Episodio 36: Aire fresco.

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—Dejó que su esposa la maltratara y humillara por años. Excelente padre —intervino Derek molesto.

—No somos perfectos, algún día cuando tengas hijos sabrás que no es fácil estar en mi posición —declaró Agustín.

—Señor, yo jamás dejaría que nadie humillara a las personas que amo —terció Derek, molesto.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? —preguntó Alana. Agustín bajó la cara y ella lo supo—. Tenía derecho a saber sobre mi verdadera madre.

—Es algo de lo que viviré arrepentido eternamente, yo...

—Vete, mereces la familia que tienes, una mujer sin escrúpulos y una hija insípida.

El hombre asintió y salió de la habitación, su error más grande fue no cuidar más a su hija.

Alana se sentó en la cama y sin poder evitarlo, un par de lágrimas cayeron de sus ojos.

—Sabes una cosa, creo que los hijos siempre pagamos los errores de los padres, mi madre era la amante de mi padre y yo viví años con un infiel —murmuró Alana sobre el pecho de su marido.

—Tranquila, ya todo estará bien —dijo Derek pasando la mano por su espalda.

—Siempre que estemos juntos, todo estará bien —declaró Alana.

Ella no solo se refería a Derek, también lo decía por su hijo y su mejor amiga, ellos que ahora y siempre serían su familia.

*

*

2 semanas después...

Derek estaba agotado de estar en ese hospital, por suerte, hoy lo daban de alta. El muchacho no entendía por qué lo habían mantenido tanto tiempo hospitalizado.

—Quita esa cara, hoy sales de aquí —se burló Jackson.

—¿Cómo sigue Carlota?

—Está mejor, regresó a casa y no ha salido —respondió Alana entrando a la habitación—. Está todo listo, ya nos podemos ir.

—Gracias a Dios.

—¿Nos vamos a...?

—Directo al aeropuerto —dijo Xavier—. Yo me quedaré a atender un par de asuntos y luego nos reuniremos en Boston para hablar de nuevos proyectos.

—Entonces andando —manifestó Derek poniéndose de pie.

—Hola, vine a buscar a Derek Stone —comentó una linda enfermera empujando una silla de ruedas.

—Soy yo, pero no me sentaré en esa silla.

—Es el procedimiento —alegó ella.

El joven caminó lentamente y se sentó de mala gana.

—Es impresionante el poder de curación de ese chico —murmuró Xavier saliendo de la habitación con Alana.

—Y te puedo decir que no ha guardado reposo —confesó la mujer poniéndose roja.

*

*

Regresar a casa luego de tantas cosas no fue fácil para ninguno, todavía quedaban muchas cosas por resolver, pero había tiempo y gracias a Dios, amor.

Los días fueron avanzando y la vida de cada uno fue retomando su rutina.

—Insisto que lo mejor será que tengas tu propio piso —repitió Alana por quita vez.

—Mamá, no puedo aceptarlo, tú estás con tu nuevo proyecto y con el restaurante.

—Mi estudio no tiene nada que ver con el restaurante. Además, ya lo compré —informó la mujer poniendo los documentos en la mesa.

Jackson los tomó y comenzó a leerlos.

—No puedo creerlo.

—Tu papá me ayudo con la mitad.

—¿Has hablado con papá?

—Sí, él quiere acercarse de nuevo a ti, pero no sabe cómo hacerlo. Tengo muchas quejas de él como esposo, pero que fue mal padre, no.

—Yo también extraño hablar con él.

—Bueno, ahora tienes un lugar donde invitarlo a beber una cerveza.

Jackson se levantó de su silla y abrazó a su madre.

Derek entró en ese justo momento y les tomó una foto, hacía un par de días se había obsesionado con la idea de tomar fotos y andaba por todos lados con una cámara en las manos.

—Ya tengo todo el personal listo para la reinauguración del lugar —anunció contento—. Vamos, se los quiero presentar.

Lo cierto, era que Derek y Alana no podían vivir lejos el uno del otro y habían decidido que no existía mejor sitio para montar el nuevo estudio de Alana que justo al lado del restaurante.

La mujer había comprado los dos locales contiguos al restaurante de Derek y había trazado un plan para que se unieran y fuesen uno solo, claro, con entradas independientes, pero con la posibilidad de comunicarse por dentro.

No había sido fácil llevar su plan a cabo, sin embargo, un eficiente arquitecto lo estaba haciendo posible.

Llegaron al comedor y la dama se encontró con todo el personal.

—Ella es Michelle, Julieta, Adriana, Marisol, Samuel, Marco, Peter y Victoria —pronunció Derek.

Alana le fue dando las manos a cada una hasta que llegó a la última.

—Un gusto, Victoria.

—Solo, Vicky —dijo la dama.

Alana se percató de su acento y le preguntó:

—¿De dónde eres?

—Soy venezolana —respondió la mujer.

—Un hermoso país —replicó Alana regalándole una sonrisa.

Derek tomó a su mujer de la cintura y siguió conversando con sus nuevos empleados.

Amarte; es mi PecadoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang