Especial 100k: Aniversrio.

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—Yo soy la embarazada.

—Yo los engendré.

—Yo los estoy formando dentro de mí.

—Yo soy el que lidia con los antojos, cambios de ánimo, rabietas y llantos.

—Dije no y es no.

Me mira mal guardando silencio.

—Guárdelo en un sobre y démelo solo a mí —me mira indignado—. Quiero hacerlo especial, así que vas a callar tu sexi boca y te limitarás a respirar.

Suelta mi mano cruzándose de brazos.

Una hora más tarde todavía sigue enfurruñado, murándome de reojo mientras conduce. Masculla cosas solo para él negando con la cabeza y vuelve y me mira. Me rio y me mira peor.

—Conste que solo estoy aquí por mis hijos.

—Raro que no has comprado el supermercado —murmuro mientras se estaciona.

—No me diste tiempo.

Bajamos del auto y camina cruzado de brazos. Tomo un carrito y me sigue en silencio. Prácticamente, lo obligué a venir al supermercado porque hay que hacer las compras de casa y le di a la empleada una semana de vacaciones.

—Lleva el carrito. —pido y lo hace de mala gana.

—¿Cuál es la maldita diferencia de la naranja y la china? —pregunta discutiendo sobre las frutas.

—Una es más dulce.

—¿Y para qué diablos hacen atún en aceite? ¿Qué ser razonable comería esa porquería? —sigue peleando al ver que echo cinco latas de atún, amo mi atún con helado de vainilla.

—Theo, hay gente con gustos diferentes —lo miro de soslayo. Está viéndome apoyando los codos en el carrito, hace una mueca mirándome—. ¿Alguna vez hiciste compras en un supermercado?

—Una vez. Y compre una colección de frutas.

—¿Quién compraba la comida en tu departamento?

Se encoge de hombros —Jacob o la empleada, yo qué sé —me sigue, quejándose, está molesto por no saber el sexo de los mellizos.

Termino de comprar echando más cosas dulces de las necesarias. Lo dejo en la caja pagando y me aparto en busca helado, lo paga y me lo como en el camino.

Ya en la Range pongo música pasando por alto su mal humor. Llegamos a nuestra casa y él es quien baja las bolsas mientras yo abro. Deja todo en la encimera y sale al jardín sentándose solo en la tumbona.

Parece un pequeño cuando le arrebatas su dulce.

Guardo la comida que compramos en el refrigerador y la despensa. Sigue sin entrar.

Me quito las zapatillas y salgo al jardín. Me mira de soslayo guardando silencio. Hago caso omiso a su cara y me siento entre sus piernas en la tumbona, no me abraza como suele hacer usualmente.

Descanso mi cabeza sobre su pecho mientras observo el cielo. En un momento me rodea con los brazos acariciando mi vientre.

—¿No estabas molesto?

—Que esté molesto no quiere decir que deba tratarte mal o ignorarte.

—Amor, solo quiero hacerlo espacial...

—Lo entiendo, pero yo quiero saber...

—Lo sabrás —guarda silencio—, pero no hoy. Hoy es nuestro día, no de los mellizos.

—Cierto, felices cinco meses de casados —susurra en mi oído. Me hace sonreír.

—¿Qué me regalarás?

Nuestro.Where stories live. Discover now