𝗛𝗢𝗠𝗘━━arvin russell

II.

Años más tarde

Omnisciente 

Conforme los años pasaban las cosas iban empeorando. La casa de la familia Smith sufrió un terrible incendió, en dónde la única sobreviviente fue Amalia. Al no tener familiares, su custodia quedó en manos de la familia Russell, quienes la trataban como a una hija más.

Los primeros meses para Amalia fueron los peores, no comía, no salía de la casa y por ningún motivo miraba por la ventana de su habitación, ya que podía ver con claridad los restos de lo que alguna vez llamó hogar. Llegó al punto de tapar la ventana con su armario.

Conforme paso el tiempo fue sanando, se podría decir que era la misma Amalia que antes. Ahora solo recordaba a sus padres con felicidad, y siempre atesoraría los valiosos recuerdos como familia.

El señor Russell empezó a rezar con frecuencia pues pensaba que así podría proteger a su familia. También le enseñó a Arvin a defenderse mientras Amalia aprendía con solo verlos, siempre sentada en el porche admirando con orgullo a Arvin.

Arvin

Llegamos a casa después de que mi papá golpeara a unos hombres que habían dicho obscenidades de mi madre mientras rezábamos.

Entre a la casa y lo primero que encontré fue a mi mamá tirada inconsciente en el suelo.

-¡PAPÁ!,¡PAPÁ!-grité con todas mis fuerzas. Unos segundos después papá entró a la cocina con la respiración agitada, me hice a un lado para que la revisara, lágrimas sin control caían, mis manos comenzaron a temblar, sabía lo que significaba, me estaba dando un ataque de ansiedad-.

Miré a todas partes en busca de Amelia sin tener éxito alguno. Papá subió con mamá en brazos para que se recostara. Mientras yo me quedaba hincado aún en shock.

 Unos minutos después se escuchó la puerta abrirse y cerrarse. Por el marco de la cocina apareció Amelia con bolsas repletas de víveres.

-¿Arvin?, ¿Por qué lloras?-dejó las bolsas sobre la mesa y se acercó con rapidez a mi, en cuanto estuvo a unos centímetros de mi me abalancé a sus brazos, siendo rodeados por ellos casi de inmediato, toda la tranquilidad volvió a mi y con ello la paz-¿Qué paso?-sentía como sobaba delicadamente mi espalda-.

-M-m-mamá estaba d-desmayada cuando l-llegamos papá y yo-se me dificultaba completar una oración sin sollozar-.

-Oh por dios-se tapó la boca con una mano-Ven, vamos a tu habitación-tomó mi mano y me jaló hacía las escaleras-.

Una vez en mi habitación nos acostamos, mi cabeza estaba apoyada sobre su pecho mientras ella me sobaba la cabeza. Poco a poco el sueño se apodero de mi y sin saber cuando, me quedé dormido.

Al día siguiente

Amalia

Me levanté silenciosamente, tratando de no despertar a Arvin. Silenciosamente salí de su habitación para dirigirme hacia la habitación del señor y la señora Russell.

Toqué bajito y unos segundos después salió el señor Russell con una cara triste.

-Buenos días señor. Arvin me contó lo que sucedió. ¿Cómo está la señora Charlotte?-.

-No muy bien, el doctor le diagnosticó cáncer de pulmón, no se puede hacer nada, el cáncer esta muy avanzado y las medicinas solo lo retienen pero no se puede destruir-suspiró pesadamente y continuó-Te pido que no le digas nada a Arvin, él estará muy devastado-asentí comprendiendo-.

-No se preocupe señor, tiene mi total discreción-trató de hacer una sonrisa pero solo pudo hacer una mueca-Iré a hacer el desayuno-le di una última sonrisa para dirigirme hacia mi habitación-.

Días después

La señora Russell cada día empeoraba. El señor Russell en su desesperación obligaba a Arvin a rezar junto con el. Llego al punto de sacrificar al perro de la familia como ofrenda para Dios.

 Desde entonces me reusaba a creer en el "Señor" que todos alababan. Sentía impotencia al no poder hacer nada para detener al señor Russell y que dejara a Arvin disfrutar su vida.

 Una fría mañana la señora Russell falleció. Solo estábamos nosotros tres en el funeral, nadie decía una palabra, todo era silencio. Dolía, la consideraba una segunda mamá, me entendía y me escuchaba y en cierto modo me recordaba a la perdida de mis padres.

Su perdida afectó a todos pero sobre todo al señor Russell, quien en el camino de regreso a casa no dejaba de mostrar esa expresión triste y serena.

-Nos mudaremos con la abuela Emma-Arvin no dijo nada y en silencio bajo del auto, azotó la puerta tratando de desquitarse, camino hacia la entrada de la casa, donde había una tarta en la entrada, la tomó y se adentró a la casa-.

-Lamento su perdida señor-bajé del auto y entre a la casa seguido de Arvin-.

Seguí a Arvin hasta su habitación, estaba devorando la tarta, me apoyé en el marco de la puerta observándolo con tristeza. Cuando acabó se recostó en su cama y habló para si mismo.

-Prometo que cuando papá duerma te bajaré y te entierrare dignamente-sabía que hablaba del perro. Con pasos sigilosos me acerqué y lo rodee por los hombros-.

-Vamos a estar bien Arvin, confía en mí-le di un casto beso en su cabeza y él se acurrucó más en mi pecho-.

Más tarde, Arvin bajó decidido a confrontar al señor Russell, decidí quedarme adentro de la casa porque no era un asunto mío.

-¡AMELIA!-un gritó ensordecedor se escuchó por toda la casa, corrí escaleras abajo y salí hacia el bosque buscando a Arvin-.

-¡Arvin!-lo llamé pero no tuve respuesta, avance unos pasos más pero me detuve al ver al señor Russell inerte en el suelo con un cuchillo ensangrentado, Arvin estaba a lado de él. Agarré a Arvin de la mano y lo pegué a mi, lo jalé hasta la entrada de la casa y lo sujete de los hombros-Haz tus maletas nos vamos de aquí-sin rechistar empezó a empacar un poco de ropa y objetos de gran valor sentimental-.

Salimos casi corriendo de ahí, bajamos por la pronunciada colina hasta llegar a un local pequeño. Un señor amable se encargó de llamar a la policía mientras nos ofrecía un jugo para beber. Más tarde un sheriff se estacionó enfrente de nosotros, el señor le explicó todo lo que le habíamos dicho y el sheriff fue a investigar mientras nosotros nos quedábamos ahí.