Uno

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Chifuyu no esperaba reencontrarse con el padrino histérico y el ahijado intoxicado, pero una parte de él se sintió decepcionada cuando no los volvió a ver esa mañana. Era lógico, después de todo el piso de Pediatría no era el mismo que el de Cirugía.

Pasaron seis días, días en los que Chifuyu se sintió mejor que nunca. Estaba más enfocado en su trabajo, no tenía a nadie susurrándole sandeces al oído, el teléfono no sonaba de imprevisto, llegaba a su departamento y era bien recibido por su viejo gato frotándose contra la bota de sus pantalones. La soltería le pegaba de lo mejor.

La siguiente vez que vio a ese par fue muy similar a la primera y al mismo tiempo más extraña.

Eran las cinco de la tarde e iba por su tercera cirugía exitosa, estaba en racha. Salía del quirófano con el titular de Cirugía Pediátrica, Inui Seishu, luego de operar una hernia diafragmática en un bebé. No hubo complicaciones, solo un instante en que la presión sanguínea del bebé se desplomó, pero Inui lo resolvió sin parpadear. Chifuyu lo admiraba mucho. Cuando hay un pequeño ser humano en la mesa de quirófano la mayoría pone más cuidado a su actuar y sus frecuencias cardíacas se aceleran si el monitor indica peligro, en cambio Seishu mantenía esa serena expresión y no temblaba ni por un segundo. Chifuyu comenzaba a decantarse por la delicadeza y la adrenalina de la cirugía pediátrica.

Se dirigían a la sala de espera, donde la joven pareja entrelazaba sus manos y susurraban oraciones para su pequeño, cuando una interna ataviada de historias clínicas pasó por su lado y desaceleró su caminar una momento.

— Doctor Matsuno — lo llamó —, un paciente solicita su presencia en urgencias, son suturas simples, pero lo llaman.

Inui y él se miraron extrañados.

— ¿Quién es?

— No tengo idea, solo pasaba y me dieron el recado — contestó mientras se alejaba nerviosa con el localizador sonando en su bolsillo —, lo siento, yo debo... Me llaman, debo ir. — se despidió con una leve reverencia antes de comenzar a trotar por el pasillo.

— Ve — con un movimiento de cabeza Inui señaló el pasillo hacia el ascensor —, yo hablaré con los padres.

Agradeció el gesto y entró al ascensor masajeando su nuca. Ese día salía temprano, seis en realidad, daría una revisada a los posoperatorios e iría a casa a ver alguna serie y dormir. No creía conocer a nadie que pudiera necesitar suturas, todos sus conocidos eran gente pacífica. Podría ser un accidente, pero la interna dijo que eran suturas simples, si fuera un caso grave de alguien cercano no le dejarían siquiera acercarse.

El sonido del ascensor abriéndose lo sacó de sus pensamientos.

Examinó la sala con la mirada hasta que se topó con una larga cabellera negra que reconoció en seguida. El hombre en cuestión estaba de espaldas, sentado en una camilla, con un camiseta negra de tirantes que le dejaba a la vista una larga herida cortante en el brazo derecho.

Una vez a su lado pudo ver mejor la herida, no era profunda, aunque lucia dolorosa.

— ¿Qué es esta vez? ¿Una apendicitis o una amputación de brazo?

Baji levantó la mirada y le regaló una sonrisa sarcástica.

— Solo para que quede claro, fue Kendall quien insistió para que seas tú quién me atienda.

El pelinegro tenía además un hematoma en el pómulo y una pequeña cortada en la frente, una rápida vista a sus nudillos confirmó que el hombre había estado en una pelea. Al ver de cerca la herida del brazo notó que los bordes eran algo irregulares, seguro fue hecha con la punta áspera de un objeto, tal vez un trozo de vidrio roto.

Build me up | BajiFuyuWhere stories live. Discover now