VII

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"Cartas a Eber"
I

—Sentirlo ahora ya no sirve de nada—yo no podía dejar de mirar como calaba el humo de su cigarro y volteaba el rostro para soltar el humo de este, evitando mi rostro.

—Yo nunca quise fallarle, quería regresar a ella cuando tuviera lo necesario para hacerla feliz—mis ojos empezaban a arder, amenazando con fallarme está vez, intenté evitar las lágrimas cerrando fuertemente mis ojos, al abrirlos me encontré con esa mirada muerta, viéndome fijamente, al parecer no le importaba para nada mi estado en ese momento.

—¿Crees que a ella le importaba eso?, Ella te consideraba lo único necesario para ser feliz, ella solo quería estar junto a su único hijo, pero ese "hijo" la abandonó, la dejo sola en los momentos que ella necesitaba más el amor de alguien—tiró la colilla del cigarro para después pisar esta—no pongas la estúpida excusa de que te fuiste "para hacerla feliz", a kilómetros puedo notar tu avaricia, el convertirte en una persona exitosa te hizo olvidar el punto más importante de esta vida, que es la humildad, la humildad que te enseñó tu madre ¿Sabes?, Aún recuerdo esa vez cuando eras joven, tu madre no tenía dinero para comprarte zapatos para ti, ella tomó un reloj, era el único recuerdo que tenía de nuestro padre, y lo vendió, con el dinero que recibió compro zapatos y ropa que te faltaba, solo para ti, ella te puso en primer lugar a ti sin importar ella, cuando te fuiste, te convertiste en su mayor orgullo, no importaba lo que decían los demás.

—Yo...—en ese momento sentía la necesidad de mentir, pero no podía decir nada, no podía o al menos eso creía.

—Tú no tienes el derecho de decir nada, puede que tu madre te haya amado mucho y hayas sido lo más importante para ella, pero ahora que ella se fue, no quiero escucharte, de mi parte no necesito ninguna explicación tuya, ahora no tienes a tu madre, puedes hacer de tu vida lo que quieras, solo deseo que la culpa no te atormente demasiado—noté que tenía la intención de irse pero al dar el primer paso dándome la espalda se detuvo y habló sin mirar atrás—Ella cada día, desde que te fuiste escribió una carta para ti, desgraciadamente no las pudo enviar, pero si las guardo, las he dejado en una caja a un lado de la puerta, espero que por lo menos eso te muestre un poco de su sufrimiento y puedas tener un poco de escarmiento—Suspiró pesado—Adiós Eber—Pude ver como esa mujer salía de casa, la mujer que había ayudado y cuidado a mi madre todo este tiempo sin esperar nada a cambio.

—Gracias tía—susurré para mí, ni siquiera pude decir lo agradecido que me sentía, mi madre tenía muchos hermanos, pero solo uno de ellos se había quedado junto a ella.

Estaba agradecido de que mi madre no había fallecido en la fría soledad que yo mismo provoqué, ella había estado con su hermana, pero ¿Era suficiente, Mientras caminaba hacia la caja blanca que se encontraba frente a mí, pensaba, ¿Era suficiente?, ¿mi madre habría comido bien? ¿no tenía frio en las noches?, lo que más me terminaba jodiendo era que a la persona que odiaba más en el mundo era mi padre y termine haciendo lo mismo que él. Recogí la caja y la abrí, era sorprendente la cantidad de cartas que había ahí, reí irónicamente.

— Mamá— susurré mientras sentía como las lágrimas corrían en mi rostro, ya había cumplido el primer reto abrir la caja, ahora faltaba leer todas las demás, de las cuales presiento me van a terminar matando, «lo siento madre»

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