i. heart of glass

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Pero sin importar cuánto se acercara a una persona, el mayor secreto de Aspen era y continuaría siendo su cuaderno de dibujos, el cual ni su madre había tenido el placer de ver. Aspen lo consideraba su diario íntimo, donde cada pequeño pensamiento o sentimiento era expresado en líneas y curvas reservadas sólo para sus ojos.

—Si tan solo hicieran unos pocos grados más podría meterme al lago. Se ve tan pacífico.

Aimee soltó un suspiro, sus ojos brillando tanto como los rayos del sol que impactaban sobre la superficie.

—Suena como el inicio de una película de terror.

Aspen dio una última calada al cigarrillo y lo tiró al pasto antes de pisarlo con la plataforma de sus borcegos negros. Aimee resopló ante el comentario mórbido, más decidió ignorarlo.

—Deberíamos ir al bar esta noche, oí que van a haber buenas bandas —comentó Aspen.

—¿Quiénes? ¿Y quién te lo dijo? La última vez éramos sólo nosotras y la banda, Aspen. Fue un desperdicio de dinero.

La joven Caldwell rió entre dientes ante el recuerdo. Realmente había sido un desperdicio de dinero considerando que la banda había abandonado el show a la mitad luego de que el baterista tuviera una hemorragia nasal. Si le preguntaran a Aspen, diría que probablemente se debía a la cantidad de cocaína que ingería. No conocía al sujeto, pero la energía que tenía no era para nada normal.

—Confía en mí, ¿si? No volverá a suceder. Aparte es sábado, habrá gente.

Aimee torció sus labios no del todo convencida, más asintió con su cabeza aceptando la invitación de su amiga, sabiendo que Aspen era capaz de ir sola, y Aimee no podía permitirlo, no cuando se emborrachaba y drogaba y se volvía inconsciente de sus actos. Aspen era su mejor amiga y ella no podía dejar que nada le pasara.

Un cómodo silencio se instaló entre ambas amigas, lo que no era atípico. Aimee bajó sobre sus ojos sus lentes de sol con montura roja, apoyándose sobre sus antebrazos para disfrutar aún más los rayos de sol sobre su pálida piel. Con cuidado, Aspen volvió a abrir su cuaderno y retomó el dibujo.

Aspen estaba llenando las paginas con la vista frente a ella, tratando de que la manera en que el agua reflejaba el sol se viera lo más real posible. Había asistido a alguna que otra clase de dibujo, pero con el tiempo había comenzado a creer que el arte era algo que uno llevaba en la sangre y no algo que pudiera aprenderse. No se podía aprender a ser creativo, simplemente lo eras o no lo eras. Había gente que había nacido con el don de tocar un instrumento, hacer películas, escribir libros, tal vez pintar o dibujar, cosas que otras personas no podían hacer por mucho que lo intentaran.

Aspen creía que la vida tal vez se trataba de ello, aceptar las fortalezas y deficiencias de cada uno. Explotar los puntos fuertes y dejar a un lado lo débil. El arte corría por sus venas, tal como había corrido por las venas de su madre cuando se dedicaba a pintar y vender sus propios cuadros. La diferencia era que su madre había abandonado su arte al quedar viuda, decidiendo buscar un trabajo más estable económicamente. Aspen sólo podía desear que su destino no fuera el mismo.

Había algo íntimo en la manera en que deslizaba el lápiz sobre la hoja. En la manera que su muñeca se movía. En la manera que las ideas brotaban en su mente y eran transmitidas. Si pudiera describirlo, diría que era como aquellos momentos extraños donde la luna se encontraba con el sol. Dos viejos amantes reunidos bajo un mismo cielo.

—Estaba pensando si debería ponerme mi blusa roja o una negra. Aclaro que pienso llevar pollera y botas negras.

Aspen alzó la mirada, saliendo de la ensoñación que le producía escribir, como si el mundo a su alrededor desapareciera y sólo se tratara del lápiz en su mano y la hoja. Una íntima conexión.

cigarette daydreams  ━━  eddie munson (pausada)Where stories live. Discover now