Capítulo 7

118 8 1
                                    


Luna se elevó por el cielo, sintiendo el roce suave como el papel de las finas nubes separándose alrededor de sus oscuras alas. Era más tranquilo aquí arriba, pero no lo suficiente. Se preguntó a qué altura tendría que llegar antes de no poder oír a nadie. Se preguntó si era posible llegar lo suficientemente alto como para que incluso su amigo misterioso no pudiera llegar a su mente.

Un olor peludo llamó su atención y se giró para estudiar el suelo. Allí - una cabra montés trepando entre dos rocas, detrás de una pantalla de arbustos desordenados.

Supongo que eso significa que esta cabra es mía, pensó con un poco de alegría.

Cayendo repentinamente en picado, Luna descendió en picado hacia el suelo. Debajo de ella, la cabra vio su sombra venir y dejó salir un balido grito de miedo. Subió rápidamente por las rocas y trató de saltar a un barranco estrecho, donde los dragones no podrían seguirla.

Pero no fue lo suficientemente rápido. Luna giró en una espiral rápida y arrebató la cabra en el aire, llevándola de vuelta al cielo y matándola en un movimiento con un apretón de sus garras.

—¡Guau! —gritó Qibli desde arriba. —¿Cómo has hecho eso? Cornalina, ¿has visto eso?—

La Ala Celeste voló más cerca, mirando celosamente a la cabra muerta. —Pensé que los Alas Nocturnas no sabían cazar—.

—Yo también lo pensé —dijo Kinkajú. La Ala Lluviosa navegó desde una pendiente cubierta de zarzas. Su hocico estaba manchado con jugo de mora de color púrpura oscuro. —Nocturno me dijo que hacen una cosa en la que muerden a su presa y luego esperan a que mueran por la infección y luego la olfatean y se comen las cosas muertas. Suena súper horrible, como, incluso peor que la caza normal—.

—Qué asco —coincidió Qibli.

—Se supone que ya no deben hacer eso —dijo Luna. —Gloria y Mortífero les están enseñando a cazar correctamente. Y yo sólo, yo - me enseñé a mí misma a cazar en la selva tropical .... Mi madre siempre me dejaba sola, así que... tuve que hacerlo—. Ella sostuvo la cabra. —Um - tal vez podamos compartirla?—

—¿De verdad? —dijo Qibli. "Eso sería genial. Voy a necesitar más práctica para saber cómo cazar aquí. El terreno es todo plegado y cuadriculado. Hay demasiados escondites. Dame un gran desierto plano y algunos lagartos medio dormidos que toman el sol cualquier día—.

Luna supuso que no le llevaría mucho tiempo dominar la caza en las montañas. Sus ojos recorrían el paisaje debajo de ellos y almacenaba las observaciones en pilas ordenadas en su mente. También estaba tratando de calibrar si lo de compartir la cabra iba en serio, y si le gustaría más que fuera autosuficiente o si aceptaba su oferta con la con la debida gratitud.

—Puedo atrapar mi propia comida —dijo Cornalina con rigidez. Se alejó, transmitiendo sus pensamientos ofendidos. Luna se estremeció.

—Buen trabajo, Luna —dijo Tsunami. —Nosotros también hemos atrapado algunas cosas. Llevemos todo esto al centro de presas y comamos allí—. Otro Ala Marina, este un dragón adulto azul-verde con una cicatriz en el costado, se había unido a ellos con una red, que ahora estaba llena de peces retorciéndose. Lo levantó en sus garras y asintió a Tsunami, que inclinó sus alas y voló hacia la Montaña de Jade.

Los demás la siguieron, uno a uno, con Luna aleteando lentamente en la detrás. La cabra era pesada; olía a carne y a la sangre que había dejado vetas de color rojo oscuro en sus garras. Pero la idea de volver al centro de presas era suficiente para hacerle perder el apetito. El ruido, el recuerdo de todo el mundo mirándola... Estuvo tentada de perderse por el camino.

Alas de Fuego #6: La luna se levantaWhere stories live. Discover now