16.- Siete es mejor que nada

7.6K 830 141
                                    

ANTONELLA.

Algo estalla en mi pecho cuando sus labios se posan sobre los míos, una revolución que nunca antes he experimentado. Sus labios son suaves, permanece quieto por un par de segundos antes de moverlos. Es un movimiento sincrónico que lo único que causa, es que la sensación de bienestar incremente de una manera exponencial, de una forma en la que nunca lo creí posible.

Sus manos se aferran a mi cintura, me elevo en puntillas para conseguir estar más cerca de él si eso es posible, enrosco las manos alrededor de su cuello y profundizo el contacto. La sensación me envuelve en una ola de sentimientos tan desconocidos, pero que a la vez me resultan familiares.

Siento el latir de mi corazón con fuerza contra mi pecho, una sensación de exorbitante bienestar. Disfruto del sabor de sus labios, de la manera en la que me estoy sintiendo justo ahora.

Santo cielo, sabe taaan bien. Reconozco el toque de licor que hemos bebido, sus manos se aferran alrededor de mi cintura como si no quisiera darme oportunidad de escapar, y en realidad, no quiero hacerlo.

Solo nos apartamos cuando la respiración nos falta. Retrocedo un paso, o lo intento, porque Massimo sigue con la mano aferrada a mi cintura.

—No vas a huir, cara —dice y una sonrisa encantadora se filtra en sus labios.

Parpadeo, mi mente parece haber anulado toda reacción porque solo soy capaz de enfocar sus ojos, solo puedo perderme en la intensidad de la mirada azulada que no me permite esconderme. Con Massimo nunca he tenido que fingir, nunca me he preocupado por ser alguien más, por aparentar o impresionar.

—No planeo huir —susurro tratando de verme tan valiente como deseo —pero dijiste que no querías causar problemas.

Solo en ese punto la duda cruza por su semblante, sus labios se separan con la intención de decir algo, pero termina pegándolos de nuevo en una fina línea.

—Aún sigo deseando no causar problemas.

Asiento lentamente, su mano se desliza hasta llegar a su costado, liberándome. Pese a eso, no me aparto, no deseo hacerlo.

Hace poco menos de un mes, no me hubiese imaginado besando a otro hombre que no fuese Leo. Hace poco menos de un mes, me veía como una mujer felizmente casada con el amor de su vida.

Ahora, estoy aquí, en la terraza de un bar y un chico al que apenas conozco de casi cuatro semanas, me ha besado.

Y no estoy enojada por eso.

—Siempre me ha importado la opinión de la gente, siempre he intentado mantener una apariencia perfecta delante todo el mundo —mis ojos se encuentran con los suyos, le sostengo la mirada a pesar de que siento la fragilidad envolverme —pero ya no más, Massimo.

—¿Qué quieres decir?

—Que no me importa causar problemas, quiero sentirme bien. Quiero...quiero sentirme como la Antonella que fui antes de la muerte de mis padres, quiero reír, quiero salir y disfrutar sin tener que preocuparme por la imagen que puedo estar dando. Sé tomar mis decisiones, y estoy segura de que cualquiera que sea...será aceptada por las personas que me importan.

—¿Esas decisiones me involucran? —ladea la cabeza. Sus ojos buscan en los míos algo que desconozco, tal vez un indicio de que estoy mintiendo.

—Depende de si tú quieres que te involucren —me encojo de hombros —o querrás seguir deseando "no causar problemas".

Silencio.

Esa es la respuesta que obtengo.

Doy un paso hacia atrás, y luego otro. Cuando intento apartarme más, Massimo avanza.

De una boda y otros desastres. (SL #3)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें