La Familia STARISH

Capítulo 2: La vida como padres.

— Otoya, ¿Qué hago con esto?— dijo con cara de asco, mientras sostenía el pañal.

— N-no lo sé, Toki~ — dijo sollozando, derrotado.

En ese momento, sonó el timbre. Otoya y Tokiya estaban frustrados, no es que no les gustaran las visitas sino que ahora se encontraban sumamente ocupados.

Tokiya se dispuso a abrir la puerta dejando sólo a Otoya con el bebé. Para ahorrar tiempo, el pelirrojo intentaba hacer memoria de cómo se cambiaba un pañal, sin ningún éxito.

Cuando abrió la puerta los ojos le brillaron, la esperanza había llegado, Haruka Nanami llegó para salvarlos. Con una imperceptible sonrisa saludo formalmente a la señorita y la invitó a pasar.

— Hola, Ichinose-san, ¿Cómo está? ¿Dónde están Ittoki-kun y el hermoso Syu-chan?

La pelirosa no paraba de hacer preguntas y eso molestaba un poco a Tokiya, quien se disponía a contestar respetuosamente hasta que...

—¡BUAAAA~! ¡BUAAAAA!—

Fuertes llantos resonaron por todo el hogar.

Enseguida se dirigieron a la habitación del bebé. Mientras se acercaban podían divisar una neblina blanca, por lo cual apuraron el paso.

Al entrar vieron a Otoya y a Syusuke cubiertos de talco para bebé.

El pequeño bebé lloraba desconsoladamente mientras el pelirrojo pensaba en la manera de solucionar todo.

Haruka, previniendo que algo así pasaría, también tomó algunas clases básicas de maternidad. Así que decidió tomar riendas en el asunto para poner todo en orden.

— Ichinose-san, Ittoki-kun, por favor, encárguense de la limpieza, yo calmaré a Syu-chan.

— De acuerdo— dijeron en unísono y acataron la orden de Nanami.

Haruka cambió, limpió y durmió al pequeño peliazul que ahora descansaba plácidamente en su cuna abrazando a su conejito y su pollito, regalos de Syo y Natsuki.

Luego de tantos problemas, decidieron relajarse un poco. Por esa razón ahora se encontraban en el living tomando té acompañado de una charla amena.

— Por lo visto se les está haciendo difícil cuidar a Syu-chan.

— Sí, debo admitir que ser padres no es fácil. Además, últimamente no dormimos muy bien, ya que Syu-chan se despierta cada 3 horas por leche u otra cosa— contestó el pellirrojo. — A pesar de eso, la alegría que nos proporciona Syu-chan nos lleva a seguir adelante— agregó.

— Me imagino.—acotó con una alegre sonrisa.— Bueno, ya debo irme. Tomo-chan está esperándome para que vayamos a cenar. Quizás hoy...—sus mejillas se tiñen de un hermoso color carmín.—...pueda decirle lo que siento.

— ¡Oh, me alegro mucho, Haru-chan! Espero que te vaya bien — dijo el pellirrojo.

— Nanami, estoy seguro que ella también siente lo mismo por ti — acotó el peliazul, al cual comenzaba a notársele levemente las ojeras.

— Muchas gracias por su apoyo, chicos.— dijo mientras salía del hogar con un poco más de confianza e ilusión.

Luego de que la pelirosa se fuera, se sentían tan cansados que se fueron a la cama. Apenas apoyaron sus cabezas en la almohada cayeron en un profundo sueño, que dudaría hasta que su hijo despertará dentro de unas horas.

6 Meses después

— ¡Ven, Syu-chan, ven con mami Otoya! - decía mientras estiraba los brazos para que su bebé se acercara a él.

— No, Syusuke, ven con papá Tokiya — dijo cierto peliazul para llamar la atención de su adorable hijo.

Ya habían pasado unos meses en los que Syusuke aprendió a gatear. Esto causaba la competencia en sus padres por su atención.

Con cada día que pasaba, el tierno hijo de Tokiya y Otoya aprendía nuevas cosas. A simple vista se podía notar que era un bebé muy inteligente, además de alegre. Sin embargo, no era el único que mostraba mejoría, estos padres primerizos también aprendían algo nuevo del mundo de la paternidad día tras día.

El pequeño Syusuke lo miraba fijamente a ambos. Así estuvo por unos instantes hasta que se dispuso a gatear. Otoya y Tokiya estaban expectantes a cada movimiento de su hijo. Finalmente, cuando creyeron que alguno de ellos había sido elegido, el bebé pasó largo, amagándolos.

Al girarse, pudieron ver qué era aquello que Syusuke había elegido.

— ...¿Syu-chan? —el pellirrojo había comenzado a lloriquear.

—...Syusuke...¿Por qué...?— Tokiya ni podía creer lo que acababa de pasar.

Al parecer, el pequeño peliazul no sabía con quién ir, dado que quería a sus padre por igual. Por esa razón, decidió no ir con ninguno y prefirió jugar con sus juguetes.

Era lunes, ayer había sido el último día de plazo que Tokiya había pedido para pasar tiempo con familia. En cambio, Otoya al ser la madre sentía que debía estar constantemente con su bebé. Por lo tanto, había pedido 7 meses de vacaciones. Después de ellas, Syu-chan sería más grande y podría llevarlo a las sesiones de fotografía , reportajes, etc.

Actualmente, se encontraban en el living de su casa. Otoya y Syusuke jugaban sobre la alfombra con muchos juguetes desparramados a su alrededor.

¡Vaya que al menor le gustaba jugar! Gracias a Dios que el pelirrojo era similar.

— ¿Dónde está mami? ¡Aqui'ta! -canturrea Otoya mientras se tapaba y destapa la cara.

Syusuke ríe hasta que comienza a bostezar, obviamente tiene sueño. Posteriormente, Otoya lo lleva a su cuna. Una vez acostado, el pequeño se duerme automáticamente.

Estaba claro que el pelirrojo se encontraba agotado, así que se sentó en el sillón y prendió la TV. Luego de ver el final de una película, llegó un exhausto Tokiya. Otoya apagó la TV y se acercó a él.

— Buenas noches, Toki~ — saludó a su esposo, mientras lo ayudaba a sacarse la chaqueta.

— Buenas noches, amor. — contestó el peliazul.

La voz de Tokiya se oía agotada, sin embargo, en su mirada se podía apreciar lo feliz que le hacía volver a ver a Otoya después de un largo y extenuante día de trabajo.

Ambos se quedaron mirando hasta que Ichinose besó al pellirrojo. El peliazul atrajo hacia si al más bajo sujetándolo por la cintura y la nuca para hacer el beso más profundo y apasionado. Dejaron de besarse por falta de oxígeno.

Con las pocas fuerzas que les quedaba, se acostaron y durmieron abrazados.

Un largo día había finalizado.

Continuará...