—¿La mataste?, ¡acabaste con mi novia!, ten la maldita gentileza de decírmelo.

—Se suicidó.

—No vengas con esa mierda.

Percibí un tono quebrado y entrecortado en su voz, mezclado con sollozos y palabras ahogadas.

Sus ojos están enrojecidos e hinchados por las arduas lágrimas, como persona que perdió a quien ama es comprensible que trate de buscar un amante.

Lo lamentable es saber que no pudo verla, ella murió el mismo día en que ella salió del quinto piso.

Los guardias se agruparon formando un círculo de vigilancia a nuestro alrededor. Sus expresiones son serias y determinadas, reflejando su responsabilidad de mantener la seguridad y orden en el lugar.

Ella mostró signos de tensión e incomodidad pero ignoró el hecho de ser apuntada por las armas.

—Deja tus falsas acusaciones, ¡soy inocente! —defendí mi inocencia, no debo mancillar mi reputación.

—Te mataré, lo juro, ¡acabaré contigo! —los guardias la cogieron de los brazos para evitar movimientos bruscos que pudieran poner en peligro la seguridad de todos en el comedor, unos enfermeros se abrieron paso hacia ella y la sujetaron con cuidado para administrarle una inyección de tranquilizante—. ¡Vendré por ti!

Recibió el tranquilizante y cayó dormida debido a sus efectos sedantes, en lugar de ser sostenida por los enfermeros, en este caso particular, un guardia asumió la responsabilidad de sostenerla y llevarla en sus brazos.

Volteé en dirección de aquel alemán, traía una sonrisa divertida, imagen inquietante y perturbadora, puedo deducir que disfrutó del espectáculo pero esperaba más.

Más diversión.

Sólo a un lunático le divertiría esta situación.

Con la mirada indicó uno de los pasillos desolados, por qué no es cómo la gente normal y se acerca a hablarme en lugar de hacer señas.

Él fue primero, esperé unos segundos para seguirlo y evitar sospechas, sobre todo de sus compañeros.

—¿Averiguaste algo?

—Si y no.

—¿Qué clase de respuesta es esa?

—Esa noche los guardias tuvieron una reunión por lo tanto no hubo vigilancia.

Si es verdad sólo queda un grupo de personas para descartar.

—¿Los enfermeros?

—Bingo.

—Pero con qué motivo —pasé mi mano por el cabello.

—Sólo tú puedes saber eso, generalmente puede ser pasional, enemistad, cumples sus estándares o viste algo que no debías.

Lo último me preocupó.

Y si fueron amenazas para no revelar lo que vi esa noche, entonces lo que pasó en el bosque si fue real.

—Viste algo que no debiste -soltó de pronto.

—¿Por qué tan seguro?

—Eres cómo una sabandija, no me sorprendería que te escabulleras y observes cosas prohibidas.

—Te equivocas, no hice nada malo.

Encogió los hombros con desinterés.

—Bueno, yo no soy el que tendrá la garganta cortada.

—¿Cómo puedo defenderme?

—Rezar es la solución para todo.

—Deja de burlarte o si no—

RagenWhere stories live. Discover now