KATSUYA | ❝ what about the plans we made? ❞
donde con cada paso,
vanessa se debatía entre
las expectativas y su
anhelo de libertad
o
donde vanya y joseph
tienen que continuar
con el legado de sus
ancestros y ser tan
fuertes como alguna
vez ellos lo...
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📌 Inglaterra, londres
La luz del sol se filtraba a través de las ventanas altas, bañando la sala de estudios en un resplandor dorado que contrastaba con el tedio que sentía Vanessa. Sentada frente a su institutriz, la señorita Kuchel, Vanessa luchaba por mantener los ojos abiertos mientras la voz monótona de la mujer llenaba la habitación.
—La postura es primordial — continuaba la institutriz, con un tono que parecía haber sido diseñado para aplastar cualquier atisbo de entusiasmo —. Una dama siempre debe...
Vanessa dejó escapar un suspiro apenas audible, su mirada perdida en el patrón del tapiz frente a ella. Cada palabra que pronunciaba la señorita Kuchel era como una gota más en un vaso ya desbordado de reglas y expectativas. "Una dama siempre debe...", pero ¿y si una dama no quiere?, pensaba Vanessa, mientras jugueteaba con el borde de su cuaderno, soñando despierta con escapar a un lugar donde la única expectativa fuera ser ella misma.
—Una señorita debe mantener en todo momento una buena postura, una señorita debe saber cómo sonreír con gracia y delicadeza, una señorita debe tener un carisma puro y virginal, una señorita...
—¿Ya terminaste? Me estoy empezando a marear aquí —la voz de Vanessa interrumpió la letanía de la institutriz, quien se detuvo bruscamente y se giró para ver con una mirada mortal a la joven que la había interrumpido.
Vanessa la observaba desde su asiento con una mirada cansada, mientras jugueteaba con el lapicero en sus manos. La institutriz, lejos de molestarse más, decidió ignorar aquella interrupción tan grosera y continuó, no sin antes darle una mirada de advertencia.
—Una señorita jamás interrumpe a alguien cuando está hablando, y menos cuando ese alguien le está impartiendo una enseñanza.
Vanessa gimió cansada desde su asiento y apoyó su cabeza en la mesa.
—Esto va para largo.
La joven de cabello rubio no le molestaban las clases que le daba su institutriz; después de todo, ya estaba familiarizada con estas. Tampoco era que le molestara la presencia de la mayor; en realidad, se llevaba medianamente bien con ella y, si era sincera, aquella mujer había estado más presente a lo largo de su vida que sus propios padres.
Lo que la tenía de tan mal humor era que esas mismas palabras las había escuchado ya en el pasado un total de 82 veces y no necesitaba escucharlas una octogésima tercera vez para estar completamente clara de su papel en esa sociedad.
Dios mío, para ya, ¿no ves que estamos en pleno siglo XX como para que sigas con tus antigüedades?
No pasó más de 5 minutos cuando la clase finalmente terminó, y Vanessa se levantó de su asiento con un suspiro de alivio. La institutriz la observó con una mezcla de desaprobación y resignación, pero no dijo nada más. Vanessa salió de la sala, dejando atrás las palabras y las expectativas que sentía como cadenas alrededor de su cuello.
