carcajada.

A la pelinaranja no pareció gustarle la broma, su expresión mostraba cual molesta se encontraba.

-Idiota -murmuró furiosa, tirando con su mano el agua en dirección a Lisa y nadando nuevamente a la orilla.

-Oh vamos Jen, no te enojes. Solo jugaba -la tailandesa siguió a su molesta mate, que caminaba sin rumbo en ropa interior-. ¿A donde vas?

-¡Lejos de ti! -bramó con fuerza, siguiendo su camino en dirección contraria de donde habían llegado.

-Esta zona no es segura cariño, mejor hay que volver a la manada...

-¡No me llames así! ¡Y no me digas lo que tengo que hacer! -cada vez se encontraba mas lejos de Lisa.

-¡Lo siento! ¿Esta bien? Sé que fue un tontería, pero hablo enserio Jennie. ¿Podrías volver aquí por favor?

-¡No!

Lisa estaba tan acostumbrada a que todos la obedecieran, era una Alpha después de todo, pero parecía que Jennie quería sacarla de sus casillas.

La pelinaranja siguió caminando, repitiendo una y otra vez la sensación de pensar que Lisa se había ahogado en el lago. Gruño frustrada, dando fuertes zancadas en el suelo, o eso fue hasta que su pie se vio atrapado en una trampa, poniéndola de cabeza con una soga.

¿Como había podido estar tan distraída? Al parecer la pelinegra tenía ese efecto en ella. Su cabeza golpeo el suelo ante la repentina caída, dejándola un poco desorientada.

"Lisa, Lisa..." su mente llamaba a su nombre en busca de ayuda.

-Fue más fácil de lo que pensé -una voz masculina se hizo escuchar, seguidas de unas cuantas risas. El miedo la invadió al sentirse indefensa contra cinco forasteros-. Hola Jennie.

 Hola Jennie

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