Jardin de recuerdos.

Parte única.

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Pete miró el mensaje por quinta vez en el día.

''Mi mamá quiere conocerte.''

Una frase rápida, sencilla y compuesta por únicamente 4 palabras, pero que lograron que los cables que mantenían conectados los sensores de su cerebro se apagaran abruptamente.

Llevaba 4 meses desde que Vegas y él habían comenzado a salir a finales de agosto, a veces creía que era algo precipitado la manera en que llevaban su relación, pero incluso cuando las dudas eran algo abrumadoras, se comenzaba a dar cuenta que era algo tácito entre ambos, fluian como la corriente de un río. No hubo presiones ni una expectativa que llenar, Vegas era calmado y tranquilo, a él le gustaba salir a fiestas, pero su energía social se agotaba de manera rápida y aunque Pete las amara, a veces la paz era lo que necesitaba. Al comienzo solía pensar que su novio era como un enigma por resolver, y Pete era un torbellino, como dos piezas de engranajes que conectaban en la misma sintonía, a veces simplemente se quedaban dormidos por largas horas o platicando sobre ambigüedades mientras comían, Pete no se imaginaba su vida de otra manera ahora que lo había conocido.

Cuando Vegas y él se conocieron fue a principios de la universidad, únicamente se veían en clases que compartían juntos, pero nunca habían sostenido una conversación. Pete entró con una beca deportiva en la carrera de medicina, Vegas por otra parte, no la necesitaba. Su familia tenía el suficiente dinero para pagarle 10 matrículas en medicina a todas las próximas generaciones.

Pero fue a finales del Verano, mientras Pete trabajaba en la cafetería que estaba frente a la universidad junto a su mejor amigo Porsche y otros compañeros que se habían vuelto como una familia para él. Recuerda ver entrar a Vegas una de esas inusuales tardes lluviosa de la estación, su chaqueta de cuero negra empapada por el agua de afuera, su cabello soltando pequeñas gotas y Pete estaba seguro de que podía ver su labio temblar de frío, se dirigió al baño donde se encontraba un conjunto de toallas limpias en el sitio y con una sonrisa se acercó a Vegas, al principio el chico había fruncido el ceño, pero Pete extendió la toalla señalando que era para que pudiera secar su cabello.

-Toma.- le había dicho mostrando uno de sus hoyuelos.- Podrías enfermarte si no te secas.

Vegas le dió una mirada dubitativa pero aceptó la toalla con un asentimiento, Pete volvió a sonreírle y regresó a su puesto detrás del mostrador. Observó a Vegas, lo recordaba de algunas clases en común, pero dudaba que él recordara a Pete, el chico frente a él comenzó a buscar en los bolsillos de sus pantalones sin poder encontrar lo que al parecer estaba buscando, después de unos momentos pareció rendirse y miró a través del ventanal del sitio, Pete estaba seguro que dentro de él había una lucha interna.

Se alejó de la caja registradora y comenzó a hacerle señas a Porsche para que le preparara un café, después de unos momentos volvió a acercarse al chico frente al ventanal y tocó levemente su hombro.

Vegas dió un pequeño salto antes de girarse a mirar a Pete.- ¿Te gusta el café? -preguntó Pete.

-Uh...- Vegas se giró hacia los lados y luego se señaló a sí mismo.- ¿Yo? -comenzó a tartamudear.

Pete asintió mostrando una de las sonrisas con hoyuelos que su abuela siempre decía que encantaba a todos.

-S-si, me gusta el café.- respondió el chico.

-¡Genial! -Pete se acercó al mostrador para tomar el vaso que Porsche había preparado y se lo ofreció a Vegas.- No sé qué tanta azúcar le pongas, así que no le puse.

-Pero no tengo con qué pagarlo.- Vegas dijo viendo el vaso de café en la mano de Pete.- Perdí mi billetera y mi batería está muerta, no puedo realizar una transferencia.