Quedé estupefacta.

¿Acaso fue una amenaza?

—Otra miedosa, no te culpo.

Di la vuelta observando a quién habló, el pelirrojo de la biblioteca estaba con esposas tanto es pies y manos.

Sentado en los bancos de espera pero custodiado por un guardia, tiene el labio partido, su rostro posee rasgos angulares y masculinos, muestra una mandíbula definida y una expresión seria pero amigable, sus ojos celestes brillan con una intensidad única y penetrante.

Ante mi minuciosa mirada noté que de su antebrazo izquierdo se asoma un tatuaje de una calavera tétrica con ojos rojos.

Combina con su personalidad.

—Emett —se presentó.

Guardé silencio.

Dudosa en hablar.

—Qué irrespetuosa, debes decirme tu nombre —añadió.

—Bien.

—Sigo esperando.

—Blous.

Soltó una carcajada ronca.

—Qué patético nombre —sus orbes celestes me miraron con seriedad a pesar de tener una sonrisa.

—Emett —el guardia lo llamó con seriedad.

—Cierto, las reglas.

El guardia lo guío y pasó por mi lado ingresando a la misma sala.

—Carne fresca atrae a los monstruos —dijo antes de cerrar la puerta.

¡Suficiente de amenazas!

Volví al aula de arte en busca de Sasha pero no la encontré, para hacer tiempo decidí ducharme ya que todas estaban en sus clases o haciendo actividades físicas, por lo tanto estaría sola y podría maldecir cuánto quiera.

Las puertas de los inodoros estaban abiertas, al fondo del pasillo de inodoros empezaban las duchas que por suerte estaban separadas por tabiques divisorios medianos para respetar la privacidad.

Me envolví en la toalla pero apenas puse el pie en la zona de duchas escuché gemidos mezclado con el agua cayendo.

Me detuve.

—Más rápido —fue la voz de Sasha.

El choque de sus cuerpos se incrementó, debo respetar su privacidad pero si alguien más la descubre estará en problemas.

Es increíble que no le hayan pillado.

Soltó un alarido al llegar a su climax y seguido cerraron la ducha, apresurada cogí mi ropa y salí, debo llegar a nuestra habitación y actuar con naturalidad.

Seguiré su consejo y callaré.

Me oculté detrás de un pasillo, asomé la cabeza y vi que salió con una sonrisa satisfactoria, caminaba en mi dirección, entré en pánico al pensar que sería descubierta, giré pero vi al chico pelinegro que tanto miedo me genera, se acercaba a paso rápido, mi mente se llenó de preguntas y especulaciones sobre quién era él y qué ocultaba tras esa fachada impenetrable.

Sobre todo el por qué está en el área de mujeres y sin un guardia.

Con cada paso que daba me transmitía un inquietante escalofrío, me cuestioné si mis instintos de temor eran justificados o si solo era mi imaginación exagerando las cosas.

Se detuvo al escuchar las voces de Sasha y su amante.

—Debes irte o los guardias te atraparán —aconsejó ella.

RagenWhere stories live. Discover now