—¿Quieres hacerlo aquí? —Pregunto, no puedo más con la erección que tengo, duele de lo duro que está.

—Quiero hacerlo, quiero probar algo nuevo, ¿tú quieres? —Se aleja un poco para verme a los ojos.

—Eso no se pregunta —confirmo y sonríe volviendo a besarme—, joder, no tengo condones aquí —me detengo.

—No importa, tengo la inyección anticonceptiva.

Como puede suelta el cinturón y el botón de mi pantalón. Tomo las bragas que se rompen bajo mi agarre y no le pone atención a eso.

Agradezco mentalmente que el estacionamiento de este edificio sea tan oscuro y los cristales del Lamborghini estén polarizados.

Libera mi erección y no la dejo tocarlo, la levanto un poco y lo acomodo en su entrada, empieza a descender lenta y tortuosamente.

La estrechez y el caliente de su interior me reciben aumentando más el placer y el deseo. Echa la cabeza hacia atrás al sentir como entra rompiéndola por dentro, empiezo a moverla sobre mí y me detiene.

—Espera. —Respira agitada echando su cabello hacia atrás.

—¿Aún no te acostumbras al tamaño? —Digo y se ríe asintiendo.

—En esta posición se siente más. —Levanto el top de porristas dejando al aire los senos que tanto amo lamer y chupar.

Me prendo de ellos provocando sus gemidos, poco a poco empieza a moverse, la sostengo de la cintura aumentando la fuerza de sus movimientos. Ambos lo disfrutamos, no somos de sexo suave y tranquilo.

Me da una imagen perfecta. Ella sobre mí cabalgándome mientras sus pechos se mueven por los saltos, sudada, excitada y gimiendo sin privarse.

Siento como su coño me aprieta aumentando las ganas que tengo, salgo de su interior y como puedo la giro dejando su espalda contra mi pecho, vuelvo a entrar en ella.

La tomo del cuello pegándola a mí mientras la embisto, ambos jadeamos presos del placer. Mi mano se desliza desde sus senos hasta su coño, acaricio su clítoris mientras aún estoy dentro de ella.

Pega sus manos al vidrio tratando de buscar de donde sostenerse, mis dedos se mueven sobre aquella perla llena de placer que la desvanece en mis brazos y le nubla los pensamientos haciéndola gemir aún más.

Su interior me aprieta causando estragos en lo bajo de mi abdomen.

—Quiero que te corras dentro de mí. —Logra articular entre jadeos.

Nuestra respiración es un subir y bajar descontrolado.

—Y yo quiero que te vengas en mis manos. —Susurro en su oído.

Sus piernas tiemblan con la fuerza de las embestidas, joder, como me encanta tenerla así sobre mí.

Sigo embistiéndola masajeando su clítoris, el placer me sobrepasa nublándome la conciencia, mis movimientos pierden control y termino viniéndome dentro de ella. Salgo de su interior esparciendo el semen en su hendidura.

Sigo estimulándola con mis dedos, meto dos y empiezo a moverlos. Sus jadeos aumentan y no aparto mi mano de su cuello mientras con la otra le sigo dando placer.

Mi pulgar se mueve con delicadeza sobre su clítoris mientras sigo moviendo mis dedos con fuerza. La siento estremecerse y su abdomen sube y baja acelerado al igual que su pecho.

Salgo de su interior al sentir como se corre empapando mi mano de sus fluidos.

Ambos respiramos profundo, descansa sobre mi pecho tratando de recuperar el control.

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