Ahora puedo comprobar que no estoy loca.

—Largo —habló el señor ajustando su cinturón —. Déjenme ver a esa niñas, deseo estar con una antes de morir.

—Y yo sólo deseo escucharte gritar hasta dejarte seco cómo una pasa.

—Asquerosa rata —el del medio se acercó a él y de su espalda sacó una katana—. ¿Por qué crees que hacemos esto?

Una armadura así es difícil de conseguir.

La hoja se ve filosa y en muy buen estado.

—Se creen héroes por hacer esto.

Negó el enmascarado y puso el filo al costado del cuello de aquel hombre viejo.

—Estás mal si crees que hacemos esto para acabar con personas cómo tú. Dos, encárgate.

Uno con cadenas lo golpeó en la espalda generando un grito espantoso, tuve que cubrir mis oídos durante todo el proceso que lo golpearon.

Pedazos de carne salían volando con cada golpe.

Ese sujeto reía ante el dolor del otro, disfrutaba verlo sufrir, al no escuchar el sonido de las cadenas me volví a asomar, su espalda tenía la piel destrozada.

—Tráelo —ordenó el que no participó—. Y guarda esa katana inútil.

—Ya escuchaste, dos —el mencionado no se movió, parecía tener ganas de continuar golpeando al sujeto—. ¡Dos!

Reaccionó y con sus cadenas amarró los pies empezando a arrastrarlo, sus manos se aferran desesperadamente a cualquier objeto que pueda detener su avance, su ropa y piel se raspan y desgarran debido a la fricción con el suelo.

Fue cómo presenciar una escena de terror.

El hombre fue flagelado con salvajismo.

—¡Suéltame!, ¡basta! —su voz, cargada de desesperación, se perdía en el aire.

—No puede ser —solté con terror, me cubrí la boca al percartarme que lo dije en un tono alto.

-—Intruso, ¡intruso! —dijo tétricamemte el loco de las cadenas—. ¡Déjamelo, uno!, es mío.

Estaban ansiosos, dieron tres pasos buscándome con la vista.

El supuesto líder detuvo al de las cadenas y al de la Katana también.

—No tenemos información de un segundo individuo, cuatro, ve y revisa.

¿Cuatro?

Si frente a mí sólo están tres personas.

Busqué en varias direcciones al cuarto sujeto. Es probable que me haya encontrado y espere el momento para matarme.

Sería atravesada por una katana filosa.

Mis manos temblando cubrieron mi boca para evitar gritar.

—¿Qué esperan? —habló uno nuevo que llegó, su máscara tenía puntos azules en el área de los ojos—. Tardan demasiado.

—Activa tu visión nocturna —le ordenó el número uno.

Sin oponerse lo hizo, sus luces azules se apagaron pareciendo que en ese momento activó la visión nocturna.

—Todo normal —afirmó volviendo a encender sus luces azules.

—Escuchamos hablar a alguien.

—Seguro fue ese muerto que dos arrastra. Apuren.

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