2. Elephant Gun

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<<Lejos de casa, elephant gun

Acabemos con ellos, uno a uno

(...)

Que empiecen las estaciones

que acabe el gran juego

(...)

Y desgarra el silencio de nuestro campamento nocturno

Todo lo que queda es todo lo que escondo>>

Elephant Gun - Beirut

El trabajo sucio rara vez es parte de su agenda. Pues el título oficial que ostenta es de Asesor Financiero, y como tal, prefiere pasar su tiempo entre papeles y pantallas, rodeado de números y cifras exorbitantes de dinero. Pero como miembro fundador de Bonten, es a quien Mikey acude para encargarse de los traidores cuando el resto de líderes estan ocupados.

Para dicho trabajo prefiere los almacenes. Edificios abandonados donde jóvenes adictos se reúnen para inhalar toda la hierba que sus inmaduros pulmones les permitan, lejos de sus casas, de sus escuelas, y de todo aquello que represente ese mundo real que los masticó y arrojó como desperdicios. Muchachos de no más de veinte años que salen corriendo como ratas de su agujero cuando los autos de lunas polarizadas de la mafia se estacionan. Son lo suficientemente listos como para saber que Bonten es más temible que la fuerza policíaca.

Sin embargo, ese día no tiene ganas de pasar una hora en un auto solo para juzgar a un par de traidores. Aunque el término "juzgar" es demasiado indulgente, una forma suave de la palabra "ejecutar".

El sótano de la mansión de Bonten tampoco es de su agrado, es húmedo y la madera del suelo rechina a cada paso, además el eco de los gritos y las súplicas solo agudizan sus jaquecas. La única ventaja de ese lugar es el ambiente privado que ofrece para los métodos de tortura, después de todo, nadie en los pisos superiores bajaría en auxilio de las almas condenadas.

Ni bien atraviesa la puerta el traidor en cuestión comienza a suplicar, al menos eso supone, porque lo único que oye es el sonido de gritos amortiguados por la tela de la mordaza.

El lugar está pobremente iluminado por bombillas amarillas de baja calidad, es en vano mejorar el sistema de alumbrado dado que Sanzu tiene la mala costumbre de reventar las bombillas a balazos a cada rato. Tres personas totalmente vestidas de negro acechan desde las esquinas más oscuras con las armas de fuego listas, en el centro de la sala esta el hombre en cuestión, arrodillado, amordazado y esposado, y a su lado una mujer de traje y cabello recogido lo vigila con una mirada indiferente.

— Cállalo.

Kokonoi se sienta en una de las cajas de madera vacías y recibe el expediente que uno de los guardias le ofrece, la mujer clava un doloroso rodillazo en la nuca del hombre quien suelta una última exclamación ahogada antes de seguir sollozando lo más bajo posible.

— Fukuda Keitaro — comienza a leer el expediente con voz aburrida —, Shibuya, 32 años, trabajas con nosotros como dealer desde hace dos años, dice aquí que con tu esposa. Te atraparon robando 15 paquetes de la última carga — baja el folder y mira al hombre —. Ganas más de 6000 yenes al día, no es el sueldo de un ingeniero pero es demasiado para el trabajo miserable que realizas. Así que dime ¿eres muy ambicioso o muy estúpido?

La mujer de traje afloja la mordaza, permitiéndole al hombre hablar.

— Señor — solloza sorbiendo sus mocos —, he traicionado su confianza, no merezco pedir nada. Pero me inclino pidiendo compasión, necesitaba el dinero, mi esposa ¡mi esposa tiene cáncer! Morirá si no recibe tratamiento.

Somewhere only we know | KokonuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora