☽︎ Único

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-Te llevé hasta aquí a que miraras la puesta del sol y ni siquiera te volteas a ver... -expresó Tighnari, mirando a la dirección contraria y suspira- Es hermoso.

Sus ojos coloridos llenos de chispas observaba con encanto hacia el ocaso, una diminuta sonrisa que solo su acompañante se fija y la manera en que sus pelusas tiemblan por la suave brisa del atardecer.

El ligero olor a petricor se hacía distinguir en las salpicadas de los arroyos, eran música para el par de oídos que yacían en aquel lugar que sería el secreto de ambos varones.

Amaban esta clase de momentos donde solo son ellos, profesándose amor silenciosamente, sin mandatos ni rangos ni nada por el estilo, eran simplemente ellos. Disfrutando la presencia del otro, rozando sus dedos entre la yerba colorida de flores y sentir el calor ajeno.

Y Cyno no mira nada más que la postura apolínea de Tighnari y su rostro lindo en la iluminación que los cubre, siente una amena calidez en los pómulos pero no puede distinguir si es un ridículo sonrojo o el rayo del sol que lo está molestando.

Lo que sí puede diferenciar es que no cambiaría este momento por nada del mundo, tener a Tighnari solo para él, su corazón lleno de ternura y confianza, detenerse cada minuto a estudiar las facciones delicadas de su chico, desear tanto besar aquellos rosados labios tan suaves como la seda.

Cyno está encantado.

Sonríe ensimismado, no presta atención a nada más que solo a Tighnari; no escucha, solo piensa en lo mucho que lo ama y no se da cuenta que llevaba mucho tiempo en silencio y eso se le hace extraño al chico de orejas porque lo más normal sería escuchar sus estúpidos chistes malos. Voltea a verlo y se topa con los orbes anaranjados mirándolo intensamente.

Se sintió nervioso y torpe. No es como si fuera la primera vez que ocurre, a veces no puede escudriñar en la mente del pelo blanco y es un enigma cada que fija su mirada sobre él.

-Cyno... -menciona Tighnari, su voz es baja y dulcemente suave como algodón de azúcar.

El primer nombrado no responde al principio, sino que levanta su diestra hacia el par de peludas que descansan en la cabeza de su pareja y, desciende al rostro de Tighnari ahuecando sus mofletes.

-Estoy viendo algo aún más hermoso.

Tighnari nunca antes se había sonrojado tanto.

Siente que su corazón palpita salvajemente y su pecho burbujee intensamente. De repente se queda sin palabras, lo cual es raro en él.

Simplemente cruzan miradas, el sol ya está puesto delante de ellos.

-¿Puedo besarte? -Cyno pregunta en un tímido susurro. Habiéndose inclinado adelante, su diestra no ha dejado en ningún momento la mejilla de Tighnari.

El lío en su cabeza no le deja articular palabra coherente, ha recibido muchos halagos por el largo de su vida y escuchar de esa forma es un sentimiento difícil y bonito de soportar.

Su relación es algo puro y torpe de ver.

Cyno está más que fascinado por darlo todo al joven que está frente a él. No hay día que no piense en su novio cada que parte a realizar sus deberes como Matra.

Siempre habrá una carta entre los cajones de Tighnari o algún regalo hecho por Cyno. El zorro es feliz leyendo cuando anochece, es tan reconfortante y cálido en su corazón. Es como si fuese su leche tibia para poder dormir calmado rodeado de dulces palabras llenas de afecto.

Cierra los ojos y susurra unos pocos centímetros cerca de los labios del moreno:

-Por favor. -su piel se eriza, están tan cerca y el espacio entre ellos es como un cosquilleo.

Cyno pone su otra mano sobre la cintura de Tighnari y lo acerca más a sí mismo. Su cola se agita con frenesí de un lado a otro y relame sus labios con inquietud.

Ambas bocas se presionaron yendo al compás, es suave y tembloroso, pudo escuchar un pequeño jadeo salir de Tighnari tan pronto como sus labios se encontraron.

Su mano se mueve para ahuecar la parte posterior de la cabeza de su novio, inclinando sus rostros para disfrutar del osculo intensamente.

Saborea, lame y muerde.

Es un sabor dulce, como los dátiles de miel que le regaló a Tighnari ese mismo día. El tacto es exquisito al que fácilmente podría volverse adicto.

Cuando se separan, ambos respiran un poco agitados, las mejillas rojas cuál cereza y Tighnari lo abraza con fuerza buscando refugio para su vergüenza, el ajeno se lo devuelve repartiendo caricias circulares por la espalda, subiendo y bajando.

Lo entiende en cierto punto, nunca fueron más allá que simples picos y mimos por doquier.

-E-eso fue...

-¿Maravilloso? ¿Perfecto? ¿Fantástico? ¿Espléndido? -lo separa de su cuerpo para sonreírle descaradamente, a pesar de que todavía estaba nervioso-. He querido besarte durante mucho.

Tighnari alza sus brazos para rodear el cuello de Cyno, abrazándolo cerca.-Sí,
perfecto. Será mejor que me sigas besando así.

Las risas de Cyno se resuenan en el lugar mientras envuelve los brazos alrededor de las caderas de su novios con fuerza.

-Te besaré así mientras me tengas.

Puesta de sol » cynonari.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant