Capitulo 9

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— Te lo dije. Confia en tu padre. — el pelinegro murmuro molesto a la rubia, en ningún momento la miro. — Si tan solo me escucharás una vez en tu vida no estarías en este aprieto.

Llevo a sus labios la taza de porcelana y bebió del frío tè, más no hubo más que silencio después de eso. La indiferencia estaba plasmada en su cara y parecía no desaparecer en un futuro próximo. Al menos, no para ella.

— Lucas... S-solo no quería que mi padre me abandonará. — Athanasia sostuvo la mano de su amigo en busca de apoyo, moral o de cualquier manera, solo quería saber que el estaba con ella. — No debí involucrarte—

Lucas quitó su mano de un manotazo— No es eso. ¿No comprendes Athanasia?  Mentiste. Me hiciste creer que Lady Roxana te había faltado al respeto, que había osado sobrepasar sus límites al agredirte... — soltó con veneno en su voz, oculto su dolor con una fría expresión. —  Puedo estar de tu parte y apoyarte en todo, Athanasia. Pero fuiste demasiado lejos, abusaste de mi confianza y de mi protección para cubrirte del emperador. ¿Por qué me culpaste de tus acciones frente a tu padre? ¿Por qué?

La princesa trato de acercarse a su amigo pero este retrocedió y le dió una mala mirada. La desesperación se plasma en su rostro. — N-no, ¡Lucas es-escucha! Las cosas no son así. Yo jamás haría eso, solo... Mi padre me pidió explicaciones y yo, no pude inventar nada. Pensé en ti y simplemente las palabras salieron de mi boca. No quise que esto pasara. — su voz se quebró con lo último dicho. Ahora sus lágrimas bajaban y sus sollozos acompañaban a su imagen de víctima.

— Me iré, Athanasia. Lejos del imperio si es necesario y no regresaré hasta que esto se haya aclarado, asume las consecuencias de tus actos como yo las asumí al ayudarte. — se levantó de su asiento y camino unos pasos lejos de la temblorosa rubia. — No te odio, jamás podría hacerlo pero necesito tiempo. De momento, estás sola.

Al chasquear sus dedos, Lucas desapareció de su vista.

Rompió su promesa.

Pero entre los dos ¿Quien traicionó primero?

Athanasia debilitó su pensar y colapso en el piso. Llevando consigo la mesa con postres.

Félix que pasaba para verificar el estado de la princesa escucho el estruendo de tazas cayendo y corrió al interior asustado.

Para su sorpresa se encontró con el cuerpo de la princesa en el frio suelo. Avanzo, la tomo con brazos temblorosos y la poso en aquella espaciosa cama con un leve quejido por el esfuerzo.

Hizo una leve mueca de cansancio al sentir sus párpados pesados. — Ugh...

Respiro ruidosamente. Esto era malo, muy malo.

— ¡Guardias, traigan al médico! ¡Rapi—

Un mareo lo azotó de repente, interrumpiendo su grito. Alcanzo a sostenerse de una silla.

Sabía que algo así pasaría.

Los médicos entraron a la habitación seguido de algunas sirvientas, entre ellas, Lilian. Félix tomo asiento en la silla, un medico erudito lo atendió sin órdenes claras de nadie.

Los minutos pasaron y los médicos restantes se veían claramente nerviosos por la condición de la princesa. Un colapso debido al estrés y falta de sueño.

Ya estable el escolta, el médico erudito se acerco a el para dar su diagnóstico.

— Lamento molestarlo, Sir. Robane pero la condición de la princesa heredera es grave.

— ¿Que tanto?

— Lo suficiente para morir si no acatan las indicaciones.

Un leve escalofrío se hizo presente en el pelirrojo. Si el emperador se enterase... No, tal vez no siquiera le importaría pues en estos últimos días los a pasado buscando a su amado angel y La— Princesa Jannette.

La Diseñadora de Obelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora