María José

112 16 0
                                    

Me quede apoyada en el auto, decidí esperarla en el aparcamiento, saque mi celular pues tener algo en mis manos y escuche a los lejos unos tacones pisando fuerte. Cuando levante mi vista me quede suspendida en el aire. Una rubia envuelta lo que sería un trabajosa camisa bordada y falda con un tapado en gris abiertos venía apurada y con una maleta pequeña en la mano. Tenía unos lentes grandes y preciosos, la falta le quedaba tam perfecta en tiro alto que marcaba su cintura, note mis labios secos y automáticamente me relamí y acomode mi pelo. La reconocí por lo único que yo conocía muy bien; su boca. Sus labios marcaban una tímida sonrisa. Aminoró la marcha, y se acercó pidiendo perdón.

- ¡Ay! Pau, perdón que te hice esperar.

- Está bien José María, perdona María José.

- Está bien, es normal no me haz visto desde hace años, se te hará más fácil con este pequeño trato que tendremos ahora.

- Para mi nada es fácil.

- Lo sé, pero tranquila - me tomo de la mano saludándome en la mejilla rápido - Tu papá saldrá de la cárcel.

- Muchas gracias por estar aquí.- Al subir al auto, la ayude con su maleta y me preocupaba que fuera tan poco.- ¿Tanta fe te tienes?.

- Debo regresar, así que si, pondré de todo de mi para ayudarte.

- Muchas gracias.

- Basta de decirle eso, lo hago por mis hijos y por la familia, al fin y al cabo, son eso para mi los abuelos de mis niños. Hablando de eso, me muero de ganas de verlos ¿podré traérmelos a casa? No se como le explicaré a Ámbar que estoy por poco tiempo y además no le podré dedicar el tiempo que ella quiere y necesita. - se preocupaba de más.

- Escucha, no irás a tu hotel, ¿Recuerdas el cuarto de trebejos de casa?
- Si.

- Bueno, es una habitación de huéspedes.

- Pensé que era la habitación de Ámbar- acomode en la salida por la autopista para casa.

- No, derribe el vestidor y lo adapte para que estuviera más cerca mío. Ya sabes lo demandante. Mi niño sigue en el mismo lugar.

- Pero ¿quieres que me quede en tu cuarto de trebejos?-.

- No es un cuarto de trebejos, es una habitación. Ahí no había nada mío, era todo tuyo y si, antes que preguntes lo tiré todo.

- No pasa nada, son cosas que se pierden.

- Ajá.

- Perdí las cosas más importante de mi vida, perder unas chucherias no hará nada.

Yo sabía que iba a suceder pero no sabía cuando y me dolió en lo más profundo de mi ser pero debía cambiar urgentemente de tema.

- A los niños le va a fascinar que estés en casa, podrás combinar trabajo y ser mamá. Yo también estaré para ayudarte, verás que es lo más normal del mundo.

- Gracias Pau.

El resto del viaje se desarrolló en un silencio cómodo, dejamos establecido que iríamos mañana a la cárcel para hablar con mi papá y esperaríamos que llegaran los niños de la escuela. Yo estaba tan cómoda, tan confortada, ella estaba conmigo ayudándome pero "basta paulina, basta ella viene y se vuelve a ir a ir a su país" "pero ya había dejado una vez su país, ¿no lo podo hacer por su familia?" "Paulina basta, ¿que familia? esto se termino, se termino"

- Se termino muy rápido.
- ¿Decías?

María José estaba junto a mí en el auto cuando habíamos aparcado. Llegamos a casa y yo tenía muchos pensamientos juntos.

- Pau, ¿te pasa algo? ¿Esto te hace sentir incómoda? ¿Quieres que me vaya?

- Los niños estarán muy felices de que te quedes aquí y para nada ¿porque dices eso? A ver, muévete.

- Gracias por esto.
- ¿Que? Gracias a ti que aunque sea una desgraciada vuelas horas y me ayudas a sacar a mi papá de la cárcel.
Ella me quedo mirando fijamente y me sonreía.

- La casa sigue igual donde la dejaste, solo que ahora con más muñecos y mejor gusto.

- Siempre tuviste buen gusto, para todo Pau

- Si, para todo.

Ámbar Where stories live. Discover now