Los ojos de la rubia se cristalizaron, y miró hacia abajo, asintiendo levemente con la cabeza. Su padre sonrió y la abrazó, acariciándole suavemente la espalda.

—Ay mi Lucecita, el amor es muy difícil, hija, uno no elije de quien enamorarse.

—É-Él es tan b-bueno, pa, y sé que jamás conoceré a un muchacho igual, tan noble, dulce, simpático.

—Ya cariño, tranquila —le dijo al escucharla sollozar—. No es tu culpa, ni del chico, si tu padre no se hubiese alejado de su familia, ustedes quizás se hubiesen conocido de antes.

—No puedo evitar sentirme una enferma porque me gusta mi primo.

—Es tu primo segundo, no sé que tan malo sea —murmuró—. Y además ustedes no se conocían.

—Pero ahora que lo sabemos, no podemos estar juntos.

—¿Eso quiere decir que él también siente algo por ti?

—¿C-Cómo saberlo? Jamás le p-preguntaría.

—No creo que sea adecuado que te alejes tampoco, hija. Deberían tomárselo con calma, e intentar ser amigos.

—Sí —susurró.

¿Qué tan enamorada podría estar Luz de ese muchacho? Lo había conocido hacía unas semanas recién.

—P-Pa ¿Qué te dijeron en la clínica? —le preguntó ya más calmada, secándose las lágrimas de los ojos.

—Es algo que queríamos decirles a ambos con tu papá, pero creo que puedo adelantarte la noticia.

Luz se alejó de Alex y él le sonrió nervioso.

—Tendrán... Otro hermanito.

—¡¿Q-Qué?! ¿Estás embarazado de nuevo? —le inquirió aturdida.

—Sí, y al ser el tercero, y por mi edad también, tendré que tener más cuidados durante el periodo de gestación. Sin contar con el hecho de que sería la tercera cesárea, y es más riesgoso.

—Pero pa ¿Por qué no se cuidaron? Con Samael estuviste los últimos dos meses internado, porque fue de riesgo también —pronunció preocupada.

—Fue un accidente, Luz —le dijo mirando hacia abajo—. Con tu papá siempre nos hemos cuidado, y... No importa —expresó negando con la cabeza—. Tendré todos los cuidados necesarios para que su hermanito, o hermanita, nazca sano como ustedes.

—Ay pa —suspiró la rubia abrazándolo—. Yo sólo espero que ambos estén bien.

***

—Pa ¿Podemos hablar?

—Claro, adelante Dan.

El muchacho entró a la oficina de su padre, que tenía en la casa, y observó como este tecleaba unas cosas en el ordenador.

—¿Qué haces?

—Acomodo mis horarios para poder asistir al próximo congreso de tu mamá. Aunque ella dijo que no era importante, yo quiero estar ahí para apoyarla —sonrió, sin mirarlo—. ¿De qué querías hablar, hijo?

—¿Tienes un primo llamado Matthew? ¿Matthew Collins?

—Sí, es hijo del abuelo Raphael ¿Por qué?

—¿Por qué nunca me hablaste de él? ¿O de su familia? ¿Sabías que también es médico como tú?

—Porque Matthew me detesta desde que era un adolescente, y no me quiso nunca en su vida —le dijo mirándolo—. Él es el papá de tu primo Ramsés. Y no es un buen tipo, Daniel, ni siquiera quiso hacerse cargo de él, lo abandonó mucho antes de que naciera.

—¿Pero tú sabías que tenía una familia? ¿Que tiene dos hijos?

—No, pero es obvio que formaría una familia en algún momento de su vida.

—Yo conocí a su hija por accidente, se llama Luz y tiene mi edad.

—¿En serio? —pronunció sorprendido.

—Papá, yo no sabía que Luz era mi prima, y... A mí me gusta mucho ella.

...

Papá No Soy Un ErrorWhere stories live. Discover now