Un poco de nuestros miedos

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-: Vaya señorita... que radiante está hoy. -Opina Ceo al sentir llegar a Kisa, en un tono burlón, luego confidente.

-: ¿Sabía que...?

-: Iang avisó que Van se había escapado de Aker... -Ante esto, Kisa sonríe algo apenada- por eso tiemblas ¿verdad?... Dime ¿cuánto te llevó superar el miedo a la motocicleta

-: ¿Mi... miedo? es que... no creo que....

-: Por eso supuse que Van te mandaría de regreso con un auto ¿Te descompensaste?

Kisa, evadiendo a Ceo, corre la mirada.

-: Solo me mareé un poco. Después de todo, creo que aún no termino de acostumbrarme...

-: Pensé que te gustaba ver la velocidad que esas máquinas podían levantar.

-: Es que ¿sabes? Allá –dice refiriéndose a su tierra- no solían correr tanto, y lo hacían con sus pies...

-: Entonces...

-: Es... extraño, me gusta verlas correr, como bestias de metal... pero... cuando te montas en una... no lo sé... el estómago se relaja... y sientes que vas a caer –intenta explicarse.

-: Eso es vértigo Kisa –señala Ceo en una amplia sonrisa- supongo que es natural. Apenas se cumplen dos semanas de tu llegada, sin embargo has experimentado tantas cosas a la vez, que aún no dominas ninguna.

Otra semana pasó desde que Kisa llegó y comenzó a entrenar en Lupus Anima. El fin de esta nueva etapa indica el momento en que ella comenzará a trabajar, aún siendo guiada por Van pero, con mayores libertades. En el tiempo transcurrido, ella pudo observar varios puntos semejantes y distantes entre su antiguo y su nuevo hogar y aunque nada reemplazará a su amada naturaleza o a las enseñanzas de sus antiguos y ancianos maestros, hay algo diferente en el ambiente, algo por lo que ya no es necesario huir.

Desde que Kisa llegó, conoció y reconoció a varios personajes de la empresa y la vida de Ceo; pero solo una persona, hasta el momento, la entendió y es que Van es casi tan impersonal como ella... solo que ella es algo más formal y que desde el mismísimo momento que mencionó aquello acerca de evitar formar lazos, volvió a sumirse en su hermética introversión.

-: No importa eso ya, porque de todos modos hoy tendré que aprender algo más –Ceo se ve intrigado- Cuando llegué aquí me pregunté como sonarían los truenos en este lugar...

-: ¿Cuándo?

-: Esta noche... aunque no sé cuánto tiempo.

Ceo duda.

-: Bueno... estando aquí tienes una ventaja, estás a resguardo ... Aunque... hay desventajas también, después de todo estás rodeada de otra energía aquí... -Tras un silencio Ceo se interesa- Dime... ¿Cuán fuerte será la tormenta?

-: No lo sé, en este lugar hay demasiado electromagnetismo para descifrarlo...

Tras un largo suspiro Ceo se reanima, se sienta a la mesa y abre una caja de pizza, invitando a Kisa a comer, ella declina amablemente y toma una fruta. La noche tal vez sea larga, como tal vez no, Kisa ha estado algo confundida desde que cambió de ambiente y Ceo sospecha que, si a eso le sumase el paseo en moto, todo daría por resultado un precioso coctel dentro de la cabeza de su amiga; pero eso ella lo debió haber pensado, además el clima se preveía lluvioso, así que, definitivamente esa noche iba a ser algo especial.

Luego de cenar, lavar los platos e irse a dormir, la medianoche cayó como un chaparrón. Ceo, conociendo a Kisa, sabía que ella no dormiría profundo y siendo esta la situación, podía prever el momento exacto en que un trueno sonaría, que un relámpago iluminaría, o que un rayo acariciase la tierra, sea cerca o lejos; ya que tenía incorporada, desde hace mucho tiempo, una reacción por cada acción y entre sonidos y posturas, creaba una atmósfera que se sentía en los huesos. Por supuesto, él esperaba que esta sea una noche más de esas, pero esta vez algo cambió; ella parecía dormir profundamente, casi no se movía, no hubo momento alguno en que hablara, ni atmósfera tensa; pero al acercarse hasta el borde de la cama en un momento dado en el que sonó un fuerte trueno, pudo sentir que las sábanas se sentían algo tensas. Y es que, sin hablar, Kisa había despertado, quedando totalmente inmóvil, aferrada a la cama, como si hubiesen intentado arrancarla de allí. Entonces Ceo, con una calma que nunca lo caracterizaba, dio un rodeo a la cama, rozó su mano y luego la acarició hasta que soltó las sábanas, luego se inclinó hacia ella y, besando su frente, le indicó con dulzura que vuelva a dormir, por supuesto, no sin antes arrimar una silla cercana y recostarse a su lado.

Una Nueva OportunidadWhere stories live. Discover now