Capítulo XVI: Segunda Cita

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Al llegar a la salida del edificio encontré a Jerónimo esperando, apoyado sobre su auto. Sexy como siempre.

—Hola preciosa —habló mostrando su grandiosa sonrisa.

—Hola Jero —sonreí también.

El solo sonrió y se giró para abrirme la puerta del copiloto.

—Gracias —murmuré.

Rodeó el auto y se ubicó en su lugar, mientras yo me colocaba el cinturón. Cuando terminé mi tarea levanté mi vista y él me estaba observando.

—¿Qué sucede? —pregunté.

No emitió ni una palabra solo se acercó a mi acorralándome en el lugar, me tomó de la nuca y me besó.  Aún seguía sorprendiéndome con sus besos, tan solo con hacer ese movimiento él podía alterar absolutamente todo en mi cuerpo.

—Así es como se debe saludar preciosa.

Solo sonreí mientras él volvía a su lugar y se colocaba el cinturón.

❀❀❀

Escuchábamos música mientras conversábamos de lo que habíamos estado haciendo en los días sin vernos y nos dirigimos al lugar de nuestra cita.

Al llegar al cine comenzamos a elegir alguna película.

—¿Romance? Mmm... no mejor no, seria muy cliché para una cita—expresó Jerónimo—, ¿drama?

—¿Te gusta el drama? —pregunté levantando una ceja.

—Claro, soy un hombre sensible, con muchos sentimientos y siempre que veo un drama lloro acompañado de una caja de pañuelos.

—Hombre sensible, interesante—comenté mientras reía.

—¿Tú no lloras? —interrogó Jerónimo observando aún la cartelera del cine. 

—Solo a veces, cuando colapso, tengo algún motivo, razón o circunstancia y en caso de películas cuando muere un perro. Por lo tanto ya que en este momento no tengo nada de ello prefiero guardar mis saladas lágrimas para un futuro, quien sabe quizás algún día llore por algo.

—Tienes razón, por hoy cero lagrimas preciosa —expresó.

—Entonces ¿qué tal una de acción? —sugerí.

—¿Eres una mujer de acción?

—Siempre soy una mujer de acción, nunca lo dudes —le guiñé un ojo y nos acercamos a comprar las entradas.

❀❀❀

—Me encantó la película — expresé eufórica.

—Fue genial, una buena elección.

—Claro porque yo la elegí. 

—Claro que si, preciosa.

Comenzamos a reír mientras bajamos las escaleras hacia la salida. Llevaba mis palomitas de maíz que aún no terminaba.

—Adelante señorita —Jerónimo abrió la puerta para dejarme salir primero hacia el estacionamiento mientras seguimos conversando y comiendo.

Reía de las idioteces que Jerónimo comentaba cuando me arrojó una palomita en la cara

—¿Acabas de lanzarme una palomita en la cara? —expresé sorprendida.

—¿Yo? Jamás haría una cosa así preciosa —fingió inocencia.

Tomé un puñado en mi mano y lo arrojé a su cara.

—No acabas de hacer eso —expresó atónito.

—¿Yo? No hice nada —dije poniendo cara de niña inocente.

Se acercó lentamente a mí y en un rápido movimiento tomó un puñado y lo arrojó a mi mientras reía y se alejaba dándome la espalda.

—Uh... tú lo buscaste —caminé hacia él rápidamente y tiré todo el contenido en su cabeza vaciando el recipiente.

Se giró lentamente hacia mí observando su ropa y el suelo donde estaban esparcidas todas las palomitas. Levantó su vista hacia mí y en un rápido movimiento me cargó en su hombro.

—¡Hey bájame, Jerónimo bájame! —comencé a gritar.

—Tu lo buscaste preciosa.

—¡Bájame, bájame! —continué gritando.

—Deja de gritar como loca —expresó mientras reía.

—¡Estoy loca!

—Ya lo he comprobado—habló al mismo tiempo que me daba una nalgada en el trasero.

—¿Me acabas de nalguear? —cuestioné sorprendida. 

No me esperaba aquel movimiento de su parte. 

—Por supuesto y lo seguiré haciendo si no te callas.

—Yo también puedo hacerlo, desde aquí tengo una excelente vista de tu trasero.

—Disfruta la vista entonces.

Reímos mientras él seguía caminando hacia el auto cargándome en su hombro como se llevara un costal de papas. Luego me bajó y me sentó en el capó del auto abriendo mis piernas para colocarse entre ellas y con sus brazos rodeándome.

—¿Así que tenías una excelente vista de mi trasero? —habló muy cerca de mí.

No me dejó responder porque pegó su boca a la mía en un beso, me tomó con un brazo de la cintura acercándome más a él, a su cuerpo mientras yo colocaba una mano en su cabello y sentía su lengua buscando la mía.

Luego se alejó, cortando nuestro beso.

—Oye preciosa si no dejas de besarme así no podré contenerme—susurró rozando mi boca.

—No te contengas.

—Por más que me encantaría estar dentro de ti, no puedo en un estacionamiento. A demás me gustaría hacértelo toda la noche y que amanezcas en mis brazos para volver a hacerlo...pero lamentablemente esta noche no se podrá —expresó juntando nuestras frentes.

Con solo esas palabras acaba de provocar cosquillas en mi vientre este hombre.

—¿Por qué? —susurré.

—Me voy a Alemania mañana, tengo una carrera —comentó mirándome a los ojos—. Volveré en dos semanas preciosa y en serio tenía muchos planes para nosotros. Lo siento.

—Oye no te disculpes —coloqué una mano en su mejilla—, es tu trabajo y debes cumplir con tus obligaciones —expresé—. Además yo estaré aquí, dos semanas pasan rápido.

—Cuando regrese cenaremos en mi casa, quiero presentarte a mis mejores amigos.

—Ya los conozco —sonreí.

Frunció el ceño por mi respuesta. 

—Entonces finge no hacerlo preciosa.

—De acuerdooo —reí por ello—, me encantaría conocer a tus amigos. 

—Me encantas Sophia.

Volvió a besarme y me bajó del auto.

—Andando, te llevo a tu apartamento.

—De acuerdo.

❀❀❀

Jerónimo detuvo el auto frente al edificio donde vivía, me tomó la mano y se acercó a mí para volver a besarme.

—Te veo en dos semanas preciosa, ha sido una segunda cita increíble.

—Hasta pronto Jero —dejé un beso en su boca antes de bajar del auto y mientras avanzaba hacia la puerta del edificio Jerónimo gritó

—¡Oye preciosa!

—Dime —giré hacia el.

—No me extrañes —expresó guiñando un ojo.

—Claro que no lo haré —repliqué con una sonrisa.

Tal vez si lo extrañaría solo un poco, pero no lo admitiría frente a él.

Una parte de Mi (Libro 1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt