Hyunjin.

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Al finalizar la Segunda Guerra Mundial en 1945, la península de Corea fue liberada de la ocupación japonesa. El norte quedó bajo la influencia comunista de la Unión Soviética, mientras que el sur estaba dominado por los Estados Unidos.

Solo bastaron un par de años para que finalmente ambas Coreas se desprendieran una de la otra, ambas con distintos regímenes políticos y formas de gobierno.

Mientras que aquí en Corea del Sur se vive bajo una democracia presidencialista, en Corea del Norte sigue presente la monarquía parlamentaria.

Actualmente vivimos con la presidencia de Hwang Yoon-ah una mujer de 48 años que a sido re-electa un total de 3 veces en 15 años por sufragio universal y que a aparecido en distintas revistas políticas por su excelente candidatura y sus valores ético morales en cuanto a la representación femenina en la política.

Sin duda una mujer admirable.

Y tal vez, todo esto me sería indiferente y no iría más allá que unos cuantos libros de historia política para la escuela, si yo no fuera el hijo de la actual presidenta de Corea del sur.

Cuándo llevas más de quince años metido en la política, se vuelve parte de tu cotidianidad aprender cosas relacionadas a tu país o gobierno, es más, se convierte en una obligación saber todo lo que esta pasando en el mundo.

Sobretodo cuándo estás comprometido a ser la mano derecha de tu madre todo el tiempo.

¿Es difícil?, depende.

A veces se vuelve tan trágico que debemos abordar los problemas con militares de por medio, otras veces es tan tranquilo que da miedo hasta mencionarlo.

Un gobierno de altos y bajos, sin duda.

Por mi parte, no nací en una cuna de oro, fuimos una familia simple de la zona oeste de Corea del sur, no fue hasta que mi madre tomó la presidencia que nos mudamos a la casa blanca y de ahí, no hemos salido en unos cuantos años. 

Pocos son los recuerdos que tengo de mi vieja residencia, han sido tantos los años en la casa blanca que me cuesta imaginarme fuera de ella. 

— Señor Hwang, ya es hora. - volteó hacía la puerta, dónde la alta figura de la secretaría de mi madre me esperaba de pie.

Observo nuevamente la maleta sobre mi cama, "ya es hora" me repito en mi cabeza.

Agarró las asas de mi maleta y me muevo hasta la entrada de mi habitación, los tacones de Rosé resuenan por los pasillos haciendo juego con mis zapatos de vestir.

Y esta es la peor parte de ser el hijo de la presidenta de Corea del Sur.

Nunca fui a una escuela normal, para empezar no iba a la escuela, tomé clases en casa hasta los doce años, cuándo se tomo la decisión de enviarme al "Internado Luterano para varones" a las afueras de Corea del Sur, casi en la frontera de Corea del Norte.

Y lo entendía, no era una escuela normal, iba más allá, con estudios sobre economía y política que ninguna otra escuela te brindaba.

Pero por consecuencia tampoco asistía gente normal; hijos de empresarios, senadores, disputados, algunos economistas y cómo no, parte de la realeza de Corea del Norte.

Por si no lo recordaban, Corea del Norte aún se rige bajo la monarquía, es decir, una familia real pasada de generación a generación.

El árbol genealógico es algo complicado de explicar, pero la familia principal consta de el rey, Gojong, la difunta reina Cheorin y los tres príncipes; el heredero al trono, Christopher, el segundo hijo Minho y el tercero Jeongin.

Si me preguntan a mi, ninguno de ellos me agrada por completo, considero que son un trío de gente engreída y narcisista que no hace más que sobreponer su estatus social para conseguir cosas.

Los conocí hace ya varios años atrás, antes de siquiera unirme al internado.
Fue cuándo tenía doce años que nos invitaron a la presentación oficial del heredero al trono, Christopher, una cena elegante dónde habían más tenedores que comida.

Puedo recordarlo con claridad, fui sentado a un lado del príncipe Minho, al parecer compartíamos edad y pensaron que sería una buena idea sentar a ambos niños de doce años juntos para fortalecer el "lazo político" entre el Sur y el Norte.

Patético, teniendo en cuenta que solo éramos un par de niños.

Minho no era del todo desagradable, tan solo un poco narcisista, arrogante, egocéntrico y ambicioso.

Su personalidad deliberada me dejaba ver que tan petulante podía llegar a ser un príncipe y el cómo su rol en la sociedad lo era todo para el.

Aún así, desagradable e irritante, logramos encajar, tal vez tengamos un par de cosas en común, no lo sé.

Con quién nunca logré encajar fue con Jeongin.

La primera vez que lo vi, fui dispuesto a un saludo de cortesía, pero a cambio recibí la mirada más asqueada que nunca me había dado, Jeongin volteó agarró sus cosas y se marcho de la cena.

Fue algo humillante para mi ego, pero tenía doce años así que tampoco le di gran importancia.

No fue hasta años después que descubrí cómo Jeongin continuamente apoyaba campañas de odio hacía mi, y hacía mi madre en twitter, además de reiterados "me gusta" a imágenes donde claramente había una intención de atacarme.

Asumí que su odio por mi tenía que ver por las opiniones políticas diferentes e hice el intento de ignorarlo.

Pero fue difícil llegar al internado y descubrir que el sería mi compañero en frecuentes materias.

Hasta el momento lo llevábamos bien, no nos mirábamos, no hablábamos e intentamos no respirar el mismo aire.

Pero no todo podía ser perfecto.

Jeongin siempre fue un niño arisco, probablemente igual de petulante que Minho, pero aún más desagradable que su hermano.

Fue el año pasado cuándo se realizó una celebración para finalizar el año escolar dónde todos los estudiantes debían vestir de etiqueta.

Ese día todo se salió de control, los maestros desaparecieron, la música subió y los luces se apagaron; lo que fue una cena de alta clase, se convirtió una discoteca cualquiera de Corea.

Ni siquiera supe en que momento el alcohol llegó a mis manos.

Recuerdo estar sentado en una mesa redonda, solo y con una copa de champán en mi mano, las luces tenues no me dejaban ver por completo a la persona que se acercaba, venía pisando fuerte y rápido, con ganas de llegar lo antes posible ante mi.

Era Jeongin, no recordaba haberlo visto en la cena.

Levante una ceja extrañando por su presencia.
— ¿Se te ofrece algo? - con el ceño fruncido, hable por sobre la música.

El me observó con ojos grandes, no lograba descifrar su expresión o que era lo que buscaba.

Jeongin llevó una de sus manos a mi champán y lo saco de mi agarre para dejarlo sobre la mesa, lo mire confundido e intenté volver a hablar, sin embargo sus labios se plantaron sobre los míos primero.
Ni siquiera me dió tiempo de pensar en que responder, a penas nos separamos el huyo.

Intente buscarlo entre la multitud, pero ya era demasiado tarde.

Ya habían pasado tres meses del acontecimiento y mi cabeza no podía dejar de dar vueltas a la situación.

— Señor Hwang, llegamos. - Observe al chofer estacionar a las afueras del gigantesco edificio.

Esperaba este año obtener respuesta a todas las preguntas que me hacía en mi cabeza.

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⏰ Last updated: Aug 20, 2023 ⏰

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royal flameⴰ༢ ( hyunin )Where stories live. Discover now