1

611 88 12
                                    

El hedor de las almendras amargas invadía a Las Nevadas, la infame ciudad de los placeres nocturnos y juegos al azar. Amenazante permanecía en el desierto de esas tierras miserables, reluciente como el último oasis que pretendía ser. Todo en ese lugar parecía querer destellar una fachada que Luzu, no creía para nada. Lo sabía en sus huesos, ese lugar tenía olor a muerte vieja. Pero, aún así, se atrevió a dar el primer paso para entrar a ese ostentoso casino de almas consumidas.

Vegetta, Frank, Alexby y Rubius le siguieron, discutiendo cosas ilegibles y vocablos sin certeza, alegando como pájaros de mal agüero por qué destino les depararía.

—¿Ahora qué, hum? —refunfuñó Frank—. No estamos aquí para nada. Estamos aquí por él.

Rubius rodó los ojos y expresó: —Lo sabemos, Frank, nos los has dicho como cuarenta mil veces ya, hombre.

—Primero que nada, tenemos que investigar el lugar—denotó Luzu, prestando más atención a los ornatos del casino que a sus compañeros.

—Y para eso tenemos que separarnos—agregó Vegetta—, Frank, viene conmigo, Rubius vas con Aleby, Luzu...

—Iré solo—exclamó interrumpiendo a Vegetta.

—Si eso es lo que quieres.

Vegetta alzó los hombros, sin cuestionar a Luzu. Sabía de antemano todo lo que le rodeaba a su mente tersa de incertidumbre. Así que lo dejó ir, pero Frank tenía sus ideas en un lugar muy lejos de las de Vegetta.

—¿Por qué lo dejaste ir así sin más? —preguntó molesto.

—Causar más tensión entre nosotros no es la mejor idea, Frank, menos ahora.

Frank no respondió y cambió de tema con rapidez antes de responder algo controversial. Cruzando sus brazos y suspirando como si fuera el toro en una tauromaquia de segunda.

—Odio este disfraz de humano, ¿cuánto dijiste que duraría?

—Más de cuarenta y ocho horas, dependiendo cuanto nos tardemos aquí.

Frank volvió a rechistar. Sin nisiquiera darse cuenta de que el dúo de Alexby y Rubius habían desaparecido al mismo tiempo que Vegetta manifestó la orden de separarse.

 Sin nisiquiera darse cuenta de que el dúo de Alexby y Rubius habían desaparecido al mismo tiempo que Vegetta manifestó la orden de separarse

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Las máquinas tragamonedas estaban construidas en un par similar al de un laberinto sin salida. Luzu estaba deambulando sin rumbo, pensando en la sola cosa, en una sola persona, esa que hizo caer rendido a sus pies. No recordaba a nadie haber podido hacer eso nunca, darle vida a un corazón monótono, hasta que apareció él y le dio vida al suyo como si fuera algún acto del destino diciéndole, que, era por fin, su turno de amar a alguien. Por eso, no lo dejaría ir. Nunca.

Estaría dispuesto a buscarlo mil años sin descansar, solamente por un vocablo de su voz. Sacrificaría todo por volverle a ver. No cabía duda de que su devoción era algo sin igual, mágico. ¿Acaso podrían ser... almas gemelas? Luzu sonrió ante esa idea, pero no era hora de fantasear sobre eso. Primero tenía que encontrar a su "camarada", después podía pensar más en su próxima vida juntos.

Si no fuera porque toda esperanza se fue esfumando al verle.

Su cicatriz estaba siendo acariciada por una manos gentiles, provenientes de una mujer alta y de rasgos puros, con lentes de sol escondiendo sus ojos, una corona sórdida en oro y un vestido de rojo grana resaltando sus curvas y haciendo una figura hermosa. Luzu estaba ardiendo en celos, nublado en la confusión.

"¿Pero quién coño era esa y que hacía con él?" pensó.

Necesitaba explicaciones...

—¿Quackity? —llamó con voz quebrada.

El suso dicho volteó al oír como era citado, la mujer frunció el ceño y alejó su mano de la cicatriz. Los ojos de Luzu y de Quackity se conectaron una vez más. La calma antes de la tempestad que venía arrasando.

Luzu pudo observar el cambio radical que tenía, como si no fueran la misma persona.

Quackity vestía con unos tirantes negros y una camiseta que hacía juego con el vestido de la mujer, podía ver su cicatriz, como antes mencionado, junto con su colmillo de oro que, también combinada con la corona ajena y con su propia joyería, tenía también unas gafas de sol en su cabello, él cual estaba peinado hacia atrás con gel y podía verse un poco de bello facial creciendo en su barbilla, dándole un toque más viejo. No se parecía en nada al Quackity que conocía.

—¿Luzu? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo puedes estar aquí? —cuestionaba Quackity, igual, ansiado por una respuesta, pero Luzu no dudó en alzar la voz.

—Eso no es importante ahora. ¿Quién es ella?

Todo el foco de la razón estaba ahora en penumbra, sus celos lo controlaban como un titiritero a una marioneta. Solo quería respuestas, quería pensar que todo era un malentendido y que nada era lo que pensaba. Pero solo era un placebo. No había duda de que esa mujer era algo importante, algo que él jamás sería. Todo el pronóstico que había armado, ¿para nada? No, no dejaría que eso fuera cierto, primero muerto.

—¿Pero...? —la mirada confundida de Quackity se postraba hacia Luzu.

—Entonces eres el famoso LuzuVlogs—habló la mujer—, mi nombre es Eret, soy el monarca de esta región, es un gusto al fin conocerte, Big Q me ha hablado de ti.

Las cosas se habían vuelto más complicadas y rocosas, ¿Quackity le había hablado de él? Entonces no debe estar tan perdido, tal vez había oportunidad de que estuviera equivocado en sus hipótesis.

—Sí, un gusto también... Lo siento por interrumpiros, pero él y yo debemos hablar...—proclamó.

—Sí debemos hablar, y mucho, pero... —suspiró y agarró su frente, Eret puso la mano en su hombro, y pareció que ese simple acto le calmó más que cualquier palabra que Luzu podría decir.

No había duda de que estaba celoso.

—Cariño, tranquilo, solo dile a Sam que guíe la ceremonia por un tiempo. Y podrás hablar tranquilamente con Luzu, ¿vale?

Su voz era dulce, pero también era de las más profundas que había escuchado, su acento británico detonaba elegancia y tranquilidad. La quería lo más lejos.

—Dime, ¿viniste solo? —preguntó de nuevo Eret a Luzu.

Luzu negó con la cabeza.

—No, no vengo solo. Vengo con más compañeros, de hecho.

Quackity miró preocupado a Luzu, ¿por qué el destino le daba está jugarreta? Su cabeza no entendía, cómo es que las mismas personas que le traicionaron eran también las que venían a él, buscándolo para regresar a esa tierra de fascinantes disputas y bufones sin maquillaje.  Sin contar que el Dream SMP, tenía las fronteras cerradas. Nadie salía o entraba vivo, pero esa misma regla se rompía con él y con ellos, en ese momento.

—Encuéntralos, los veré en mi despacho. 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 14, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Etérea Catarsis | Karmaland x Dream SMPWhere stories live. Discover now