Dos

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— ¡Mierda!

Baji arrojó la grumosa mezcla de arroz y relleno junto con los otros onigiris fallidos. Dio un rápido vistazo al reloj digital en la pared.

7:30am

Teniendo en cuenta que el recorrido desde su casa hasta la escuela primaria de Kendall era de diez minutos, aun podía intentar las malditas bolas de arroz un par de veces.

Después de salir a correr y tomar una rápida ducha había pasado más de una hora en la cocina preparando todo. La avena estaba servida, los huevos revueltos y el jamón en el plato, la fruta pelada y cortada en los tápers de colores, el tomatodo lleno de agua y bien cerrado, todo estaba listo, solo le faltaban los malditos onigiris.

Ah, y también le faltaba el niño.

— ¡Ken! — llamó sin obtener respuesta — ¡El desayuno, se hace tarde! — la frase sonó demasiado rara en sus labios, por un momento se sintió como su madre — ¡Baja de una vez, enano! — eso sonaba más a él —. Demonios — masculló lavando sus dedos manchados con restos secos de mezcla.

Subió las escaleras de madera mientras secaba sus manos con el único trapo limpio que encontró en la cocina. La primera habitación de la segunda planta era de Mikey, la puerta estaba entreabierta como siempre, con una patada terminó de abrirla y por el rabillo del ojo distinguió un bulto moviéndose entre las frazadas. La siguiente era la suya, que no era ejemplar, pero al menos tenía las cortinas abiertas. Y la última era la de huéspedes, que era ocupada por Kendall desde hace siete días.

— ¡Ken! — llamó antes de girar la cerradura —. Voy a entrar.

Ante la falta de respuesta abrió la puerta encontrándose con un bulto sobre las sábanas. El niño estaba totalmente vestido y entre sus manitas apresaba su manta preferida, al parecer pensó que unos dos minutos más de sueño no se convertirían en casi veinte.

Por lo general, Kendall era muy parecido a su madre, era atento, creativo, amable y sensible a los cambios en la gente que lo rodea. De Draken tenía, pues ¿la orejas? honestamente Baji no encontraba demasiado parecido con Draken ni siquiera tenía su estatura, físicamente tenía los ojos miel de Emma y los estrujables mofletes Sano.

En buena hora no heredó de su padre el gusto por raparse la cabeza, pensaba Baji.

Sin embargo, había un hecho que ninguno de sus conocidos podía negar, era demasiado parecido a Mikey.

"Un Mikey versión mejorada" decía Pah.

Pero además de parecido físico con su tío materno, había heredado la casi patológica hipersomnia. Dormía casi la mitad del día y en cualquier lado, y despertaba con un humor de mil demonios.

Eso sería un gran problema, si no fuera porque Baji prácticamente creció con Mikey. En un rápido movimiento le arrebató la manta violeta con estrellas amarillas de sus dormidas manos.

El efecto fue inmediato, Kendall se irguió como un resorte con los ojos miel oscurecidos y por instinto intentó abalanzarse sobre el ladrón de su objeto favorito en el mundo. Cuando notó que estaba sobre el hombro de Baji y fuera de su alcance, parpadeo confundido mientras procesaba su entorno.

— No me dormí — fue lo primero que dijo, aun con somnolencia en la voz —, solo di un pestañeada.

— Aja — rodó los ojos incrédulo —, eso le dirás a tu maestra cuando estampe su sello de tardanza en tu agenda.

— Voy, voy — se levantó y con pasos perezosos se dirigió a la puerta abierta del baño.

Baji quiso reírse cuando notó que el niño necesitaba pararse en un banquito para alcanzar el lavamanos. En cambio, se aclaró la garganta para disimular la carcajada.

Build me up | BajiFuyuWhere stories live. Discover now